martes, 16 de junio de 2020

Arte y reforma luterana

Detalle de "Los cuatro hombres santos" (*)
En 1520 Durero hizo un viaje a Aquisgrán para ser recibido por el emperador Carlos, pues pretendía que la pensión que le había reconocido el anterior emperador, Maximiliano, le fuera renovada. En este viaje el artista pasó por los Países Bajos, dejándonos un diario en el que, sobre Lutero, dice: Quienquiera que lea los libros de Martín Lutero podrá ver cuán clara y transparente es su doctrina… Por lo tanto, sus escritos deben ser tomados con el más grande honor y no quemarse; a menos que, claro, sus oponentes, quienes siempre luchan contra la verdad, fueran también quemados con sus opiniones, ellos que harían dioses de hombres…[i].

Durero fue un ávido lector de los escritos luteranos, por lo que cuando escribió lo anterior conocía bien el pensamiento del monje de Wittenberg, aunque la mayor parte de los encargos que recibía el pintor proviniesen de la Iglesia. Viene esto a cuento porque la doctrina de Lutero planteó una taxativa prohibición de las imágenes religiosas, lo que para Durero sería la más importante fuente de su trabajo.

Como Durero murió en 1528 no le dio tiempo a ver las más importantes consecuencias de la reforma religiosa luterana, sin embargo, a pesar de conocer las divergencias entre Lutero y el emperador Carlos, el pintor procuró el apoyo imperial para su oficio al tiempo que leía al teólogo. Y es que Durero y muchos otros jamás pensaron que de las ideas de Lutero nacería una nueva interpretación de la doctrina cristiana que terminase por dividir a sus fieles.

En el mencionado diario Durero da cuenta de haber estado en Amberes durante unas celebraciones religiosas en 1520. Describe la procesión de dos horas con gran detalle, mencionando desde el desfile de los gremios hasta la caminata de las distintas órdenes religiosas, cada una adornada con las imágenes correspondientes. También habla de las dramatizaciones que desfilaron (San Jorge, Santa María Magdalena, etc.), “todo conducente a una gran devoción”. Según la autora a la que sigo, en sus escritos, Durero llegó a decir: Destruyendo las imágenes religiosas pretendían honrar a Dios haciendo algo que creyeron le complacía; y, para usar el lenguaje de los hombres, Dios se molestó con todos los destructores de obras de gran maestría, las cuales fueron elaboradas con mucho trabajo duro, esfuerzo y tiempo que es brindado solo por Dios”.

Desde los tiempos del segundo Concilio de Nicea (789) y una vez que la crisis iconoclasta bizantina fue superada, la Cristiandad no había enfrentado un fenómeno contra las imágenes religiosas como la que fue desatada por las ideas protestantes y sus diversas interpretaciones, aún teniendo en cuenta que Lutero no se mostró incendiariamente contra el uso de las imágenes religiosas, pero sí otros.

El mismo Durero, antes de la aparición de Lutero, veía la destrucción de imágenes como una actividad fútil y esta visión no cambió sustancialmente después de 1517 hasta su muerte. Su obra, con algunas excepciones, no da muestras de notables cambios iconográficos en el ámbito religioso; no puede decirse que Durero fuese un artista afectado por el rechazo a las imágenes religiosas.

Otros artistas contemporáneos de Lutero, como Lucas Cranach, el viejo, también dejan la impronta luterana en sus obras, siendo amigos entre sí, lo que hace pensar a Ziegler que “cuesta mucho pensar que Cranach, tan cercano a Lutero, aceptara sin más una radical prohibición de las imágenes religiosas, también para él fuente de prosperidad en su oficio”. La autora citada dice que si se revisa la obra conocida de Cranach, se pueden notar algunas cosas interesantes, como en las imágenes de la Virgen con el Niño, tan comunes desde el siglo XIV, que continúan presentes en su obra por lo menos hasta 1540. Todas las imágenes son muy intimistas, en las cuales María y el Niño comparten solos.

Las imágenes de santos siguen estando en la obra de Cranach hasta finales de la década de 1530, sobre todo en retablos, pero la mayor parte de las imágenes bíblicas que se conservan proceden de la década anterior en adelante, predominando imágenes de David y Betsabé, Judith y Holofernes, Salomé, Adán y Eva. Buena parte de estas imágenes eran parte de los encargos que recibió como pintor oficial de la corte de Federico III el sabio, en Wittemberg, a donde llegó Cranach en 1504, permaneciendo hasta 1550. Poseyó un taller de impresión donde Lutero trabajó febrilmente, y de esas prensas salieron los grabados más polémicos en su crítica hacia la Iglesia católica, pero nunca dejó de trabajar para sus mecenas católicos, siendo muy hábil hombre de negocios en este sentido.

Hay una discusión muy viva sobre la interpretación de la obra de Durero, “Los cuatro hombres santos”, donde parecen estar, en primer plano, Juan y Pablo, y en segundo Pedro y Marcos. El autor hizo escribir en el lado izquierdo del panel un texto donde se advertía de los “falsos profetas”, y en el lado derecho otro texto que decía “guardaos de los escribas que andan con ropas largas, y aman los saludos en el mercado…”[ii], en lo que Ziegler interpreta que Durero, a pesar de la influencia de Lutero, reconocía a Pedro como vicario de Cristo. A Pablo le reconocía la mayor cercanía a Lutero, y al mismo tiempo el reformador considera al Evangelio de Juan como el más próximo a Lutero, por lo que el artista estaría contra los sectores más extremos de la reforma, pero claramente influido por Lutero.

Desde 1522 Andreas Karlstadt (3) propagó desde Wittenberg el rechazo a las imágenes religiosas incitando a su destrucción, y algo parecido se dio en Zurich y en algunas ciudades del Báltico, pero no así en Nuremberg, por citar los casos investigados. Aquí había ganado terreno la posición moderada de Lutero, de la mano de teólogos como Andreas Osiander (4), pero la amenaza iconoclasta fue una realidad en la zona germánica, y así el mercado de las imágenes religiosas se derrumbó, aunque hubo autores como Durero que dieron una nueva concepción de las mismas.

Hablando de la obra de Durero “Los cuatro hombres santos”, no fue por encargo, sino que el artista la quiso donar a Nuremberg, su ciudad natal: “He tenido la intención –dijo- durante mucho tiempo, de mostrar mi respeto por sus excelencias presentando una humilde imagen mía como recuerdo… Ahora, sin embargo… no consideré ninguno [panel] más digno de conservar”.

Dos años después de la donación murió Durero, pero Lucas Cranach, el viejo, por el contrario, sí tuvo oportunidad de desarrollar toda una iconografía protestante. En 1529 Cranach realizó la obra “Ley y Evangelio”, en estrecha colaboración y consulta con Lutero. El resultado es no solo una pintura sobre las claves luteranas de la salvación, sino que su simbolismo establecerá una diferencia sustancial del arte religioso como medio de enseñanza.


[i] María Magdalena Ziegler, “La reforma luterana y la transformación de la imagen religiosa en las artes”. En este trabajo se basa el presente resumen.
[ii] Las inscripciones son más extensas, poniendo aquí solo una parte.
(3) Teólogo luterano que llegó a tener diferencias con Lutero.
(4) Teólogo luterano y editor que comentó la obra de Copérnico.
(*) 1526, óleo sobre madera, 215 por 76 cm. cada uno de los dos paneles. Alte Pinakothek, Munich.

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