sábado, 11 de febrero de 2012

Agincourt


La guerra evolucionó con el paso del tiempo, y también en la Edad Media lo hizo, de forma que en el siglo XV los ejércitos disponían de armas no existentes con anterioridad y más abundantes, pero sobre todo una que no conocemos hasta el siglo XIII, la artillería. En la península Ibérica parece que la primera vez que se usó fue por parte cristiana en Niebla, entonces plaza musulmana. 

En el norte de Francia el relieve es llano, los horizontes se alejan de los hombres en cualquier dirección, y en una de estas llanuras, cerca de Calais, tuvo lugar el enfrentamiento entre un numeroso ejército francés y otro menos numeroso inglés. Estamos en el año 1415, en plena guerra de los "cien años", que envolvió a varios países europeos entre 1337 y 1453. Las treguas fueron numerosas, pero el conflictó no cesó durante este tiempo por las pretensiones de la monarquía inglesa de hacerse con el dominio de Francia y por el afán de los reyes franceses de incorporar las regiones del oeste. 

Monarquía y feudalismo constituyen un binomio realmente curioso. El normando Guillermo, en 1066, venció en Hastings a la monarquía inglesa, de forma que, como normando, era vasallo del rey de Francia. Pues los sucesores de éste Guillermo van a aspirar, solo por razones matrimoniales, a dominar Francia. Obviamente la guerra de los "cien años" tuvo más motivaciones, como las económicas y la hegemonía europea, pero no es aquí la guerra en su conjunto lo que me interesa.

Los reyes de Inglaterra y de Francia tenían, parece ser, caracteres muy distintos: más guerrero aquel, más cortesano éste. La preparación que Enrique V hizo para invadir Francia por el estuario del Sena, cerca de la villa de Harfleur, llevó su tiempo: una flota de tantos barcos como pudiesen trasladar a unos 6.000 soldados; mercancías, cañones, miles de caballos, mineros y sacerdotes por lo menos. Pensemos en la dificultad de todo esto. La salida de la ofensiva flota se hizo por Southampton y la travesía del canal de la Mancha duraría tres días, pero quizá otros dos para el desembarco de tanto personal, mercancías y animales. En Francia las cosas no estaban bien, en una especie de guerra civil entre los partidarios de los Borgoñones y los partidarios de los Armagnacs; en realidad dos banderías entre las que medió un rey de Navarra, entonces todavía no decidida a inclinarse del lado francés o del castellano-aragonés. 

Paisaje de Agincourt
Las monarquías, hasta el siglo XIX, no eran nacionales: los reyes se apoyaban en sus familias o en sus pueblos según los intereses dinásticos que tuviesen. A veces un aspirante a la corona se enfrentaba a su padre o a su hermano formando una bandería nobiliaria (en la que se veían involucrados campesinos y otros guerreros) y en otras ocasiones la víctima era el pueblo bajo, que aspiraba a librase de un tirano arropado por su familia para repartirse el botín.

El primer objetivo inglés fue la villa amurallada de Harfleur, cerca de la desembocadura pantanosa del Sena. Allí se apostaron las catapultas, los cañones y la pólvora. Las grandes piedras para ser lanzadas contra las murallas de Harfleur se embadurnaban de brea a la que se prendía fuego para que el estrago fuese mayor, pero los cañones eran pocos y su alcance no llegaba a un kilómetro. A los treinta y seis días la villa francesa no tuvo más remedio que rendirse, quedando allí un destacamento inglés. Los mineros ingleses había cavado fosos bajo las murallas y habían conseguido debilitar sus cimientos, pero la disentaría se cebó en la tropa inglesa por los insalubres pantanos que rodeaban a la villa, muriendo quizá un 20 por ciento de aquella soldadesca.

Ahora el objetivo es Calais, pero al intentar atravesar el ejército inglés el río Somme se encuentra, al otro lado, con un poderoso ejército francés, mucho más numeroso, que algunos historiadores, basándose en las fuentes, cifran en 30.000 soldados. Al frente no se encontraba el rey Carlos VI, pero sí importantes generales, mientras que el inglés Enrique V dirigía a sus mesnadas. Curiosa forma de concebir la función real: el monarca era, frecuentemente, un soldado y no importaba desestabilizar la institución si el rey moría en un hecho de armas. El recorrido inglés se hizo por la costa, llegando hasta Blanchetaque, escenario de otra batalla a mediados del siglo XIV. Pero no queda otro remedio que seguir el valle del Somme hacia el interior, en lo que el rey inglés tuvo el apoyo y bendiciones de la Iglesia, que no tenía en estos lances nada de católica, y sí mucho de nacional si es que se puede decir que la Iglesia apoyaba a la nación; más bien a su estatus y a su rey, con el que formaba un tandem muy sólido. El ejército inglés, muy mermado, pasa por Amiens, Boves y Nesle y luego pasa el río por el vado de Betencourt, mientras que el ejército francés destruye los cultivos a su paso para evitar el aprovisionamiento inglés. 

De nada vale el parlamento de Athies, donde el inglés se niega a llegar a un acuerdo con los franceses. A cambio, los soldados ingleses se confiesan ante los curas para afrontar la próxima batalla. En la localidad de Agincourt, cerca de Calais, en una planicie rodeada de una zona boscosa, se producirá el enfrentamiento. Era el 25 de octubre de 1415, en un campo labrado y tras un rechazo, ahora de los franceses, para llegar a un acuerdo propuesto por los generales enemigos. Hachas, lanzas, palos, estacas, espadas y arqueros, éstos sobre todo ingleses enfrentaron a los desiguales ejércitos. La victoria sería para los invasores, si es que se puede llamar así a quienes se reconocen dueños de la mitad de Francia. En medio de la batalla, y tras ella, hubo de todo: códigos de caballería que se pusieron en práctica y masacres de prisioneros que, en el caso inglés, demostraron una curledad extraordinaria. Un nuevo destacamento inglés en Calais y embarque de las diezmadas tropas hacia la isla. Normandía estará en poder inglés durante dos décadas más, pero en 1422 muere Enrique V, un joven realmente osado y pendenciero, quizá con pocas dotes para gobernar pero sí para guerrear, sin pararse a pensar que la vida es corta (y más en su época). Pero entonces lo importante era la gloria militar, el prestigio de la dinastía, el poder del rey sobre sus nobles, y esto solo se podía conseguir con victorias militares.

La victoria inglesa en Agincourt sirvió, sí, para el reconocimiento en Inglaterra de EnriqueV y sus arqueros, capaces de vencer aun ejército mucho más numeroso. Sirvió para producir destrucción, ruina y muertes a cientos, pero no sirivió para que Inglaterra se hiciese con Francia, que desde mediados del siglo XV se encaminaba a construir su estado moderno.




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