lunes, 5 de noviembre de 2012

Los animales en el antiguo Egipto (y 3)

Una ibis
Del fénix dice Heródoto que vive en Egipto y que él solo había visto en pintura, y por si esto fuera poco raras son las veces en que se deja ver. Según los de Heliópolis -cuenta el historiador griego- solo viene a Egipto cada quinientos años... Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mole y figura son muy parecidas a las del águila. Luego añade que de esta ave se cuentan prodigios, aunque dice no creer en ellos, y hacía bien Heródoto, pues se trata de un ave mitológica como es sabido.

Luego habla de las ciprias serpientes divinas de la zona de Tebas, nada dañosas a los hombres, pequeñas en el tamaño, que llevan dos cuernecillos en la parte más alta de la cabaeza. Al morir se las entierra en el templo mismo de Júpiter, a cuyo númen y tutela se las cree dedicadas. 

El Júpiter al que cita Heródoto será el Bel Marduk de la civilización caldea, que en su época ya había entrado en contacto con el valle del Nilo y se habría formado un sincretismo entre los panteones de unas civilizaciones y otras. En efecto, el Júpiter de los griegos (la traducción que sigo es la de Bartolomé Pou) muy facilmente se podría asimilar al dios sol de los caldeos y de los egipcios (1). Dice que hay otra casta de serpientes aladas, para cuyo conocimiento viajó a Arabia, pero no lejos de Butona (no sé donde se encuentra esta localidad) pero allí vio el historiador griego vastos montones de osamentas... muchos y numerosos. Esto se explica -dice- porque al abrirse la primavera acuden las serpientes aladas desde la Arabia al Egipto, y que las aves que llaman ibis les salen al encuentro desde luego a la entrada del país, negándoles el paso, y acaban con todas ellas. A este servicio que las ibis prestan a los egipcios atribuyen los árabes la estima y veneración en que las tienen aquellos naturales, y esta es la razón que dan los egipcios mismos del honor que le tributan.

Dejando a los animales pasa a hablar Heródoto de los egipcios, de los que dice que los que habitan en las zonas cultivadas son de lo más hábiles. En su manera de vivir guardan la regla de purgarse todos los meses del año por tres días consecutivos, procurando vivir sanos a fuerza de vomitivos y lavativas, persuadidos de que de la comida nacen al hombre todos los achaques y enfermedades. Dice que los que practican esto son los hombres más sanos que ha visto, que quizá deba entenderse como que la mayoría de los egipcios, los campesinos, escalvos y artesanos, no tenían tantos cuidados y sí verdadero afán de comer todos los días. De aquellos cuidados exceptúa a los libios (a la postre Egipto había sido un imperio formado por pueblos de distinto origen y cultura).

Este beneficio [de los egipcios de clase superior] lo deben en mi concepto a la constancia de sus anuas estaciones, porque sabido es que toda mutación, y la de las estaciones en particular, es la causa generalmente de que enfermen los hombres. Por lo común no comen de otro pan que el que hacen de la escandía, al cual dan el nombre de 'cytesis'. Luego añade que en Egipto no hay viñas, pero está documentado que en algunas zonas, ya antes del siglo de Heródoto, los egipcios produjeron vino en su tierra, y por eso el historiador dice que la bebida en el valle del Nilo es la cerveza, que sacan de la cebada. 

Los egipcios comían algunos pescados crudos después de secados al sol y otros adobados en salmuera, conservando también en sal las codornices, ánades y otras aves pequeñas para comerlas, pero sin cocer; pero hay otros peces y aves que consumían hervidos o asados, a excepción de los animales que reputan por divinos. 
-----------------------
(1) "Euterpe" (musa de la música) o libro II de las "Historias" de Heródoto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario