Arquería en el iterior de la muralla |
En la costa mediterránea israelí, al sur de la antigua Tiro, la ciudad de Acre es el símbolo más notable de la lucha entre dos mundos, entre dos ambiciones, a finales del siglo XII: musulmanes que la habían tomado en 1187 y cristianos que la conquistarían cuatro años más tarde.
Ciudad que remonta sus orígenes, según los estudios arqueológicos que se han venido realizando hasta el momento, a mediados del segundo milenio antes de Cristo, en la primera mitad del siglo VII de nuestra era ya estaba administrada por árabes y quizá sirios, durante la inicial expansión del islam hacia el norte a partir de la península Arábiga. Ahora lo que nos interesa es la época en que más encarnizada fue la lucha entre musulmanes y cristianos: las décadas finales del siglo XII.
Ciudad que remonta sus orígenes, según los estudios arqueológicos que se han venido realizando hasta el momento, a mediados del segundo milenio antes de Cristo, en la primera mitad del siglo VII de nuestra era ya estaba administrada por árabes y quizá sirios, durante la inicial expansión del islam hacia el norte a partir de la península Arábiga. Ahora lo que nos interesa es la época en que más encarnizada fue la lucha entre musulmanes y cristianos: las décadas finales del siglo XII.
Una calle fortificada de Acre |
Eran barrios mercantiles, que hacían de Acre una ciudad cosmopolita en la Edad Media, en la costa entre Palestina y Líbano. Algunas plazas porticadas, con rudas columnas sin basa, bóvedas y entibos, hablan de riqueza y de actividades al aire libre: mercantiles, cívicas, guerreras, incluso religiosas. La ciudad sale prominentemente hacia el mar, y desde él se dejan ver algunas de sus torres. La dominación cristiana durante el siglo XII dejó una clara impronta europea, "cuyo impulso fue particularmente relevante" en dicho siglo, de la misma forma que será relevante la influencia musulmana a partir del XVI por obra de los otomanos. Los recorridos -dice Olimpia Niglio- los barrios bien definidos, con ejes carreteros principales y secundarios, evolucionaron de forma que, en ocasiones, las calles quedaron convertidas en espacios cubiertos y destinados al comercio.
Murallas de Acre |
Cuando Felipe, rey de Francia, regresó a su país desinteresado de Acre, abandonó las gruesas ménsulas y los grandes y bien labrados sillares de los muros, las callejuelas medio cubiertas por túneles y pasadizos para comunicar una plaza, un espacio con otro; abandonó una ciudad con arquitectura riquísima en pleno auge del gusto románico; y dejó a los cristianos a quienes se restituyeron sus propiedades, sus casas, sus tierras en torno a la ciudad. Ahora de nuevo surcarían naves cristianas el mar de Acre, pero atentas a la próxima embestida de un islam en plenitud de ambición y de fe; de crueldad también, como los cristianos opuestos.
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