Paisaje de los Vogos, Francia |
Tiene gran interés el artículo de Julio Peñate sobre los viajeros españoles por Europa, refiriéndose en este caso a Modesto Lafuente, Mesonero Romanos y Ángel Fernández de los Ríos. El viaje del primero se produce a principios de los años cuarenta del siglo XIX, cuando España entra en un período de relativa tranquilidad -dice el autor citado- (que no estabilidad). Una vez que las guerras de la independencia americana habían terminado y también la civil en 1839, Eugenio Ochoa se permite decir:
Esto de viajar por recreo puede considerarse como usanza esencialmente moderna, a lo menos en España... Todavía a principios de este siglo, un hombre que había pasado la raya de Francia y penetrado hasta las murallas de Bayona, era ya una especie de fenómeno; se le llamaba 'cosmopolita'; al que había llegado a Burdeos, se le consideraba un intrépido viajero, un capitán Cook; llegar a París era cosa excesivamente inverosímil, temeridad en que rarísima vez se creía...
Modesto Lafuente realiza su viaje por Francia, Bélgica, Holanda y Alemania, regresando a España por Francia, en 1841, escribiendo sus impresiones mediante los pareceres de dos personajes que se inventa, Fray Gerundio y Pelegrín Tirabeque, su sirviente. El primero dará la nota culta, mientras que el segundo hará observaciones pintorescas que animarán el relato (1). La particularidad de este viaje -dice Julio Peñate- es que se relata la ida y la vuelta, así como que se trata de un viaje voluntario, es decir, "por recreo".
Una de las cosas que el autor revela de sus impresiones es que los países visitados le parecen prósperos, seguros y pacíficos, pero materialistas, seguramente en comparación con la situación que conoce de España, donde no existía una red de caminos suficiente, el país acababa de salir de una guerra civil y nada tenía de próspero. El autor se vale de Fray Gerundio para hablarnos del trasnporte en los paises citados, el alojamiento, las lenguas, los edificios religiosos y civiles, los museos, las bibliotecas, las librerías, plazas, bulevares y paseos, casas y cementerios de personas ilustres, así como apuntes de la economía en cada ciudad: una fábrica de locomotoras en Lieja, una de cerveza en Lovaina, etc.
También llama la atención de Modesto Lafuente la puntualidad en las citas, lo que quiere decir que en España no debía darse; la riqueza teatral de París, las cárceles educativas para jóvenes en el conjunto de Francia, los guías turísticos "organizados e identificados" en Alemania, el funcionamiento de los trenes en Bélgica... Es decir, Modesto Lafuente nos da una idea de la Europa dinámica, organizada y moderna a la que España no se había incorporado, si bien es cierto que solo nos habla de cuatro países, pues los de Europa oriental y del sur debían ser muy otra cosa.
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(1) Así se publicó la obra con el título "Viajes de Fray Gerundio por Francia, Bélgica, Holanda y orillas del Rin", 1842.
Esto de viajar por recreo puede considerarse como usanza esencialmente moderna, a lo menos en España... Todavía a principios de este siglo, un hombre que había pasado la raya de Francia y penetrado hasta las murallas de Bayona, era ya una especie de fenómeno; se le llamaba 'cosmopolita'; al que había llegado a Burdeos, se le consideraba un intrépido viajero, un capitán Cook; llegar a París era cosa excesivamente inverosímil, temeridad en que rarísima vez se creía...
Modesto Lafuente realiza su viaje por Francia, Bélgica, Holanda y Alemania, regresando a España por Francia, en 1841, escribiendo sus impresiones mediante los pareceres de dos personajes que se inventa, Fray Gerundio y Pelegrín Tirabeque, su sirviente. El primero dará la nota culta, mientras que el segundo hará observaciones pintorescas que animarán el relato (1). La particularidad de este viaje -dice Julio Peñate- es que se relata la ida y la vuelta, así como que se trata de un viaje voluntario, es decir, "por recreo".
Una de las cosas que el autor revela de sus impresiones es que los países visitados le parecen prósperos, seguros y pacíficos, pero materialistas, seguramente en comparación con la situación que conoce de España, donde no existía una red de caminos suficiente, el país acababa de salir de una guerra civil y nada tenía de próspero. El autor se vale de Fray Gerundio para hablarnos del trasnporte en los paises citados, el alojamiento, las lenguas, los edificios religiosos y civiles, los museos, las bibliotecas, las librerías, plazas, bulevares y paseos, casas y cementerios de personas ilustres, así como apuntes de la economía en cada ciudad: una fábrica de locomotoras en Lieja, una de cerveza en Lovaina, etc.
También llama la atención de Modesto Lafuente la puntualidad en las citas, lo que quiere decir que en España no debía darse; la riqueza teatral de París, las cárceles educativas para jóvenes en el conjunto de Francia, los guías turísticos "organizados e identificados" en Alemania, el funcionamiento de los trenes en Bélgica... Es decir, Modesto Lafuente nos da una idea de la Europa dinámica, organizada y moderna a la que España no se había incorporado, si bien es cierto que solo nos habla de cuatro países, pues los de Europa oriental y del sur debían ser muy otra cosa.
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(1) Así se publicó la obra con el título "Viajes de Fray Gerundio por Francia, Bélgica, Holanda y orillas del Rin", 1842.
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