Grabado de la primera invasión inglesa de Buenos Aires |
Santiago de Liniers había nacido en Francia y moriría en Cabeza de Tigre (Argentina) en 1810, pero por lo que destacó es por su lucha contra las invasiones inglesas, lo que le valió ser nombrado vierrey del Río de la Plata, y por su demostrada corrupción.
La invasión inglesa de 1806 era una premonición del interés que las clases altas inglesas tenían por entrar cuanto antes en el comercio rioplatense, lo que se confirmará poco después de la independencia de la colonia; de una dependencia en todos los órdenes, Argentina pasó a ser una colonia económica de Inglaterra durante el siglo XIX, o por lo menos las regiones atlánticas del país. Vencidos los ingleses en aquel año, Liniers fue nombrado virrey del Río de la Plata.
La segunda invasión inglesa se produjo al año siguiente (1807). Desde Quilmes las tropas inglesas se dirigieron a Buenos Aires. Esta vez las cosas no le salieron bien al militar y alto cargo francés, por lo que decidió rendirse, pero la ciudad no le siguió, lo que permitió a Liniers reincomporarse a la resistencia: de nuevo los ingleses fueron vencidos.
Vivió para ver los hechos revolucionarios que llevarían a Argentina a su independencia, aunque el país que hoy conocemos como tal no partició, de forma igualitaria, en la misma. Opuesto al movimiento independentista, había perdido, sin embargo, el favor de la monarquía española. Su hora estaba cercana, pues fue hecho prisionero en Chañar y fusilado. Ahora se han encontrado en su palacio de Buenos Aires una serie de objetos que incluso se remontan a un siglo anterior al de su mandato.
"Debajo de la casa que habitó el virrey había otra casa, que a su vez fue construída sobre otra anterior", ha dicho Schávelzon, el arqueólogo que dirige la excavación. En un pozo que, al parecer, estaba destinado a la basura, se encontraron dedales de cobre, fragmentos de tinajas, tejas, una tijera de bronce, cascabeles, el pico de una botija de aceite, un plato de mayólica portuguesa (cerámica esmaltada), una moneda de plata y amuletos para curar el mal de ojo de origen africano, que pudieron haber sido traídos por los negros víctimas de la trata de aquellos siglos. Un amuleto -dice Schávelzon- tiene forma de mano cerrada, tallado en piedra negra de menos de un centímetro de longitud. Se colocaba sobre el órgano enfermo y cuando se producía la curación se rompía y se tiraba (parece que data de mediados del siglo XVII).
El plato de mayólica portuguesa es de la primera mitad del siglo XVII y esta cerámica se empezó a producir en Europa a partir de la ocupación musulmana de la península Ibérica. Es por tanto un producto de importación que demuestra la permanencia de la cultura morisca a lo largo de los siglos, incluso tras la expulsión de estos a principios del XVII.
me ha encantado lo escrito aquí, es todo muy interesante y te muestra la trepidante vida que algunos llevan o ha llevado!
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