domingo, 27 de mayo de 2012

Alemania e Italia invaden España

El primero que concibió la participación de alemanes e italianos en la guerra de España de 1936 como una invasión fue, creo, el entonces Presidente del Gobierno español, Juan Negrín. En abril de 1938 intentó salvar las vidas de los muchos que todavía iban a morir, acabar la guerra lo antes posible y salvar a España de una dictadura. En el segundo de sus "trece puntos" enviados al general Franco decía que era necesario "librar a España de los militares extranjeros invasores". Quienes se han atribuído el patriotismo durante décadas -y no paran- traicionaron a su país permitiendo la invasión del ejército nazi y fascista, alemanes e italianos, para que bombardeasen mercantes españoles, matasen milicianos, asesinasen a mujeres y niños y encumbrasen a unos pocos criminales a la cabeza del Estado. Que en una guerra hay brutalidad por ambas partes no cabe dudarlo, pero ahora de lo que aquí hablamos es de la invasión de España por parte de Alemania y de Italia en 1936, así como de sus actuaciones contra el Gobierno legítimo y a favor de unos traidores a su juramento y a su patria. 

Hoy ya se sabe que el general Franco se aupó al poder durante la guera porque fue el que consiguió la ayuda alemana e italiana, cosa que no consiguieron ni Queipo de Llano, ni Mola, ni Goded ni los demás conspiradores, bien sabido que los citados en último lugar murieron a poco de comenzar el conflicto. Pero tampoco Varela, ni Aranda, ni Fanjul, ni otros golpistas consiguieron el apoyo de nazis y fascistas, mientras Franco sí. 

La flota republicana había bloqueado a Franco y sus tropas en Marruecos cuando el 21 de julio de 1936, cuatro días después del levantamiento militar, el golpista solicitó aviones de transporte alemanes. No podía ignorar que el régimen alemán era criminal, poque lo sabía toda Europa, y de ahí que las democracias le temiesen y renunciasen a participar en la guerra de España. Además Franco no tuvo inconveniente en violar la ley (si levantarse contra el Estado no lo fuese ya) al simular que tal ayuda era una transacción comercial. Hasta entonces Alemania no había participado en los preparativos del levantamiento militar, entre otras cosas porque el Mediterráneo no era objetivo de Hitler, sino la Europa central y oriental. Por medio de Rudolf Hess se facilitaron las cosas para que los enviados de Franco fuesen recibidos por Hitler, que se encontraba en Bayreuth para escuchar ópera. 

La ayuda militar a Franco fue dada a crédito, lo que luego tuvieron que pagar todos los españoles hasta bien avanzado el régimen dictatorial en España. A cambio Alemania iba a recibir minerales españoles (piritas ferro-cobrizas y mineral de hierro) para que Hitler siguiese su programa de rearme y pudiese matar al mayor número de europeos años más tarde. A finales de julio ya empezaron en Alemania los primeros pasos para la invasión de España: unos pocos aviones y un barco con material; luego soldados alemanes ("la fuerza de la alegría") y así hasta un total de 18.000 soldados, aunque nunca estuvieron todos al mismo tiempo en España. Luego 140 aviones y casi medio centenar de tanques, varias decenas de cañones y, en octubre de 1936, la "legión cóndor", que actuó autónomamente del mando español, lo que se compadecía mal con el pretendido nacionalismo de Franco y sus seguidores.

En total Franco endeudó a España en casi 250 millones de dólares, y consiguió el apoyo diplomático que hizo posible -entre otras cosas- el pacto de "no intervención": la República estaba sola antes de que llegasen las primeras ayudas de la Unión Soviética, que si eran útiles, también una mala propaganda para el régimen legal con vistas al exterior. 

En cuanto al ejército italiano se dedicó a apropiarse de mercantes españoles, ocupar la isla de Mallorca, bombardear inmisericordemente la costa mediterránea (la zona más "protegida" de la República), siendo la primera intervención en enero de 1937. En Guadalajara el ejército fascista italiano se llevó una buena paliza a manos republicanas españolas, pero Santander cayó en manos de Franco gracias a aquel. No obstante ya habían aterrizado en Melilla, el segundo día de la guerra, aviones italianos. En ésta plaza se descargó material bélico y carburantes, y más tarde en Palma de Mallorca. En agosto se descargó en Ferrol más material a favor de Franco y repetidamente en Vigo (una de las ocasiones fue el 7 de octubre de 1936). La invasión era un hecho. Para Mussolini España sí era un objetivo, porque pretendía hacer de Italia -como se ha sabido- una potencia del Mediterráneo.

Éste mar se convirtió en un hervidero, pues mercantes británicos y franceses fueron atacados por submarinos italianos hasta el extremo que que Francia y Gran Bretaña hicieron patrullar barcos de guerra para proteger sus intereses. Los italianos lucharon también en Aragón y muchos cazas fueron desembarcados en Galicia. Luego ocuparon Alicante, donde estaban apiñados 25.000 republicanos esperando que algún barco les sacase de España cuando todo estaba perdido para ellos. Algunos, desespereados, se suicidaron; varios miles fueron entregados al general Franco, que dió buena cuenta de su crueldad internándolos en campos de concentración, a imitación de los que ya habían comenzado a desarrollarse en Alemania. Los italianos requisaron buques mercantes españoles, el robo de armas, combustibles y equipos militares fue constante... mientras Franco se aseguraba una victoria que le serviría para someter a su país, al fin y al cabo el mandato que tenía de una Iglesia miserable, los terratenientes, los banqueros y millones de personas engañadas por la propaganda.

España fue invadida por los nazis antes que lo fueran Austria, los Sudetes checos y Checoslovaquia entera, antes que lo fuera Polonia y luego Ucrania, los Balcanes, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Francia y Noruega, varias islas del Mediterráneo y el norte de África...

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