domingo, 19 de marzo de 2023

Causas de una guerra

En Usúrbil (hoy al norte de la provincia de Guipúzcoa) se construyó el galeón San José en 1698, que diez años después, mientras Europa se debatía en la guerra de sucesión a la Corona de España, fue atacado por buques enemigos y se hundió en Cartagena de Indias, llevando en sus bodegas mercancías por valor 100 millones de reales de a ocho[i]. El asunto cobró mayor importancia porque, desde 1702, los ejércitos aliados de Austria y los de España y Francia se enfrentaban en una guerra que tuvo –como otras muchas- motivaciones económicas evidentes. La guerra en España no comenzaría hasta 1705, entre partidarios del archiduque Carlos de Austria y de Felipe de Anjou, de la familia Borbón francesa.

Holanda e Inglaterra[ii], en un principio, se habían declarado neutrales en la guerra por la Corona española, aunque la aceptación del testamento de Carlos II de España por el rey francés Luis XIV preocupó a aquellas potencias, pues implicó la ruptura de un pacto firmado solo unos meses antes con Holanda e Inglaterra por el que Nápoles y Sicilia quedarían al margen de las aspiraciones de la dinastía Borbón. Todo ello lo supieron, por información del rey francés, el Parlamento inglés y los Estados Generales de Holanda. La política francesa en los territorios españoles de Italia fue bien vista por Inglaterra y Holanda, cuyos grupos dirigentes mantenían un gran interés comercial, tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico.

Así las cosas, Inglaterra y Holanda reconocieron a Felipe de Anjou como rey de España (1701), el cual entró por Irún ese mismo año para ser proclamado por las Cortes de Castilla, reunidas en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid: tal decisión contó con las bendiciones de todas las potencias europeas excepto Austria. A continuación, Felipe V viajó a Zaragoza para jurar los fueros de Aragón y luego a Barcelona (1702) para tomar acuerdos muy favorables para Cataluña, pues se condeció la categoría de puerto franco a Barcelona y el permiso de dos embarcaciones al año a América sin el control de Sevilla ni Cádiz, rompiéndose así el monopilio de estos dos puertos andaluces. Se constituyó además la “Compañía Mercantil, Náutica y Universal” según el modelo de las existentes en Inglaterra y Holanda, lo que favoreció a los poseedores de las acciones de aquella. Según la profesora Carmen Sanz Ayán[iii], un dirigente político catalán llegó a proclamar que tales condiciones eran las más favorables que había recibido nunca “la provincia”. Hasta tal punto debió de ser así que los austracistas catalanes pidieron al archiduque Carlos que reconociese lo anterior.

Por su parte Felipe V condeció el gobierno de los Países Bajos del Sur al duque de Berry, alguien de la absoluta confianza del rey francés; quedando rota la franja de seguridad entre Francia y Holanda. También el rey español concedió privilegios comerciales a los franceses para la América española, hasta el punto de que tuvieron el monopolio de importanción de esclavos negros en dichos territorios, obteniendo así Francia una posición de ventaja sobre Holanda e Inglaterra. ¿Por qué era tan importante el asiento de negros, es decir, el permiso para introducir esclavos en la América española? Porque durante el siglo XVII el negocio negrero había sido tan próspero que los grupos dominantes de los estados marítimos no estaban dispuestos a perder nada. A su vez, la gestión del asiento rompió el monopolio español en América.

España no dispuso de territorios en África para la obtención de esclavos, pero se valió de otros estados, ya que no se podía esclavizar a los nativos de la América española. En el Tratado de Tordesillas (1494) se reservó a Portugal el control del territorio entre los ríos de Guinea y Angola a estos efectos, y desde 1640 (independencia portuguesa de la Monarquía española), daneses, franceses, holandeses e ingleses se beneficiaron de los territorios portugueses en África a base del comercio esclavista. Se habían creado compañías inglesas y holandesas en África (Guinea, Costa del Oro) que abastecieron a comerciantes genoveses, los cuales tenían la concesión española para el abastecimiento de esclavos negros con destino a América.

