jueves, 16 de mayo de 2019

Cuevas, poblados y santuarios

Vasija de la Cova de la Sarsa (Valencia)

Una enorme cantidad de estudios e intercambio de información se han producido durante el siglo XX, sobre el origen del Neolítico en la península Ibérica y el camino recorrido para que aparezcan aquí la primeras cuevas con población sedentaria, los primeros poblados, los primeros cultivos y la cerámica asociada a ellos.

En el IV Congreso del Neolítico peninsular, Bernat Martí Oliver ha publicado un trabajo[i] que, aparte lo engorroso del mismo (quizá inevitable por las continuas aportaciones y discusiones de los especialistas) trata de arrojar luz sobre el origen, características y yacimientos del Neolítico ibérico.

En un primer momento se supuso que las prácticas agrícolas y la domesticación de animales procedieron del norte de África, lo que implicaría, al no ser este un foco originario, la expansión neolítica por toda la costa sur del Mediterráneo desde Oriente Próximo y Egipto. Dicha expansión ha sido costera, en todo caso, pero otra cosa es si la agricultura entró en Iberia desde el sureste de Francia y la costa mediterránea. El autor al que sigo dice que este asunto “tiene poco que ver con la simplicidad”.

Pudo ocurrir que grupos humanos en estadío epipaleolítico[ii] y otros en estadío neolítico se influyesen. Martí Oliver señala que el primer Neolítico ibérico guarda una profunda semejanza con el de Europa continental, pero no se descarta, como dijimos antes, una difusión démica (culturas que se influyen mutuamente).

En el primer Neolítico ibérico cobran importancia las cuevas, los poblados y los santuarios, entendido que allí donde el ser humano quiso asentarse para dedicarse a la agricultura, podría no haber cuevas, como sí en otros lugares. Los santuarios tienen que ver con el sentimiento trascendente o religioso del ser humano desde mucho antes, y posteriormente el arte que los neolíticos dejaron en las cuevas y en objetos.

En la costa ligur se encuentra la Caverna delle Arene Candide, donde en 1946 se encontraron unos estratos cerámicos, de la misma forma que las regiones italianas donde las cerámicas impresas se encuentran con particular riqueza son la costa oriental de Sicilia, la costa adriática de la Puglia[iii] y el Finalese[iv], lo que sumado a la presencia en Arene Candide de obsidiana procedente de las islas Lípari, demuestra su carácter mediterráneo. Parece que hubo un movimiento de colonización que se dirigió desde la Puglia a la orilla opuesta del Adriático a través de las islas Tremiti[v] y de Corfú, de acuerdo con la presencia de cerámica impresa con cierta afinidad en algunas estaciones de la fase de Sesklo[vi] de la Tesalia.

Así se delimitó la cultura de las cerámicas impresas como Neolítico inicial, entre el Mesolítico y la cultura de los vasos de boca cuadrada, cuyos estratos encontraban paralelos en las culturas neolíticas del valle del Danubio y los Balcanes. De origen externo, su difusión desde Egipto y el Próximo Oriente, se habría producido a través del camino del norte de África, de acuerdo con lo cual, al oeste de Arene Candide la cerámica impresa se detuvo en el arco alpino, pues aunque está presente en algunas cuevas de la Francia meridional, como en el abrigo Châteauneuf-les-Martigues, no puede pensarse que la civilización neolítica haya llegado a Liguria atravesando los Alpes.

En 1946, sin embargo, el panorama ibérico encajaba en su orientación africana, dos décadas después de los hallazgos de cerámica impresa cardial en las cuevas de Montserrat (1925) y en la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia), consideradas propias de períodos neolíticos avanzados de acuerdo con su perfección y elaborada decoración, que parecía acercarse al vaso campaniforme. Luego se publicó la estratigrafía en la Esquerda de les Roques de Torrelles de Foix (Barcelona), que demostró que el vaso campaniforme es muy posterior (calcolítico o eneolítico).

Después de 1939 el Neolítico ibérico se dividió en dos etapas: las culturas hispano-mauritana e ibero-sahariana, de forma que las cerámicas impresas cardiales serían exponentes del Neolítico hispano-mauritano, con una primacía cronológica respecto a las restantes especies cerámicas, al rechazarse la tosquedad como un indicio de mayor antigüedad. Así se estableció un mismo lugar de origen para la primera cultura neolítica de las cerámicas impresas, el norte de África, y dos caminos para su llegada y proyección sobre el continente europeo, uno por Sicilia y otro por Gibraltar.

En Iberia el Neolítico primitivo con cerámica impresa corresponde a la fase cultural hispano-mauritana, y su distribución fue costera con escasa penetración en la Meseta, siendo su expresión más característica la cerámica cardial montserratina.

Otros han considerado que el Neolítico norteafricano podría ser un desarrollo provincial del Neolítico del Nilo y, de este modo, la vía seguida por la nueva civilización desarrollada en el Oriente Medio para alcanzar el Mediterráneo occidental, España, Sicilia y la península italiana, pero este papel preponderante de África deja paso, para otros, a la hipótesis de una influencia directa desde Oriente mediante una difusión marítima, es decir, costera: el origen del Neolítico del Mediterráneo debería buscarse en el Próximo Oriente, donde se encuentran los tipos cerámicos que lo caracterizan, y no parece verosímil una propagación terrestre desde la zona sirio-anatólica al norte de África porque falta la cultura con cerámica impresa en Egipto. La cerámica impresa que caracteriza el nivel inferior de Arene Candide o Neolítico antiguo, se encuentra en toda la cuenca mediterránea occidental, correspondiendo siempre al nivel neolítico más profundo de las diversas estratigrafías conocidas.



[i] “Cuevas, poblados y santuarios neolíticos: una perspectiva mediterránea”.
[ii] Antes del Neolítico cronológicamente hablando, cuando individuos carroñeros pasaron a ser agricultores en formas muy primitivas.
[iii] Sureste de Italia.
[iv] Nordeste de Italia.
[v] Al este de Italia.
[vi] Al norte del golfo de Corinto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario