domingo, 4 de noviembre de 2012

Indalecio Prieto Tuero

Caricatura en sus últimos años
El asturiano de nacimiento y vasco de adopción que fue Indalecio Prieto Tuero ha dejado un legado al socialismo español como pocos pueden comparársele. El momento de mayor protagonismo de este dirigente socialista fue durante los años treinta y hasta su muerte en el exilio mexicano (1962). En una época en que el socialismo español estaba dividido pero demostró una fuerza incontenible, a Prieto se le ha juzgado como "centrista" dentro de las diversas corrientes (más estratégicas que ideológicas) del Partido Socialista. Muerto Pablo Iglesias en 1925, cada vez se perfilan más otros dirigentes que, pocos años más tarde, van a encarnar diversas posiciones: Besteiro con sus escrúpulos en la colaboración con los republicanos, partidario de un socialismo austero y sobrio, dotado de un cierto estoicismo ejemplarizante. Caballero, oscilante siempre, que no tuvo inconveniente en colaborar con el dictador Primo para luego extremarse hacia posiciones de dudosa calificación (¿quien podrá juzgar a unos hombres que tuvieron que vivir trances terribles para la vida de España?). Una prueba de que el "centrismo" de Prieto era puramente estratégico y que su ideología era claramente socialista son sus propias palabras:
 
¿Que es eso de centrismo? A nadie disputaré campeonatos de radicalismo o de marxismo... Solo digo que en orden a las aspiraciones de justicia social del proletariado, no pongo límite alguno a mi pensamiento y que no repudio procedimientos extremos para lograrlo.
 
Pero al mismo tiempo dejó escrito que no hay política posible de no estar guiada por la oportunidad, don supremo de esta clase de luchas. La oportunidad es tan esencial en la pelea política, que incluso las palabras, las más profundamente doctrinarias, cobran valor distinto según el momento en que se pronuncien.
 
Tuvo un periódico propio, "El Liberal", como lo tuvieron los caballeristas, "Claridad", y otras tendencias que enriquecían el socialismo español aunque dificultaban su unidad de acción. Partidario de opinar contra las posiciones oficiales del Partido Socialista, siempre lo hizo con respeto; sufriendo tres exilios y prisión, siempre tuvo altura de miras en orden a los objetivos últimos del socialismo. Honestísima es su actitud ante la mal llamada revolución de Asturias y su fracaso:
 
Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo... De aquel movimiento que pudo y debió evitarse manteniendo por medio del sufragio las anteriores posiciones políticas y parlamentarias, nacen los daños que padecemos a la hora presente. Cuando el movimiento fracasó y yo hube de refugiarme por tercera vez en la expatriación, me juré en secreto no ayudar jamás a nada que, según mi criterio, constituyese una vesanía o una insensatez (1).
 
Con él estuvieron Víctor Salazar, Amador Fernández, Manuel Alvar, Francisco Cruz, Fernando de los Ríos, Jiménez de Asúa y, en parte, Juan Negrín. Incluso más tarde tuvo el apoyo y reconocimiento de González Peña, el más claro dirigente de la revolución de Asturias: ...si llegase el grave trance de tener que producirse la escisión [hasta ese punto habían causado estragos los sucesos de Asturias] sepa estoy identificado con su pensamiento [dirigiéndose a Prieto] (2). No creo que se pueda encontrar un político socialista durante los años treinta y hasta su muerte, con más clarividencia sobre lo que se debía hacer en cada momento, una vez que, a toro pasado, conocermos la historia de la II República y la guerra civil, una vez que conocemos la historia del exilio padecido por muchísimos españoles.
 
Obviamente Prieto tuvo defectos y se encargó de ponerlos de manfiesto Caballero cuando ya la muerte le acechaba: Ha sido envidioso, soberbio, orgulloso, se creyó superior a todos, no ha tolerado que nadie le hiciera la más mínima sombra. Le gustaba estar siempre en primera fila, alabado y admirado. Estar inactivo, sin exhibirse, sin poner de relieve sus sobresalientes condiciones... [el subrayado es mío]. No es hora ya de decidir si Caballero exageraba o estaba guiado por la maledicencia; fueron personaliades distintas y cada uno de ellos colaboró a momentos de gloria para el socialismo, a momentos de frustraciones, pero dieron ejemplo de una valentía extraordinarias. 
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(1) Prieto, I., "Discursos fundamentales", prólogo de E. Malefakis, 1978. Fue un discurso pronunciado en México ante las Juventudes Socialistas en 1942.
(2) F. Gascón y P. Priego, "Documentos socialistas", Madrid, 1935.

1 comentario:

  1. Muy interesante. Y me gusta ese final: dieron ejemplo de una valentía extraordinarias. Creo que de eso falta bastante ahora. Besos.

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