En una sociedad secularizada ya no se puede decir si es calvinista, católica o de otro credo, pero si volvemos la vista atrás comprobaremos que los Países Bajos del norte, lo que hoy llamamos Holanda (Nederland), ha pasado por una serie de vicisitudes en el ámbito de lo religioso que rompe con el tópico de una Holanda predominantemente calvinista.
En primer lugar la inclinación calvinista de muchos holandeses en el siglo XVI se debió a que fueron los de esta comunidad religiosa los que más se distinguieron en apoyar al príncie de Oranje, Guillermo, lo que se identificaba con independencia política y religiosa frente a la asfixiante monarquía de Felipe II. Aquel, contra su inicial voluntad, prohibió el culto católico influído por los más exaltados calvinistas, pero los católicos siguieron siendo mayoría hasta bien entrado el siglo XVII. La legislación de los Países Bajos independientes fue perjudicial para los católicos, a los que no les estaba permitido, entre otras cosas, ejercer ninguna función pública ni celebrar su culto públicamente. La idea que tenemos de una España hecha a partir del principado de Cataluña, Aragón, Valencia, Baleares, Castilla, Navarra, Canarias... es bastante parecida a la Holanda de la época, tal y como explica Duque de Baena en una obra suya (1). Una vez esto, muchos católicos fueron abrazando el calvinismo excepto en las provincias del sur, Limburgo y Brabante.
Con la ocupación francesa en 1795 comenzó un proceso de legalización de los católicos, aunque el papel de las confesiones o iglesias dejó de ser preponderante en lo político, algo que Napoleón extendió a otros territorios y países ocupados. Con la monarquía de Guillermo I desde 1813 el igualitarismo legal fue la norma, pero a mediados del XIX y hasta mediados del siglo XX la sociedad holandesa pasó, en lo religioso, por una serie de vicisitudes. Los católicos eran, en 1849, el 38% de la población holandesa y, a partir de entonces, la influencia de las situaciones anteriores dio ocasión a que se formasen lo que se han llamado "columnas": la sociedad holandesa se fue segregando por grupos religiosos y políticos; católicos, protestantes, liberales, socialistas... Estas "columnas" eran independientes unas de otras, de forma que podia ocurrir que los miembros de una no tuviesen apenas contacto con los miembros de la otra.
Empezó a haber periódicos que solo leían los católicos y otros que solo leían los calvinistas, escuelas a las que solo acudían los católicos y otras para los calvinistas, y así sucesivamente. Las instituciones, por su parte, se fueron confesionalizando y ello permitió a los católicos alcanzar una influencia en la sociedad y política holandesas equiparable a la de los calvinistas. Hasta tal punto esto es así que Gerard Knuvelder, hablando del poder de los católicos en la sociedad, dijo: somos un factor de poder en nuestro país, y esto puede ser un peligro. Como todo poder, será un verdadero peligro en cuanto éste 'catolicismo del poder' dejara de apoyarse y ser sustentado por un 'catoliscismo del ser' en el corazón y en la mente de los que lo confiesan. El poder que tenemos es menos importante que la convicción de nuestro catolicismo. ¡Que radical diferencia con respecto a la actitud de la Iglesia en España y en otros países!
Las "columnas" formaron un espíritu de cuerpo y los católicos llegaron a superar a los protestantes en número e influencia. La Universidad católica de Nimega jugó su papel, pero hubo aspectos negativos que hacen de Holanda un caso no tan distinto a España: cuando un trabajador buscaba empleo lo hacía en una empresa católica si era católico; el empresario le exigía un certifiado de buena conducta firmado por el párroco y algunos párrocos lo denegaban si el interesado no era asiduo a la misa dominical... El "catolicismo del poder" hizo que los sacerdotes católicos llegasen a vigilar la vida privada del católico.
Durante la II guerra mundial, cuando el país fue invadido por los nazis, la Iglesia holandesa, contrariamente a la española, se opuso, lo que hizo aumentar el prestigio de los obispos, mientras que en España la jerarquía católica contentaba solo a una parte de la población. Con la construcción de un estado democrático tras la segunda guerra mundial el "columnismo" fue perdiendo fuerza a cambio de una sociedad más integrada, pero para entonces, siendo los católicos holandeses el 1% en el mundo, aportaban el 10% de los misioneros católicos del mundo. Esa misma Iglesia holandesa combatió en el país el marxismo, el liberalismo, a los sindicatos socialistas, pero no colaboró con la dictadura nazi, mientras la Iglesia española sí colaboró con la franquista, ayudada a su vez por la nazi en los primeros años.
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(1) "El rompecabezas holandés", Madrid, 1972.
Fuente: Alonso de Velasco Esteban, E., "La crisis de la Iglesia Católica en los Países Bajos en la segunda mitad del siglo XX", 2011.
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