domingo, 1 de julio de 2012

José Giral y Manuel de Irujo

José Giral
Ciertos tópicos, propaganda y visión superficial de algunas etapas de la historia republicana española y de la guerra civil de 1936 han venido a distorsionar la realidad haciendo ver que las decisiones anticlericales y las medidas radicales contra el golpismo militar fueron obra de socialistas y comunistas, cuando en realidad los protagonistas fundamentales de aquellas medidas fueron personalidades que no pertenecieron a dichas ideologías: José Giral fue un republicano progresista, muy vinculado a Manuel Azaña, y Manuel de Irujo fue un católico declarado, miembro del Partido Nacionalista Vasco y que hizo mucho más de lo que le reconocen algunos por evitar los desmanes contra el clero durante la guerra civil.

Mediante un Decreto de 27 de julio de 1936 José Giral, que presidía el Gobierno, decidió la incautación de edificios y propiedades de las congregraciones religiosas. El 11 de agosto decidió el cierre de todos los centros religiosos que hubiesen apoyado la insurrección militar. La ocupación de edificios religiosos por grupos de individuos (milicianos de partidos, militares republicanos...) fue legalizada de hecho durante su presidencia de unos pocos meses, antes de ser sustituido por Largo Caballero. 

Manuel de Irujo

Cuando en mayo de 1937 (casi un año después de empezada la guerra) se hizo cargo del Ministerio de Justicia el peneuvista Manuel de Irujo (venía de ser ministro sin cartera desde septiembre de 1936) hizo un enorme esfuerzo por combatir la persecución que sufrío el clero en zona republicana a manos de grupos independientes del gobierno. Incluso cuando fue ministro de Justicia el anarquista García Oliver, desde el Gobierno republicano no salieron disposiciones legales contra individuos pertenecientes al clero. 

Manuel de Irujo se esforzó por restablecer las relaciones diplomáticas con el Vaticano y en junio de 1937 ordenó la libertad de los presos que no habían sido juzgados, muchos de ellos sacerdotes. Irujo también buscó la mediación del arzobispo Verdier para conseguir una menor implicación del clero en favor de los sublevados, y de hecho hubo hombres de la Iglesia que no se opusieron a la República aún una vez que se habían producido los desmanes contra iglesias, conventos, sacerdotes y monjes. Uno de ellos fue Gallegos Rocafull, otro el canónigo Arboleya y otro el sacerdote Leocadio Lobo. Antonio Fernández García cita a Gallegos Rocafull en cierta ocasión: "un sincero apostolado cristiano tiene muchas más posibilidades de éxito en el Frente Popular que en el lado contrario" (1).

Prescindir de los intereses materiales que estaban en juego durante la guerra, como en toda situación política en paz, no tiene sentido: la guerra española tendrá un componente religioso, tendrá un componente ideológico, habrán inlfluido en ella múltiples causas, pero defender el privilegio o abolirlo, cambiar una situación centenaria que ponía al país a los pies de unos pocos, sí fueron causas de la guerra, que fue una guerra entre clases, aunque encontremos trabajadores en un bando y en otro, como sacerdotes en un bando y en otro (el caso de los curas vascos es el más significativo de todos). 
------------------------
(1) "La Iglesia española y la guerra civil".


No hay comentarios:

Publicar un comentario