viernes, 2 de noviembre de 2012

Simbolismo y realismo

(36 por 86 cm.). Óleo en la Nationalgalerie de Berlín
Aunque como reacción al arte realista del siglo XIX, el simbolismo se inspira en él en algunos de sus temas: no para imitarlos plásticamente, sino para mostrar la fealdad, la pobreza, los personajes deformes, solitarios y abandonados... En la escultura los simbolistas utilizan materiales muy diversos, amalgamados, y objetos muy distintos en una misma obra. Una total ausencia de lirismo en los paisajes, escenas absurdas pero sugerentes, desproporciones entre los diversos elementos de la obra; a veces se inspiran en modelos clásicos, como en los frescos pompeyanos o en las esculturas de la Grecia antigua, otras veces en lo exótico, pero de una forma distinta a como habían hecho los románticos. Lo irracional predomina en el simbolismo, tocando a veces de forma subliminal el tema de la religión, mostrando estados de ánimo que se anticipan a lo que será el expresionismo. 

Debió influir la teoría freudiana sobre el subconsciente, pero también las obras literarias de Rimbaud, Baudelarie y Verlaine; antes incluso las de Mallarmé y el poeta griego Moréas, que se declaró "enemigo de la declamación, de la falsa sensibilidad, de la descripción subjetiva...". En realidad el simbolismo es expresión, pero no única, de la edad técnica; de un mundo, el europeo occidental, que ha vidido durante el siglo XIX grandes transformaciones materiales sin apenas poderlas asimilar la población, y entre esta los intelectuales, los artistas, los más sensibles.

Uno de los representantes del arte simbolista fue Max Klinger (la obra de arriba es suya: "El ataque de los caminantes"), nacido en Leipzig en 1857 y muerto en 1920. Además de pintor fue grabador y escultor, recibiendo la influencia de otros artistas belgas y franceses. El misterio y el reflejo de sensaciones diferentes en la misma obra son su tónica general, aunque encontramos obras muy distintas en su producción.

Paisaje de Unstrut
Algunas de sus obras inspiran angustia, desconcierto, evocaciones mitológicas, paisajes desolados, sufrimiento y zozobra de las personas, la miseria de los hombres, la visión de una primavera que no es ya la lírica armonía de Botticelli. Pueden verse "Desnuda ante una reina", donde se muestra un extraño exotismo y las admiradoras cortesanas; "La Sirena, Tritón y Nereida", donde el mensajeo del mar se entretiene en un lance amoroso; "Ahogamiento", donde se muestra la angustia del hombre en primer plano, al fondo un horizonte tenebroso; "La gran diosa", sentada y reposando uno de sus pies sobre un mar empequeñecido; "La miseria", donde se amontonan los seres humanos sin color alguno; "Comienzo de la primavera", con una mujer acostada en primer plano, a punto de despertarse, y tras ella árboles descarnados; "Penélope", pensativa ante una visión de animales y vegetación, esperando la vuelta de Odiseo; "Paisaje de Unstrut", la región a la que da nombre el río, en Turingia, donde se combinan las llanuras verdes con el bosque. En el centro de Alemania, región que ha inspirado a los románticos, Klinger nos muestra una visión fria y desolada propia de su estilo.

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