Sabido es que el clero, en su inmensa mayoría, se opuso a las reformas liberales en el siglo XIX (ahora no vamos a hablar del XX) aunque algunos, sobre todo de la jerarquía, se acomodaron en la época josefina para mantener su estatus. Hay matices respecto del clero secular y del regular, como también los hay entre el clero parroquial y la jerarquía, pero en general vale lo dicho al principio.
Un párroco español de principios del siglo XIX nos sirve de ejemplo para mostrar lo que fue excepción; un cura afrancesado que parece actuar por convicción más que por conveniencia. Estas son palabras suyas:
¿Cuando la religión [se refiere a la católica, pues no concibe otra], a la que atribuimos tal importancia, nos ha instado a que matemos? ¿Cuando no ha enseñado a devolver el bien con el mal...? En estas críticas circunstancias [la guerra de 1808] si queremos armonizar nuestra conducta con sus máximas, tened presente que la religión prescribe paciencia y nos exhorta a mostrar caridad y reconoce el derecho de conquista como un derecho legítimo... Debemos dar gracias al cielo por concedernos un soberano que quiere ser el servidor del pueblo, que aborrece la lujuria, ama el trabajo y no aspira a otra gloria que la de hacerla digna de la justicia y de la abundancia; que solo desea alentar la virtud y el mérito con las correspondientes recompensas y eliminar el vicio y el demérito mediante un castigo impuesto por leyes sabias dictadas por un gobierno ilustrado.
El que publicó estas palabras es el cura José González Aceijas, párroco en Sevilla y luego destinado en Extremadura. No es el único caso, pero es cierto que muchos cambiaron de actitud cuando en 1813 el ejército francés abandonó España.
El párroco González Aceijas hace algunas preguntas retóricas, pero si hubiera que contestarlas cabría decir que la religión ha instado a los hombres a luchar y a matar durante toda la historia. No está claro, por otra parte, donde se defiende, en la religión cristiana, "el derecho de conquista", pero nuestro cura saca fuerzas de flaqueza para congraciarse con el invasor. Los elogios que dedica a José I parece no reconocerlos en sus predecesores borbónicos. Las "leyes sabias" es expresión que luego emplearán los legisladores en Cádiz y parece hacer encomio de la Ilustración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario