domingo, 2 de septiembre de 2012

Los primeros cristianos de América (1)

Río Pánuco en su curso bajo (este de México)
Dice Elisa Luque Alcaide que cuando los primeros españoles llegaron al Caribe en 1492, los "hombres americanos no encajaban para nada en las descripciones de los autores antiguos y medievales sobre los pobladores de la tierra" (1). Ello da idea del impacto que sobre los españoles debieron de causar aquellos indígenas, así como el indudable impacto que sobre estos causaron los españoles. Colón trajo algunos "indios" a España para exponerlos a los reyes y los que le siguieron tardaron casi tres décadas en llegar a Mesoamérica. Los primeros misioneros tuvieron que hacer un gran esfuerzo por acomodarse a la cosmovisión azteca, y luego fue más difícil con los pueblos bajo dominio incaico, pues las guerras civiles entre los conquistadores permitieron una mayor resistencia a la doctrina cristiana.

Una de las características de la conquista y colonización española en América es, como se sabe, que se instrumentó a partir de la fundación de ciudades, muy numerosas ya a mediados del siglo XVI. Poco después llegan a América los decretos tridentinos que, para la monarquía hispana, eran leyes. Una Junta Magna ilustró al rey Felipe II sobre como actuar en América a partir de 1568 y cuando los jesuitas lleguen al nuevo continente dejarán su impronta, tanto en las zonas de dominio español como portugués. 

Cuando se celebran los concilios de México y Lima en 1585 (terceros en ambos casos) la población urbana, mestiza y criolla está cristianizada; con más retraso en el Brasil portugués, ya que las riquezas no aparecieron allí hasta finales del siglo XVII (Minas Gerais). Fue precisamente en el III concilio mexicano donde el obispo de Chiapas, Pedro de Feria, denunció los abusos que los conquistadores cometían contra los indios zapotecas, con los que él estaba relacionado como misionero. 

Contrariamente a lo que ocurrió en las ciudades, en las zonas rurales las religiones indígenas permanecieron mucho más tiempo, pero aún así "los cristianos americanos se habían puesto en contacto con pueblos belicosos [no más belicosos que aztecas, incas, españoles y portugueses] seminómadas del Norte y del Sur del continente: los indígenas al noroeste de Florida... los chichimecas mexicanos al norte del río Pánuco (2), los chiriguanos en los límites entre la actual Bolivia y Paraguay, los araucanos chilenos al sur del río Bío-Bío, y los patagones argentinos. Todos ellos opusieron más o menos resistencia, según los casos y por varias generaciones". Debe tenerse en cuenta -como señala la autora a quien seguimos aquí- que en torno a 1600 se trataba de un espacio quizá superior al que la cristiandad greco-latina había alcanzado en toda su historia. 

Distinta fue la situación en las costas del Atlántico, sobre todo en las Antillas, donde vivían grupos culturales marginales con los que fue difícil mantener relaciones estables. El primer encuentro constituyó un choque tal que poco a poco las Antillas se despoblaron. Los desastres demográficos no fueron exclusivos del Caribe, sino que las epidemias, la gripe, la "depresión colectiva" llevaron a la desaparición de muchas comunidades indígenas.
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(1) "El primer ciclo evangelizador hispano y lusoamericano", 2000.
(2) Es el nombre en su curso bajo, cerca de Veracruz.

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