Preocupado siempre por la perspectiva, por dar a sus pinturas el sentido realista de la profundidad, del espacio, también pintó retratos en los que la imagen de perfil domina, y esto se puede ver también en retratos renacentistas de otros pintores. Paolo Ucello, buen conocedor de la pintura gótica, era también un matemático dedicado a pintar edificios geométricos en los que poder ensayar el espacio.
Retrato de hombre, 1430 (42 por 33 cm.), temple sobre madera |
En cuanto a los colores vivos y brillantes se puede considerar más un pintor gótico, porque en la realidad no se dan esos colores, sino que son más bien resultado del afán por embellecer la obra. Fue partidario de dar a sus retratos un refinamiento y un lujo que veremos también en otros pintores posteriores, como Piero della Francesca o Rafael, aunque éste último preferirá el retrato de tres cuartos. Ucello se formó con Ghiberti y luego trabajó en varias ciudades italianas: Venecia, Florencia, Prato, Urbino, Padua... En Urbino estuvo al servicio de Federico de Montefeltro durante unos tres años (1465-1468). Era ya un pintor consagrado y ahora trabajaba para un caudillo de aquellos que, a base de guerrear, se habían hecho con el control de una república, de una ciudad italiana. Para no ser menos que otros se hizo retratar y ejerció como mecenas de varios artistas.
Retrato de joven, 1440-1442 (47 por 36 cm.), óleo sobre lienzo |
Aquella Italia era un hervidero de comerciantes, guerreros, navegantes, banqueros, eclesiásticos, mecenas y artistas, pero también había pobreza, discriminación y contínuos enfrentamientos entre unas ciudades y otras, intrigas palaciegas de las que no se libraron los papas. Y los artistas iban de una ciudad a otra para entregarse al mejor postor, o bien permanecían en sus talleres preferidos, consagrados a una o dos ciudades principales.
Retrato de dama, 1450 (39 por 26 cm.), óleo sobre lienzo |
En sus retratos no había fondo, lo que contrasta con otras obras suyas en las que aquel se prolongaba largamente; eligió esos fondos oscuros para que destacase la imagen del retratado, sin desviar la atención a ninguna otra cosa. La elección del perfil fue una moda que luego evolucionó; siempre personajes más o menos jóvenes, idealizados, de la burguesía o de la nobleza, ricamente ataviados, con una gama de colores muy rica y donde casi nunca deja de estar el rojo; las encarnaciones destacan sobre el conjunto, habiendo ensayado el dominio del dibujo en casi todos los casos, pero en otros proyectando luces y sombras para conseguir un mejor efecto de volumen (ver el "retrato de joven" arriba).
Retrato de mujer, 1440 (41 por 31 cm.), temple sobre madera |
Casi siempre de pequeño formato, para adornar la casa patricia a la que pertenecían los retratados, personas para nosotros anónimas, prueba de que en alguna ocasión la imagen no correspondía a nadie en particular, y en otras se trataba de personas acomodadas pero no sobresalientes en la sociedad de su época. En el último ejemplo sustituye el fondo negro por un espacio geométrico, donde realiza un estudio de perspectiva que enmarca la imagen de la mujer retratada y, de paso, ilumina la parte superior derecha tenuemente, como si la luz penetrase por la esquina superior izquierda.
Retrato de Federico de Montefeltro, de Pierro della Francesca |
Autorretrato de Rafael |
El naturalismo del autorretrado de Rafael supera con mucho a los retratos de Ucello y della Francesca (en el de Federico de Montefeltro, della Francesca elige un fondo de paisaje muy alejado, al tiempo que trata de ensalzar la imagen solemne del condotiero).
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