viernes, 5 de junio de 2020

Critón

Cabo Sunión (Wikipedia)

¿Cómo vienes tan temprano? preguntó Sócrates a Critón cuando acababa de romper el día. Sócrates estaba en la cárcel y el alcaide había dejado pasar a Critón porque “es hombre con quien llevo alguna relación; me ha visto aquí muchas veces, y me debe algunas atenciones”. Pero como cuando llegó Critón a la celda de Sócrates, éste estuviese dormido, preguntó si aquel llevaba allí mucho tiempo, a lo que Critón contestó que sí. Y ¿cuál era la causa de que estando allí, no hubiese despertado al filósofo?, a lo que Critón dijo que “ya me hubiera guardado de hacerlo. Yo en tu lugar, temería que me despertaran, porque sería despertar el sentimiento de infortunio”.

Critón es, además de un personaje de Sócrates, el título de una obrita en la que dos personas dialogan, compuesta por el filósofo al comienzo de su vida adulta. “En el largo rato que estoy aquí –dice Critón- me he admirado verte dormir con un sueño tan tranquilo, y no he querido despertarte, con intención, para que gozaras de tan bellos momentos”, y continúa diciéndole que le admira la tranquilidad que demuestra aún en la desgracia. Sócrates le dice que sería poco racional que un hombre a su edad (recordemos que Sócrates es joven cuando escribe esto) temiese la muerte, pero en fin, le pregunta a qué ha venido.

Critón quiere darle cuenta de “una nueva terrible” que teme grandemente, pues llenará de dolor a los parientes del filósofo, a sus amigos; “es la nueva más triste y más aflictiva para mí”. ¿Cuál es? pregunta Sócrates. Pues que está pronto a llegar el barco de Delos según dicen los que vinieron de Sunio[i]; y siendo así, la vida de Sócrates corre grave peligro. Como Sócrates dijese que sería la voluntad de los dioses y que además no creía que llegase en ese día el buque, Critón le pregunta el por qué de esa conjetura, a lo que Sócrates contesta que no debe morir hasta el día siguiente de la vuelta de ese buque. “El buque no llegará hoy”, insiste, sino mañana, “como lo deduzco de un sueño que he tenido esta noche, no hace un momento; y es una fortuna, a mi parecer, que no me hayas despertado.

Critón le pidió que le contase el sueño a lo que el filósofo dice que “me ha parecido ver cerca de mí una mujer hermosa y bien formada, vestida de blanco, que me llamaba y me decía: Sócrates: Dentro de tres días estarás en la fértil Phtia”[ii]. A Critón le pareció extraño el sueño e insistió a su amigo que por esa vez siguiese sus consejos e intentase salvarse, pues no podía imaginarse verse privado de su amistad, “de un amigo de cuya pérdida nadie podrá consolarme”, además de que muchos pensarían que, pudiendo salvarlo, no se esforzó lo suficiente para hacerlo. Critón era rico y con su dinero podía conseguir que Sócrates fuese puesto en libertad, no pudiendo soportar adquirir la fama de haber querido más al dinero que al amigo.

Sócrates le dice que no hay que tener tan en cuenta la opinión del pueblo, sino solo la de las personas más racionales, pero como estuviese en prisión precisamente por la mala fama que el pueblo le hizo, insiste en salvarlo. “¿El no querer fugarte –dice Critón- nace del temor que puedas tener de que no falte un delator que me denuncie a mí y a tus demás amigos, acusándonos de haberte sustraído…?”, a lo que Sócrates contesta afirmativamente, pero también que hay otras razones.

Los acusadores también podrían ser comprados con dinero, y aún Critón cita a otros personajes que estarían dispuestos a ponerlo si Sócrates no quisiese aceptar el suyo. En cuanto a dónde ir, le dice, en cualquier parte del mundo sería bien recibido: ya sea Thesalia o cualquier otro lugar. Además ¿qué será de los hijos del filósofo si éste los abandona? Sería mejor no tener hijos, dice Critón. “Mi querido Critón” dice Socrates, “tu solicitud es muy laudable, si es que concuerda con la justicia; pero por lo contrario, si se aleja de ella, cuanto más grande es, se hace más reprensible”.

La obra entra en una conversación en la que cada vez es más insistente la propuesta de Critón para salvar al amigo y la resistencia del filósofo para permanecer en prisión: aunque la fortuna le fuese adversa, no podría dejar las máximas que siempre ha tenido por suyas, pues ante las opiniones de los hombres, las hay que son dignas de la más alta estimación, pero otras no merecen atención alguna. Sócrates argumenta que cualquiera ha de comer y beber según dicen los maestros, no dejarse dirigir por el capricho de todos los demás, con lo que Critón está de acuerdo. De la misma forma lo justo y lo injusto, lo honesto y lo deshonesto, lo bueno y lo malo, deben considerarse no según la mayoría, sino según los sabios. Por lo tanto “no debemos curarnos de lo que dirá el pueblo, sino solo de lo que dirá aquel que conoce lo justo y lo injusto”.

Entra luego Sócrates a considerar si hay justicia o injusticia en que él salga de la cárcel, pues no es lícito hacer injusticias cuando interesa y predicar la justicia en otras ocasiones. Partiendo de la base de que nunca se deben cometer injusticias, ya que toda injusticia es vergonzosa y funesta, tampoco se deben cometer injusticias contra los que nos las hacen; o también, no es justo volver el mal por el mal, como lo quiere el pueblo, pues esto es injusto. Estos razonamientos iban seguidos de preguntas a Critón a las que él contestaba diciendo que estaba de acuerdo.

Siguió entonces Sócrates diciendo que “saliendo de aquí sin el consentimiento de los atenienses haremos mal a alguno y a los mismos que no lo merecen”, a lo que Critón dijo no tener respuesta. Por eso Sócrates explicó que si “en el momento de la huida… o de nuestra salida, si la ley y la república misma se presentasen delante de nosotros y nos dijesen: Sócrates, ¿qué vas a hacer?... ¿qué podríamos responder? porque nuestra huoda sería una infracción de la ley, que ordena que los fallos dados sean cumplidos y ejecutados. Y como los argumentos de Sócrates siguieron por este camino, Critón terminó: “nada tengo que decir”.



[i] El cabo Sunión o Sunio, al sureste de Atenas.
[ii] Al nordeste de la Grecia clásica.

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