sábado, 17 de noviembre de 2012

España, 1938

Teruel en guerra
La obra de Juan Simeón Vidarte, "Todos fuimos culpables", publicada en el exilio mexicano del que fuera militante socialista, revela datos muy interesantes sobre las vicisitudes de la II República española cuando, en el año 1938, estaba claro que la guerra civil española estaba perdida para la República. 

La participación de los comunistas en el Gobierno republicano siempre fue un problema tanto para el Presidente Azaña como para los socialistas, que se vieron en la necesidad de contar con ellos, pues la única ayuda que recibía la República venía de la Unión Soviética, y no siempre hubo acuerdo sobre las prioridades en la guerra. A partir del otoño de 1937 el ministro de Defensa, Indalecio Prieto, mostró su desacuerdo con la resistencia numantina que los comunistas imponían, a pesar de que la situación militar era ya claramente desfavorable para la República. Vidarte revela ciertos contactos de Prieto con militares ingleses para ofrecer a Gran Bretaña la posibilidad de construir bases navales en Mahón, Cartagena y Galicia a cambio de ayuda militar. Era una fórmula para restar importancia a la ayuda que se recibía de Rusia. 

Julián Zugazagoitia, por su parte, dice en su "Guerra y vicisitudes de los españoles", que el jefe de la aviación, Hidalgo de Cisneros, y el general Vicente Rojo, plantearon entregarse al gobierno del general Franco con tal de llegar a una paz negociada. Cuando Prieto se enteró de ello se ofreció para acompañarles y dar mayor fuerza al ofrecimiento. Pero todo eran intentonas a la desesperada, sobre todo cuando los republicanos perdieron Teruel y la llegada de los sublevados al Mediterráneo estaba cerca. Entonces Prieto, algo antes de abandonar el ministerio de Defensa, propuso al presidente Negrín atacar por el aire a Italia, extender el conflicto español a dicho país y así desencadenar la intervención de Alemania. Podría haberse anticipado la II guerra mundial, en la que España se habría visto involucrada y, de esta forma, el régimen del general Franco hubise sido vencido. Negrín no aprobó tal medida.

Lo cierto es que las fuentes citadas hablan de la desunión en el seno del Partido Socialista, el pesimismo de Prieto, ministro de Defensa, respecto de las posibilidades de victoria y, por lo tanto, su salida del Gobierno a instancias de Negrín, que no obstante quiso tenerlo en otra cartera, a lo que Prieto se negó: la influencia comunista en el Gobierno era la clave de las desavenencias entre uno y otro, que se extendían a más personalidades de la época.

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