miércoles, 8 de mayo de 2019

El agrarismo polaco



El Partido Campesino Polaco de Mikolajczyk y el Movimiento Wici[i] han sido los verdaderos impulsores de las reformas agrarias en Polonia durante la primera mitad del siglo XX. El primero es heredero del Partido Popular Polaco (Piast) en cuanto a sus propósitos aunque la segunda guerra mundial y la ocupación comunista de Polonia, impidieron el papel que les hubiese correspondido.

Según Leandro Rubio[ii] Polonia aparece como un caso excepcional por la fortaleza e independencia del elemento campesino. En 1931 Polonia era un estado fundamentalmente agrícola: el 60,6% de su población activa se dedicaba a la agricultura, y el 0,8% a labores forestales, pesca y horticultura; el 19,3% a la industria y minería; el 6,1% al comercio y el 3,6% a los transportes y comunicaciones.

Pero como Polonia vio desplazadas sus fronteras muchas veces, incluso durante el siglo XX, la parte situada al oeste de la Unión Soviética (cuando existía) daba unos resultados diferentes: el 54,4% de la población activa trabajaba en la agricultura y el 24,8% a la minería y manufacturas. Entre 1931 y 1939 el empleo industrial creció mucho en Polonia central y occidental y, a fines de 1950 el porcentaje de la población agrícola era el 47,1, en 1954 el 45,2.

Dice el autor citado que el agrarismo ha sido un ideal político del campesino polaco, idea que estaba desarrollada antes de la primera guerra mundial y llegó a su cúspide con la gran crisis agraria de 1929 y después de la brutal colectivización de la tierra por imposición de la Unión Soviética. El agrarismo era, para sus teóricos, una tercera vía distinta del capitalismo y del comunismo, considerando a estos, peligros para la sociedad, no obstante que el Partido Campesino estuvo asociado a los comunistas polacos probablemente por pragmatismo. Los agraristas polacos defendían un cultivo intensivo del suelo por campesinos independientes, rechazando la industrialización, que consideraban auxiliar.

Critican al marxismo por considerar que Marx tenía una perspectiva urbana y nunca habría comprendido las diferencias entre propiedad agraria e industrial. En 1939, 15.000 grandes propietarios poseían el 50% del territorio forestal polaco y el 43% de las tierras laborables, siendo un ejemplo el príncipe Radziwill, miembro de una de las más antiguas familias de la nobleza polaca, con 170.000 hectáreas. El resto de la propiedad era de unos cuatro millones de campesinos cuyas explotaciones no solían pasar de dos hectáreas, con un enorme proletariado agrícola (7,5 millones de individuos) pudiendo decirse que el 45% de la población rural carecía de tierra.

Según el censo de 1921 las explotaciones eran muy pequeñas (inferiores a 5 hectáreas) y representaban el 65% de todas, es decir, antes de la segunda guerra mundial, la sociedad agraria polaca era pobre y endeudada, por lo que sorprenderán las reformas que pretendieron crear una democracia agraria y la tendencia hacia el colectivismo. La primera reforma comenzó en 1944, expropiando las tierras de los alemanes sin indemnización, las grandes propiedades de polacos fueron expropiadas parcialmente con indemnización; las tierras del clero fueron excluidas de la reforma, aunque en 1950 se nacionalizaron todas las propiedades de la Iglesia, excepto un cierto número de hectáreas por parroquia. El Estado, con estas tierras creó un fondo con fines caritativos, asistenciales, religiosos, etc.; la masa de las tierras adquiridas por el Estado se distribuyó a propietarios de pequeñas explotaciones, a campesinos sin tierras; las condiciones de compra fueron ventajosas para los adquirentes, tanto en el precio como en el plazo del pago. Las cantidades percibidas por el Estado sirvieron para ayudar al equipamiento rural.

El alcance de la reforma fue profunda: de 1944 a 1949 más de 6 millones de hectáreas fueron entregadas a campesinos; más de un millón de familias resultaron beneficiadas y la gran propiedad rural quedó liquidada. El 87,5% de la tierra polaca pertenecía a cultivadores propietarios de lotes de 20 hectáreas como máximo, a excepción de 2,5 millones de hectáreas en propiedades de tipo medio (25 a 100 hectáreas).

Pero en el ánimo del Gobierno esto no fue más que una transición hacia la colectivización, y no obstante quedaron problemas sin resolver: demasiada gente viviendo en demasiadas explotaciones pequeñas; las de menos de 5 hectáreas  pasó de 1,8 millones en 1931 a 2 millones en 1948. En 1950 tales explotaciones eran habitadas por 4,3 millones de personas. Así las cosas, en 1956 el descontento de los obreros y de los intelectuales contrastaba con el silencioso resentimiento campesino. Polonia tenía una desesperada necesidad –dice L. Rubio- de mayor producción agrícola y para ello debía dedicar más recursos a la agricultura en detrimento de los que iban a la industria.

El Secretario del Partido Comunista Polaco, Gomulka, que pasó por varias vicisitudes, negativas durante el estalinismo, vio que el área colectivizada no pasaba del 9,2% de la tierra agrícola, y procedió a reducirla más, considerando, junto con los administradores del régimen, que las granjas colectivas habían sido menos productivas que las explotaciones privadas. Si bien los comunistas no abandonaron la idea de la colectivización como objetivo final, siguieron una política práctica de fomentar la agricultura privada. Un programa lanzado en unión del Partido Campesino Unido, en 1957, hizo que los precios pagados por el Estado fuesen elevados y los impuestos sobre las grandes haciendas reducidos; se incrementó el equipamiento en edificaciones, fertilizantes y maquinaria y, en 1958, la Dieta polaca puso a la venta 500.000 hectáreas de tierra propiedad del Estado.

Los planificadores polacos llevaron a cabo una medida que ya existía con anterioridad, pero ahora complementada: los círculos agrícolas, organizaciones socioeconómicas voluntarias y abiertas agrupando a campesinos para su coordinación y financiación con sus propias reservas. Los círculos tenían personalidad jurídica y podían llevar a cabo funciones que el Estado delegaba en ellos. Así, proporcionaron asistencia mutua, sobre todo desde que en 1956 reaparecieron después de la época de represión de Stalin.

No obstante los círculos agrícolas existieron de forma desigual en unas zonas y otras de Polonia, pues siempre existió el temor de que fuesen instrumento de la colectivización a la que no renunciaba el Partido Comunista. Pero de lo que no cabe duda es que el régimen de Gomulka[iii] preservó a Polonia de una colectivización masiva como ocurrió en otros países del bloque soviético: solo el 12,5% de la tierra arable pertenecía a las explotaciones estatales; en Bulgaria, en cambio, el 95% de la tierra arable está administrada por el Estado; en Checoslovaquia llegó a estar el 90,4%; en Hungría, el 72%; en Rumanía, el 82%... El pragmatismo de Gomulka y sus colaboradores, junto con la tradición agrarista polaca, pueden explicar el fenómeno.



[i] Es un término de la época medieval polaca que hace referencia al peligro que en un determinado momento vive el país.
[ii] “Notas sobre la política agraria de Polonia”.
[iii] Dejó de ser Secretario del Partido en 1970.

No hay comentarios:

Publicar un comentario