Nicias y otros en una fiesta (pintura en un vaso griego) |
Heredero como estratego de la Atenas de Pericles a la muerte de este, es uno de esos personajes a los que ha historia no ha reconocido como a su principal partenaire, Alcibíades, que a pesar de su osadía, inoportunidad, traición y permanentes cambios de opinión política, ha sido mejor tratado por la historiografía. Plutarco dice de este que no se había equivocado Arquestrato cuando dijo que Grecia no podía tener dos Alcibíades (hasta tal punto tener uno ya era un problema).
En una ocasión Timón el Misántropo, encontrándose con Alcibíades en el momento en que aquel acaba de intervenir brillantemente ante una junta pública, se encontró con el general, el cual le dijo: Bravo, muy bien haces, oh joven, en irte acreditando, porque acrecientas un gran mal para todos estos. Mientras unos reían a otros les pareció una ofensa, pues la buscada contradicción y la mala fe de la frase eran evidentes.
Nicias, que era un ricachón y un aristócrata, contrariamente a Alcibíades, fue siempre dubitativo en cuanto a las empresas guerreras que Atenas debía emprender. Si por él fuese la ciudad no se hubiese metido en tantos conflictos que la llevaron a la derrota. En plena guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta y sus aliadas con Atenas y las suyas, una vez Alcibíades fue derrotado en 421 a. de C., pasándose al enemigo y luego al servicio de los persas, Nicias consiguió salvar a Atenas de males mayores llegando a la paz que lleva su nombre, aunque a la postre no sería más que una tregua, y es que cuando la mentalidad guerrera se impone en una época determinada, los esfuerzos de unos pocos por mantener la paz resultan inútiles.
Además no todas las ciudades aliadas de Esparta aceptaron la "paz de Nicias". Este había conseguido que Atenas devolviese a los espartanos cautivos, que cada parte renunciase a sus conquistas territoriales, pero al poco tiempo la guerra volvió a imponerse, Nicias fue encarcelado en una latomía de Siracusa por el espartano Gilipo y luego fue ejecutado. Triste final para un general que había preferido la paz a la guerra en un momento en que lo que se imponía era lo contrario. Tucídides lloró su muerte mientras que Platon haría disertar a los personajes de su "Laques" sobre el valor, un valor que no siempre se demuestra en la ofensa, sino más veces en la prudente retirada.
En una ocasión Timón el Misántropo, encontrándose con Alcibíades en el momento en que aquel acaba de intervenir brillantemente ante una junta pública, se encontró con el general, el cual le dijo: Bravo, muy bien haces, oh joven, en irte acreditando, porque acrecientas un gran mal para todos estos. Mientras unos reían a otros les pareció una ofensa, pues la buscada contradicción y la mala fe de la frase eran evidentes.
Nicias, que era un ricachón y un aristócrata, contrariamente a Alcibíades, fue siempre dubitativo en cuanto a las empresas guerreras que Atenas debía emprender. Si por él fuese la ciudad no se hubiese metido en tantos conflictos que la llevaron a la derrota. En plena guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta y sus aliadas con Atenas y las suyas, una vez Alcibíades fue derrotado en 421 a. de C., pasándose al enemigo y luego al servicio de los persas, Nicias consiguió salvar a Atenas de males mayores llegando a la paz que lleva su nombre, aunque a la postre no sería más que una tregua, y es que cuando la mentalidad guerrera se impone en una época determinada, los esfuerzos de unos pocos por mantener la paz resultan inútiles.
Además no todas las ciudades aliadas de Esparta aceptaron la "paz de Nicias". Este había conseguido que Atenas devolviese a los espartanos cautivos, que cada parte renunciase a sus conquistas territoriales, pero al poco tiempo la guerra volvió a imponerse, Nicias fue encarcelado en una latomía de Siracusa por el espartano Gilipo y luego fue ejecutado. Triste final para un general que había preferido la paz a la guerra en un momento en que lo que se imponía era lo contrario. Tucídides lloró su muerte mientras que Platon haría disertar a los personajes de su "Laques" sobre el valor, un valor que no siempre se demuestra en la ofensa, sino más veces en la prudente retirada.
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