martes, 21 de febrero de 2012

Viaje a través de la Cólquida

Saliendo de Trebisonda, a orillas del mar Negro y al nordeste de Anatolia, se sigue la imperfecta llanura costera vigilada muy de cerca por montañas de mediana altura. La ciudad de partida es antigua. Debieron ser colonos milesios (griegos) los que se asentaron en aquel lugar a mediados del siglo VIII a. de C., pero tras la ocupación del territorio por los persas de la dinastía aqueménida, la población se iranizó. Las colonias griegas del mar Negro, sin embargo, mantuvieron siempre una influencia sobre aquella población híbrida que incluso desde el siglo III a. de C. se mantendrá independiente de Seleúcia y de otros estados helenísticos. 

En dirección este y luego norte, bordeando la costa oriental del mar Negro, llegamos a la Cólquida, donde el mito dice que Jasón consiguió el vellocino de oro que daba prosperidad. La ciudad más importante de la costa georgiana hoy, es Batumi, pero a finales del siglo II a. de C. incluso existió el reino de Cólquida, formado por la convivencia de varios pueblos que se habían ido asentando allí desde hacía siglos, los mismos en que la región fue objeto de rapiña por parte de cimerios y escitas. 

Seguimos hacia el norte y nos vamos acercando a la gran muralla natural del Cáucaso, que separa Georgia de Kabardino-Balkaria, bajo soberanía rusa. La cima más alta, a 43º 3º' de latitud norte, es la mole de Elbrus, en realidad dos picos macizos y nevados, rodeados de nubes casi siempre, con paisajes inmensos y bellísimos. Es el Strobilus de los antiguos; varios glaciares se alimentan de su nieve, que corre por sus pendientes, picachos enérgicos y agudos se elevan sin someterse a la erosión; los valles se esparcen radialmente en unos casos desde la base de la montaña; en otros, paralelamente a ella. La altura máxima está a 5.642 metros sobre el nivel del mar.

Desde Trebisonda nos hemos desplazado, en dirección norte, solo 2º y 21'; algo más de un tercio de lo que separa el Mulhacén de la costa de Lugo, en España (6º 31'). Y sin embargo el cambio ha sido sorprendente: desde las llanuras del Ponto hemos ascendido hasta las nubes, a las cumbres más altas del Cáucaso, frontera natural entre Europa y Asia. Las pendientes mayores se dan en la dirección norte-sur; menos hacia el este; presentando un paisaje más aplanado y esparcido las pendientes noroeste-sureste y suroeste-nordeste. Pero lo que impresiona son los mares de nubes, los prados muy ralos, las lagunas quietas en la altura, heladas casi todo el año; y en cualquier dirección las elevadísimas montañas de toda la cordillera. 



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