miércoles, 15 de marzo de 2023

Las razones de Sócrates

 

                                 Ágora romana de Atenas (guiagrecia.com/atenas/agora-romana)

Dice Antonio Tovar[i] que el juicio de Sócrates fue como un verdadero palo de ciego que el pueblo de Atenas descargó en un momento de atroz nerviosismo. En ese justo momento en que llega al juicio supremo, contra el maestro no hay en Atenas sino una persona suficientemente fresca y vital, capaz de percibir el verdadero camino histórico: el propio Sócrates, que era un representante de las viejas generaciones, criado cuando la democracia no había degenerado aun, ni la nueva cultura había llegado a Atenas, ni la vida se había complicado y modernizado todavía.

El pueblo ateniense, en cambio, estaba demasiado endurecido; la gente acudía a los tribunales y a las asambleas, la que visitaba todos los días el ágora, la que había vivido los horrores de una guerra de casi treinta años, la peste, la derrota y la ocupación extranjera, la humillación y la ruina de la hegemonía marítima. Las ideas nuevas se habían convertido en instrumento de rapiña y de sangre, y se había predicado la soberanía del más fuerte. No importaba que Sócrates hubiese luchado en gloriosas batallas, ni bastaba que toda su vida hubiera sido una continua enseñanza de vitalidad fecunda.

Precisamente porque el pueblo ateniense se había endurecido y carecía de las virtudes de una época más creadora, la protesta resultó dirigida, a ciegas, contra Sócrates. Ya veinticinco años antes el cómico Aristófanes había acumulado sobre el filósofo las faltas de todos. Los poetas comicos –dice Antonio Tovar- con su brocha gorda, resultaron unos pintores adecuados para las entendederas gruesas del pueblo. Se acusó a Sócrates de no creer en los dioses en quienes la ciudad creía, y además se le acusó de corromper a los jóvenes.

Se acusó a Sócrates de asebeia, un crimen por la profanación y burla de los objetos divinos, los dioses del Estado, y es que Sócrates debió de ser un provocador, un librepensador que no se arredró ante nada. Nada dejó escrito y todo lo sabemos gracias a Platón, que como discípulo suyo nos da una versión favorable de su personalidad y obra. Pero lo cierto es que todos los procesos de asebeia se iniciaron en momentos de grave conmoción política y religiosa, y quizá no hubo momento más grave en Atenas que el que siguió a la derrota de 404: se establecieron en el gobierno treinta tiranos y se suspendió la democracia, lo que fueron imposiciones de Esparta, aunque un año más tarde Trasíbulo[ii] la restauró.

Metelo[iii] fue el encargado de presentar la acusación “sirviendo de pantalla a una verdadera conjura”, y como quiera que aquel era muy joven, dijo Sócrates –según Platón- que no sabía cómo teniendo tan corta edad podía acusarle. Pero sometido el filósofo a juicio, hubo métodos legales e ilegales para salvar a Sócrates –según Platón. Descartados los segundos por la voluntad de aquel, solo quedaba confiar “en la habilidad leguleyesca ante el tribunal”. Consistía esta en la referencia a la restablecida democracia, recurrir al llanto y a la compasión, las muestras degradantes de la vejez, la pobreza y todo el arsenal con el que se pretendía enternecer al pueblo.

En un pasaje Sócrates le dice a Hermógenes[iv] que varías veces había intentado preparar su defensa, “pero mi demonio se ha opuesto. Quiere Dios sin duda que yo muera ya”. Y continúa: “no me parece mal la muerte, y ahora, cuando estoy ya llegando a lo peor de la vida, a las cercanías de la muerte, he aquí que las cosas se precipitan, y me hallo con la ocasión de librarme de una vergonzosa decadencia y de adquirir una gran gloria. Ahora viene la vejez: iría perdiendo la vista, el oido, la inteligencia y la memoria, decayendo en todo sin poder ya mejorar en nada, perdería de un golpe cuanto me ha servido de satisfacción. Y además de llegarme con la mayor oportunidad, me toca la muerte mejor y más rápida, y la que hará que vosotros, mis amigos, me echéis íntegramente de menos sin que el recuerdo de una enfermedad ni de las molestias que con ella os diera, enturbie el limpio recuerdo que quiero dejar en vosotros. Además –añade- de que no quiero humillarme ante los jueces ni vivir gracias a su benevolencia. Y finalmente, si me matan injustamente, no me contagiaré de la fealdad de esta injusticia, y no caerá mancha sobre mí”.



[i] “Vida de Sócrates”.

[ii] Vivió entre 455 y 388 aproximadamente. Militar y partidario de la democracia.

[iii] Fue un poeta trágico del siglo V. Al parecer, después de la muerte de Sócrates los atenienses sintieron remordimiento por ello y mataron a Metelo.

[iv] Filósofo del siglo V a. de C. discípulo de Sócrates a quien Platón hace intervenir en una de sus obras.

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