Curas vascos que serían asesinados por Franco |
No hace mucho leí un artículo de Santiago Martínez Sánchez sobre el papel del nuncio Antoniutti en España sobre el clero vasco. La obra se centraba en algunos meses de 1937, cuando Antoniutti todavía no era nuncio porque el régimen de Burgos no había sido reconocido por el Vaticano. Contrariamente, los obispos españoles ya habían publicado su carta colectiva apoyando al general Franco y llamando a la guerra "cruzada". Es decir hubo un desfase entre el deseo de los obispos españoles de mantener sus privilegios apoyando a un régimen que les sería favorable (ya había dado muestras de ello) y condenando a otro que les había privado de ellos.
Pero otra cosa fue en las provincias vascas, particularmente en Vizcaya y Guipúzcoa, donde un numeroso grupo de curas vascos fueron acusados por el régimen de Burgos de ser "nacionalistas". Ello implicaba apoyar al Gobierno vasco, que apoyaba a su vez a la República. Hay coincidencias que son muy curiosas, porque la carta de los obispos españoles se hizo pública en julio de 1937 y un mes antes fue cuando Vizcaya cayó en manos del ejército sublevado. El cardenal Gomá se deshizo en amabilidades con Antoniutti, prestándole a su secretario, que a su vez hizo de "espía" sobre los movimientos del futuro nuncio en favor del primado español. Una de las primeras misivas que Antoniutti envía a Roma cuando toma contacto con España dice que la situación en el país era un vulcano che buttava lava, zolfo e lapilli. Con la disculpa de que Antoniutti venía para facilitar la vuelta de los niños vascos que habían sido enviados a otros países (gestiones que fueron reales) ello le permitió entrevistarse con el general Franco, lo que consiguió Gomá mientras el golpista estaba hospedado en el palacio salmantino del obispo Plá y Deniel.
Ya se había producido la negociación entre el Gobierno vasco y el de Italia (fascista) para la rendición de los batallones vascos y, aparte los pormenores que el autor citado da al principio sobre donde debía residir Antoniutti, si en Pamplona o en Bilbao, pues el Gobierno de Burgos le había prohibido que lo hiciese en territorio vasco, el general Franco, en la audiencia que le concedió, le llamó "representante de la Santa Sede en España", deseoso como estaba de un reconocimiento del Vaticano, sin que Antoniutti ostentase tal cargo. Franco expuso al italiano que los miembros del clero vasco "no eran precisamente víctimas de la guerra sino culpables y alentadores de la resistencia..." y que la represión al clero vasco no era consecuencia de la guerra, sino de la necesidad de "afrontar de raíz el problema del nacionalismo".
Teniendo en cuenta la lentitud con la que el Vaticano ha actuado siempre que se ha tratado de comprometerse en causa alguna (los crímenes del nazismo solo fueron condenados por el papa Pío XI en marzo de 1937, cuatro años después de que el régimen se hubiese institucionalizado) se comprende que el Vaticano también se tomase su tiempo antes de reconocer al Gobierno de Burgos, lo que preocupaba a los obispos españoles. Antoniutti pidió a las autoridades de Burgos que no se aplicase al clero vasco la misma ley que a los demás reos, "ya que esto sería explotado en el extranjero contra Franco", al tiempo que el arzobispo italiano criticó al clero nacionalista vasco. Las autoridades de Burgos, que mataron a no pocos sacerdotes vascos sin miramientos, accedieron no obstante a la liberación de Ramón Galbarriatu, arcipreste de Bilbao, y eso que estaba acusado "de una gravedad no común en el clero", informó Antoniutti a Roma, "que, por desgracia, es cierto", apostilló el mismo. Lo cierto es que Galbarriatu estaba detenido por haber firmado en marzo de 1937 un documento del clero vasco al papa, alabando el respeto y defensa de la religión [léase de la Iglesia] del Gobierno de Euzkadi.
A mediados de agosto había -siguiendo al autor citado- 63 curas seculares detenidos, 13 carmelitas y 5 pasionistas, "acusados de complicidad nacionalista": en total, 81 clérigos. En aquel tiempo era alcalde de Bilbao (ya en manos de Franco) un "converso" que luego vivió a cuerpo de rey durante el régimen criminal: José María de Areilza, el cual había pronunciado un discurso tan comprometedor para Antoniutti, que éste tuvo que pedirle que sus palabras no saliesen publicadas en la prensa, la cual, como se sabe, estaba amordazada.
No es descubrir nada si se dice que la represión del clero se dio tanto en la zona republicana (pero no por parte del Gobierno republicano) como en la sublevada, en éste caso particularmente en las provincias vascas, pero sí conviene divulgar que lo que se llamó "cruzada"contó con no pocos crímenes contra dicho clero por parte de los "cruzados" que, a su vez, estuvieron ayudados por musulmanes (muy poco "cruzados", por lo tanto") procedentes de África que vinieron a morir a España sin saber ni para que. Paradojas que se agrandan tristemente cuando solo el egoismo y la ambición personales guian a ciertos personajes que han pasado por la historia para desgracia de sus pueblos.
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