jueves, 8 de diciembre de 2011

Los geto-dacios

 (El rey dacio Decébalo en la columna trajana)

Tengo enfrente un mapa de las ciudades antiguas tracias que nos han dejado los historiadores y geógrafos de aquella época. Se extiende desde el río Oder, en el noroeste, hasta los filisteos de Palestina, en el sureste, y de la Armenia hasta Tesalia en el mar Adriático, incluyendo Quadia y los Cárpatos Blancos en la Eslovaquia de hoy. Así empieza Ramón Iván Villar Guajardo su obra sobre los getas-dacios, a los que dedica algo más de cien páginas muy bien documentadas.

 La primera vez que las autoridades romanas se interesan por Dacia (nombre que darán después a las tierras al norte del Danubio, en parte de la actual Rumanía) es en el año 87 de nuestra era. La ocurrencia fue del emperador Domiciano o de algún cortesano suyo, pero los dacios vencieron al ejército romano en Tapae. Un año después Roma sufre una nueva derrota, pero en 101, ya con Trajano como emperador, Roma vence a los dacios que, sin embargo, se mantendrán durante años hostiles a la dominación hasta el punto de que las autoridades romanas no pueden dar por sofocadas las revueltas dacias hasta el 107, sometiendo a varios cientos de miles de dacios a la esclavitud. Roma había practicado el genocidio ¿por que no habría de practicar el esclavismo si era una costumbre extendida desde antiguo?

Dacia fue romanizada, sin duda, pero siempre presentó problemas a las autoridades romanas, hasta el punto de que en 271 el emperador Aureliano decide abandonar la provincia. No estaba Roma para más problemas. La Dacia Felix o feliz, como los romanos habían apelado al territorio, quizá podía aspirar a serlo realmente. 

Los geto-dacios fueron un pueblo indoeuropeo que se integran en el más amplio concepto de los tracios. La vestimenta de los nobles dacios (tarabostes) constaba de un gorro, mientras que el pueblo o "comati" no lo llevaba. Horacio dice que trabajaban la tierra un año y luego la hacían descansar, es decir, practicaban el barbecho al ser conscientes de que un laboreo intensivo podía agotarla. Por su parte Columela, en su De re rustica, habla así de los geto-dacios: "solo el rendimiento de las minas de oro de Transilvania bastaba para cubrir los déficits de los presupuestos". Ese era el botín de Trajano; el que es glosado como gran emperador romano y ciertamente fue un gran líder militar, el que tuvo una vida austera (sin que podamos decir gran cosa de ello, pues las fuentes son contradictorias), el que naciendo en Hispania llegó al pontificado máximo y al imperium, a la postre, cuando se trata de una conquista siempre hay -no ya una ambición de gloria u honra- sino un factor económico que sacie las ambiciones de las clases dirigentes. (Arriba, cascos de guerra dacios de la época de las guerras con Roma).


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