En 1663 el duque de York, hermano del rey inglés Carlos II Estuardo, fundó una compañía para proporcionar 3.000 esclavos anuales para las colonias inglesas en el Caribe (Barbados y Jamaica)[iv], cuyo nombre fue “Cía. de Reales Aventureros del comercio inglés con África”. A su vez Inglaterra construyó una cadena de fuertes en las costas de Guinea para garantizar sus actividades, pero fueron destruidos por Francia aprovechando la guerra angloholandesa entre 1665 y 1667[v]. La Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, a la altura del último año citado, estaba en su apogeo, sobre todo debido al dominio holandés a través de negreros genoveses.

En 1685 España decidió prescindir de los genoveses a estos efectos y acordó con una compañía comercial holandesa el mismo asunto, algo impensable solo unas décadas atrás[vi]. En el Caribe, Holanda tuvo ventaja desde finales del siglo XVII a base del comercio legal e ilegal, por medio del contrabando, sobornos y otras “artes”. Por su parte, el rey inglés Carlos firmó un nuevo asiento con la Cía. de Portugal (Cabo Verde) y volvió a construir una cadena de fuertes en la costa africana (1672), creando la Real Compañía Africana[vii], de la que era accionista el propio rey, llegándose al momento en que los portugueses utilizaron los servicios de la misma (1693), y esta es la que estaba vigente cuando se inicia la guerra de sucesión a la Corona de España.

España puso entonces en manos de un Consorcio de comerciantes franceses[viii] el asiento de esclavos negros, excluyendo a los que hasta entonces se habían estado beneficiando de tal actividad, y solo ahora Inglaterra y Holanda deciden apoyar al cantidato austracista, cuando ya habían reconocido a Felipe V. La guerra, como queda dicho, empezó en 1702, y la posición neutralista de Carlos II fue sustituida por otra intervencionista de Guillermo III, que aunque murió en 1702, fue la que se impondría. El comerciante Mitford Crowe fue el encargado de procurar el levantamiento de Cataluña a favor del archiduque Carlos, lo que consiguió después de trabajar en ello durante 1704, y al año siguiente se firmó el pacto de Génova entre Inglaterra y los más importantes comerciantes catalanes (vigatans)[ix], que pretendieron representar los intereses de toda Cataluña: Inglaterra desembarcaría tropas en Barcelona de acuerdo con Portugal (resultó un fracaso); en un segundo intento tomaron la ciudad soldados austríacos, holandeses e ingleses, pero la intención de Inglaterra era convertir toda la península Ibérica en un centro al servicio de sus intereses comerciales, teniendo como precedente el reciente Tratado de Methuen con Portugal (1703).

La reina Ana, sucesora de Guillermo III, sería accionista principal del asiento de negros firmado con el archiduque Carlos de Austria, intentando Inglaterra un plano de total igualdad con España en América (“Compañía para el Comercio de las Indias Españolas”, formada por españoles e ingleses) pero tal cosa no fue posible porque Carlos de Austria solo dominó Madrid un mes. Otra “Compañía Nova de Gibraltar” fue fundada en 1709 para el comercio con América, pretendiéndose por Inglaterra que Gibraltar (que había ocupado en 1704) sustituyese a Sevilla-Cádiz en el comercio americano, pero hasta el archiduque Carlos se resistió a este plan en un primer momento.

La guerra, en definitiva, fue un pretexto para adueñarse del comercio de todo el mundo, pues las flotas inglesa y holandesa eran imponentes y quizá comparables a la española hasta 1805. La cuestión dinástica nunca interesó más que a los dos candidatos principales, pues cuando murió el emperador austríaco José I (1711), el archiduque Carlos le sustituyó y perdió todo interés por la Corona española, consolidándose así Felipe V como rey de España.


[i] Recientemente ha sido descubierto el pecio.

[ii] No cabe hablar de Gran Bretaña hasta 1707.

[iii] “Una lucha por el dominio económico intercontinental”, conferencia en la que se basa el presente artículo.

[iv] Curaçao ya estaba en manos de Holanda.

[v] El motivo fue la disputa por la captura de esclavos en la costa guineana.

[vi] Entre los siglos XVI y XVII la Monarquía española y las Provincias Unidas habían mantenido una guerra de ochenta años (con treguas).

[vii] Actuó en Senegal y Angola, territorios teóricamente portugueses.

[viii] En estos asuntos se empleaban corsarios o antiguos corsarios para las negociaciones oficiosas, cuando se consideraba que no procedía emplear a funcionarios.

[ix] Vigatá es el gentilicio de Vich, de donde procedían los comerciantes implicados.

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