domingo, 28 de junio de 2020

Salazones en la Galicia romana

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De las diversas industrias que conocemos de época romana, la de salazón de pescado tuvo una gran importancia dependiendo de las zonas costeras. Para el caso de Galicia los arqueólogos han descubierto instalaciones de salazón en Vigo, en el lugar de Nerga (Hío) Bueu, O Grove, Vilagarcía de Arousa (todas ellas en la provincia de Pontevedra), Cariño, Espasante, Bares  (en la provincia de A Coruña) y Area, en la costa de Lugo, municipio de Viveiro.

En ocasiones la existencia de instalaciones salazoneras están asociadas a salinas, que sirven a dicha industria, como es el caso de una zona urbana de Vigo, en la pendiente hacia la costa, cuya cronología más amplia se ha establecido entre los siglos I y III de nuestra era. En otras ocasiones se trata de factorías tardorromanas (siglos III-V).

En el lugar de O Fiunchal, en la playa de Carril (Alcabre, Vigo) se han podido reconocer tres tanques de salazón, uno de los cuales mide 1,60 por 2,70 metros que solamente se levanta 6 cm. Todo él está revestido de opus signinum[i], habiéndose comprobado la existencia de otras estancias complementarias para los trabajadores, además de tégulas e ímbrices (tejas planas y curvas)[ii].

En Punta Borralleiro (Alcabre, Vigo), no lejos del anterior yacimiento, se empleó la roca para dar basamento a la instalación, encontrando los arqueólogos diversos muros y también opus signinum. Otro ejemplo es el que se ha investigado en la calle Pontevedra de Vigo (y otras anexas) donde se han podido constatar diversos niveles de ocupación, desde el siglo II a. C. hasta el VII d. C., aunque no sabemos si la explotación sería continuada. Se sabe que el lugar de unas salinas anexas fue empleado para una necrópolis de entre los siglos III-VI. Estas salinas ocuparían una extensión de 400 m2, donde hubo estanques de decantación, de planta rectangular delimitados por lajas de piedra. Se ha descubierto, también, un horno que se data en los siglos I-II.

En A Igrexiña, lugar en el extremo suroeste de la península del Morrazo (Pontevedra), se descubrió un castro en una colina, así como un pavimento de salinas, que se supone abastecieron a los trabajos salazoneros de los habitantes del castro. Un tanque estudiado por A. Acuña Piñeiro tiene planta cuadrangular (2,90 por 2,40 metros) y una altura máxima de 1,15 metros (8 m3 de capacidad). Las esquinas son cóncavas y el revestimiento es de opus caementicum[iii]. Los tanques son de gran tamaño y la factoría habría sido abandonada en el siglo IV. En total se trata de cuatro tanques para salar el pescado, un anexo y un muro, habiéndose encontrado características similares en el estuario del Tajo y en el Algarve portugués. Los trabajos arqueológicos han dado abundantes tégulas y fragmentos de ánforas.

En el municipio de Bueu (Pontevedra), en el barrio de Pescadoira, hubo una instalación salazonera durante los siglos I y II. R. A. Viñas Cué ha descubierto tanquetas, construcciones anexas y canales, así como un taller alfarero: un horno cerámico para fabricar ánforas. En Adro Vello (O Grove, Pontevedra) se descubrió una cubeta para la salazón de pescado; las paredes son de mampostería de unos 30 cm. de espesor y revestido en su interior con cal y pequeños trozos de piedra, tejas y ladrillos. Las esquinas son también cóncavas, y el piso de la habitación donde se encuentra esta cubeta es de opus signinum.

Los habitantes de los castros ya explotaron los recursos pesqueros de la costa[iv], de forma que pesca y marisqueo formaron parte de sus actividades económicas. Los “concheiros” que han aparecido dan prueba de ello, así como los anzuelos y pesas que se han encontrado. Además, otros estudios han confirmado la presencia de especies diversas de media y gran talla, presentes también en las costas gallegas actuales.

Cuando los soldados, comerciantes y demás personal de cultura romana, llegan a Galicia, encuentran a estos castreños e intensifican la producción, comercialización y consumo de conservas de pescado, que es característica del mundo clásico en todo el Mediterráneo. Entre los romanos, la salazón del pescado llegó a constituir una industria muy desarrollada, consistiendo los trabajos en destripar a los peces y cortarlos en grandes trozos triangulares o cúbicos, en los que a su vez se hacían cortes para facilitar la penetración de la sal. Se colocaba en grandes cubas donde era mezclado con una cantidad correspondiente de sal. Tras una maceración de veinte días, se retiraba el pescado así tratado y se depositaba en ánforas con tapones de barro, que se almacenaban para su exportación (se entiende que los excedentes).

La importancia de la industria salazonera en el noroeste del África romana, en Andalucía y Portugal, se completó, si acaso con menor intensidad al ser una región periférica, con las salazones de la antigua Galicia.




[i] Con piezas cerámicas partidas en pequeños trozos y unidos con cal.
[ii] “La explotación del mar en la Galicia romana: el ejemplo de las instalaciones de salazón”, Ana María Suárez Piñeiro.
[iii] Se utilizan diversos materiales, piedras, escombros, etc. unidos mediante cal, tierra mojada…
[iv] Ana María Suárez Piñeiro. En el trabajo citado antes se basa el presente resumen.

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