jueves, 28 de junio de 2012

Estar con el diablo y criticarlo

Una de las organizaciones humanas que mejor se ha acomodado a cada circunstancia histórica ha sido la Iglesia católica. Seguramente hay otras confesiones religiosas que tambien lo han hecho, pero aquí me refiero a la Iglesia como institución, no como comunidad de fieles. Me refiero a las jerarquías, que en cada momento han buscado la manera de acomodarse ante un régimen hostil, no del todo complaciente, o bien otros que se han apoyado en la Iglesia, la han colmado de privilegios, etc. 

"No debe extrañar... que la Iglesia en su conjunto -escribe A. de Sousa Franco-, desde la jerarquía, clero y religiosos al laicado y a lo que se puede llamar la opinión católica, se mire complaciente en el Estado Nuevo [portugués]. No se puede hablar de completa identificación, pues, al contrario de lo que con ferecuencia se dice, incluso entre los obispos más receptivos a la práctica y a la doctrina del Estado Nuevo, no son raras las afirmaciones relativas al necesario ejercicio de ciertos derechos fundamentales, tomando muchas veces como objeto de crítica experiencias externas (en concreto la del fascismo italiano y aún más la del nacionalsocialismo alemán), bien como la denuncia de graves situaciones de injusticia social y miseria material y moral". Es decir, la Iglesia portuguesa, como la de otros países, estaba con el diablo pero le criticaba. 

La crítica no llegaba nunca a colmar la paciencia de los gobernantes, porque de ser así podrían ocurrir, al menos, dos cosas: que la Iglesia pasase a la oposición claramente, con los efectos negativos que ello tendría para mantener sus priviletios, o que el régimen político modificase su política, renunciase a los abusos, a la represión, a la persecución de los disidentes, diese un giro a la política social repartiendo la rentanacional de forma justa. Pero la Iglesia ha preferido mantenerse en terreno intermedio: critica los aspectos más antisociales de un régimen, para así ganarse a "su" opinión pública, pero no se enfrenta al régimen abiertamente porque correría el riesgo de ser perseguida, como lo fue en la Unión Soviética y, en parte, en la Alemania nazi. Dicho sea de paso, en estos dos regímenes la Iglesia no fue perseguida por la acentuación de sus críticas, sino por la naturaleza atea o displicente de los gobernantes y sus respectivas ideologías ante el hecho religioso. Obviamente hay excepciones, sobre todo en la Alemania nazi, que no son significativas de una Iglesia acomodaticia. 

En la España de Franco, en la Italia de Mussolini y en otras dictaduras, la Iglesia sobrevivió -a veces, justo es decirlo, con muchas dificultades, pero en otras gozando de privilegios notabilísimos- y no solo, sino que se enseñoreó, impuso su moral, mantuvo y acrecentó su patrimonio, gozó del Estado en la medida en que éste sufragaba al clero; todos los ciudadanos, católicos y no católicos contribuían a una organización, la Iglesia, que a no ser que se demuestre lo contrario, no tiene nada de divina, sino que es puramente humana.

2 comentarios:

  1. NO ENTIENDO EL SENTIDO DE ESTE POST , es una critica a la iglesia , una reflexion incompleta , o querias explicar algo de historia , lo siento no entiendo nada de nada, y no es una critica , solo que no lo pillo , un saludo

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  2. Obviamente es una reflexión inclompleta, pues en un artículo tan pequeño no se puede hacer más que eso. También quiero invitar a que se compruebe un hecho que me parece evidente: que la Iglesia católica ha estado muchas veces coviviendo con regímenes odiosos pero no se ha opuesto a ellos con riesgo. Un saludo.

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