martes, 25 de abril de 2023

Los tres reinos (2)

 

                                            Castillo de Durham (es.hoteles.com/go/inglaterra)

La revuelta de 1639 intentó atajarla Carlos I con un ejército que resultó insuficiente y fue derrotado, tomando los escoceses las ciudades inglesas de Newcastle y Durham. El rey convocó entonces el Parlamento (1630) pero este le negó todo tipo de ayuda económica en represalia a once años de gobierno personal del rey[i], y al tiempo el virrey de Irlanda, Thomas Wertworth (conde de Stranfford), se dirió al rey para ofrecerle un ejército irlandés en su ayuda, lo que sonó en Inglaterra como una invasión católica.

Irlanda, como Escocia, era predominantemente agrícola y ganadera, y la autoridad del rey en la isla era reducida al área colonial de The Pale, una “zona de seguridad” de Dublín y sus alrededores, donde se encontraba la sede del poder político y militar inglés hasta 1922. Aunque el virrey debía tener en cuenta al Parlamento irlandés, este no tenía los poderes que el de Londres. Ya la reina Isabel I había fundado, en 1592, la universidad protestante de Trinity College, y la cercana catedral de San Patricio era la principal sede de la Iglesia reformada de Irlanda.

En el resto de la isla la población católica vivía del campo y hablaba gaélico; estos habitantes se hacían llamar “antiguos irlandeses” para diferenciarse de los colonos, pero en torno a 1600 los “antiguos ingleses” de Irlanda también se consideraban nativos de la isla, pues eran descendientes de la población anglonormanda que conquistó Irlanda en el siglo XII[ii], siendo también católicos; por otra parte mantenían estrechos vínculos comerciales con Inglaterra y España.

En 1541 el Parlamento de Dublín había aprobado que Irlanda pasaba de señorío a reino, y con Isabel I (1558-1603) y su sucesor Jacobo I se llevó a cabo un control más extenso sobre el territorio con planes estatales de colonización: los “nuevos ingleses” cumplieron en esto un papel “modernizador”, pero encontraron una fuerte resistencia en Ulster, la provincia gaélica por antonomasia. Desde finales del siglo XVI sus dos principales señores, O’Neill y O’Donnell, buscaron conjuntamente el apoyo de Felipe II de España, pero los aliados hispano-irlandeses fueron derrotados, y con el tratado anglo-español de 1604 el objetivo del nuevo rey de España (Felipe III) en Irlanda pasó a conseguir la libertad de conciencia para los católicos de la isla. Desde 1607 la colonización de Ulster fue una realidad, obteniendo los colonos escoceses e ingleses las mejores tierras.

Los nativos irlandeses y los “viejos ingleses” vieron deteriorada su situación jurídica, política y económica fuera de Ulster, y desde 1625 el rey Carlos I Estuardo siguió la política fiscal que ya estaba aplicando en Inglaterra: aumento de impuestos, para lo que fue de utilidad el virrey Thomas Wertworth con proyectos de plantaciones en Connacht (oeste de Irlanda), pero consiguió atraerse por igual el odio de los católicos y de los protestantes de la isla, alzándose en armas los primeros, y los segundos se alinearon en el Parlamento de Londres contra el rey, el cual entregó al virrey de Irlanda para ser decapitado en 1641, poco antes del estallido de la gran rebelión en la isla, lo que provocó la huída en masa de los colonos protestantes[iii] o su atrincheramiento en Ulster.

Con cuatro millones de habitantes (cinco desde 1630) Inglaterra no tenía un gran ejército permanente, y las guerras con los señores irlandeses y con España habían dejado al estado en la ruina. Jacobo I puso fin al conflicto con España (1604, ver más arriba), en 1616 ejecutó a Sir Walter Raleigh[iv], todo un símbolo de la época isabelina, y en 1623 dejó que su hijo Carlos viajase de incógnito a España para ver si sería posible su boda con la infanta María de Austria, hermana del rey Felipe IV. Las exigencias de este sobre la necesidad de que Carlos se convirtiese al catolicismo o, en su defecto, la libertad de conciencia para los súbditos católicos de Jacobo, abortó el intento.

En cuanto a Escocia, Jacobo I advirtió que no la gobernaría por medio de un virrey, y ante el debate de los tratadistas que se fijaban en España[v], Francis Bacon sostuvo que no eran comparables los dos casos, británico y español, augurando la separación de Portugal de la monarquía española (desde 1640)[vi]. Carlos I cambió la política de paz con España que había seguido su padre y se vio envuelto en dos conflictos en el exterior: el intento de restaurar en el Palatinado al príncipe protestante Federico V y, de más envergadura, la guerra con España (1625-1630), por la que Inglaterra se alió con las Provincias Unidas que aspiraban a su independencia de la monarquía española, y también en la ya iniciada guerra de los treinta años contra los Habsburgo.

Los problemas para financiar estos conflictos llevaron a Carlos a una política fiscal muy agresiva: un impuesto sobre los navíos al que se opuso el Parlamento, por lo que decidió disolverlo; acudió entonces a financieros extranjeros, pero salió derrotado en el Palatinado y en Cádiz (1625). Convocó el Parlamento en 1626, pero este quiso investigar lo ocurrido en Cádiz[vii] y algunos parlamentarios fueron arrestados, negándose entonces el Parlamento a discutir hasta que no fueran liberados. El rey volvió a disolverlo. Cuando un nuevo Parlamento le presentó al rey en 1628 una “Petición de Derechos” para que se evitase cualquier detención arbitraria y para que el rey no pudiese exigir nuevos tributos, pues la corona tenía ya una deuda extraordinaria[viii] y se había interrumpido el comercio con España, el rey disolvió de nuevo el Parlamento y nueve parlamentarios fueron arrestados, comenzando un gobierno en solitario del rey por once años.

Durante este tiempo el rey aumentó los ingresos y situó a la Royal Navy a la altura de las tres armadas más potentes del momento (España, Francia y Holanda). Para conseguirlo se pusieron en vigor antiguos impuestos como el Ship Money, una tasa anual sobre la fabricación de buques de guerra sufragada por las ciudades costeras a cambio de su protección. El impuesto se convirtió en permanente desde 1635 y se extendió al interior del país so pretexto de beneficio común por la seguridad de la costa. Algunos pequeños propietarios agrícolas fueron convertidos en caballeros y, como tales, sujetos a una tasa. La voracidad recaudatoria del rey, junto con la excusa de que sus colaboradores discriminaban a los puritanos anglicanos, que llegaron a controlar el Parlamento, llevaron a este a decidir la muerte del rey (1649).


[i] Lo había disuelto tres veces.

[ii] El papa autorizó dicha conquista para combatir los ritos paganos que eran comunes en la isla.

[iii] Los favorecidos por la política real.

[iv] Marino, corsario, pirata y escritor inglés.

[v] Respeto a las instituciones de cada reino bajo un mismo rey.

[vi] Como se sabe, también Cataluña se separó de la monarquía española durante unos años.

[vii] Estaba complicado Georges Villiers, duque de Buckingham y favorito de los reyes Jacobo y Carlos. En 1623 había acompañado a este último a España para negociar el matrimonio con la hermana de Felipe IV. En 1628 un oficial del ejército le asesinó.

[viii] Solo el embargo sobre navíos y mercancías inglesas en Andalucía y Portugal (formando parte de la corona española) sumó cerca de 250.000 ducados.

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