domingo, 26 de marzo de 2023

Visiones sobre Goya

 

                                                         Manuscrito de Goya de 1803*

Seguramente aprendió Goya de José Luzán, pues en sus primeras pinturas el colorido y los temas son propios del segundo, pero de forma lenta el primero le aventajará junto a otros contemporáneos, hasta el punto de que Goya es una singularidad en la pintura española y quizá quepa decir universal. De Luzán toma el estilo italiano que estaba de moda entonces y que hizo a Goya aspirar a visitar Italia en cuanto le fuese posible. Si está influido por la pintura neoclásica será en los temas, pero en la técnica pronto se apartará, y de ello ya tenemos muestra en una de las cúpulas de la basílica del Pilar de Zaragoza.

La que se considera primera obra de Goya solo se conoce por fotografía, pues se perdió en 1936: se trata de “Venida de la Virgen del Pilar”[i], en unas puertas de relicario, obra de 1762 (a los dieciséis años). Luego siguieron cuadros de devoción en los que el colorido y los grandes ropajes destacan, seguramente por influencia de Francisco Bayeu, que le lleva a Madrid en 1763.

Pero más importancia para Goya tuvo su viaje a Italia en 1769, del que el Museo del Prado conserva su bloc de notas una vez fue encontrado en 1993. En él se citan las ciudades por las que pasó y estuvo, además de algunos bocetos como el torso Belvedere y copias de pinturas al fresco que pudo ver en las iglesias. El boceto de “Aníbal, vencedor, que por primera vez mira Italia desde los Alpes”[ii] (1770-1771) ha permitido atribuir a Goya el posterior cuadro del que no se conocía su autor.

En Italia ha conocido la pintura barroca y regresa a Zaragoza, pero ya con la idea de que puede hacer una buena carrera artística. En dicha ciudad pinta, en la basílica del Pilar, el fresco en una de sus cúpulas y pechinas, “La Gloria o Adoración del nombre de Dios” (1771-1772), cuyo boceto se encuentra en el Museo Goya de la capital aragonesa. Más importancia tienen los frescos de la cartuja de Aula Dei[iii] (aunque cuatro están destruidos y se conservan en mal estado siete) que Goya pintó a lo largo de la nave de la iglesia con escenas de la Virgen y arquitecturas enmarcándolas.

De nuevo en la Corte empieza sus trabajos para la Real Fábrica de Tapices (empleo que consiguió gracias a Bayeu), dándose la circunstancia de que los cartones de los pintores fueron valorados en su época de menor mérito que los tapices finales: se trata de escenas de caza “al modo de Bayeu”, con colores muy perfilados en sus contornos para facilitar el trabajo de los tapiceros. “El quitasol” lo pintó Goya desde un punto de vista bajo, donde personajes populares son retratados elegantemente, como repetirá en muchas de sus obras posteriores, pero en esta ya hay un cambio, pues los perfiles están más difuminados[iv].

De la misma época (1780) es su “Cristo crucificado”, que se encuentra en el Museo del Prado, obra en la que Goya presenta una anatomía más serena que la de los pintores barrocos, la encarnación es luminosa y el volumen acentuado. El mismo año está en Zaragoza de nuevo para pintar varios frescos de la basílica del Pilar, bajo la dirección de Francisco Bayeu, al que no le gusta la pintura de Goya porque rompe con la tradición. En efecto, la audacia de Goya con la pincelada, nada académica, le separa definitivamente de Bayeu en lo artístico.

De nuevo en Madrid dará un salto profesional cuando el ministro Floridablanca le encarga, junto a otros, la decoración de la basílica de San Francisco el Grande, y aún se encuentra allí el óleo sobre lienzo que Goya pintó: “San Bernardino de Siena predicando al rey Alonso de Aragón”[v] (1782-1784). Sobre una roca está el santo, y el rey arrodillado, junto con su Corte, a un nivel muy inferior. El mismo Floridablanca le encarga un retrato y Goya lo representa como protector del Canal de Aragón[vi] (1783), donde el ministro, estilizado, está rodeado de un reloj, la figura de Carlos III al fondo, el autorretrato de Goya de perfil y una gran cartela alusiva a las obras públicas de la Ilustración.

Al servicio del infante don Luis, que se encontraba con su familia exiliado en Arenas de San Pedro[vii], pintó “La Familia del Infante don Luis”[viii] (1784), donde los personajes están representados en una escena doméstica alrededor de una mesa (Goya se autorretrató en una posición inferior). Luego vendrían sus trabajos para la Casa de Osuna, que le pusieron en contacto con tertulias, personajes e influencias, pero también  quedaban al pintor muchas desgracias…


[i] Se encontraba en la iglesia parroquial de Fuendetodos.

[ii] Se encuentra en el Museo del Prado.

[iii] Monasterio de Zaragoza.

[iv] La Real Fábrica de Tapices estaba dirigida entonces por Francesco Sabatini (Palermo, 1721), arquitecto favorecido por el rey Carlos III.

[v] Se trata de Alfonso V. Las dimensiones del cuadro son 480 por 300 cm. Están editados los bocetos de esta obra.

[vi] “El conde de Floridablanca”. Se encuentra en el Banco de España (Madrid).

[vii] Ver aquí mismo “Tres mujerzuelas a su servicio”.

[viii] Se encuentra en la Fondazione Magnani-Roca de Parma.

* Ilustración de "La Comarca".

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