(El mundo conocido por Heródoto)
Nada escapó a la observación de Heródoto, que en el mundo conocido por él recorrió no pocas tierras y mares, observó y escribió sobre unos y otros pueblos. De los masagetas, que vivieron entre los mares Aral y Caspio y se gobernaban mediante una monarquía, se sabe que el rey persa Ciro II murió en un enfrentamiento con ellos. Hoy sabemos que se trata de un grupo escita si consideramos que este concepto es más amplio que el de masageta.
Los masagetas tienen algunas costumbres particulares -dice Heródoto-. Cada uno se casa con su mujer; pero el uso de las casadas es común para todos, pues lo que los griegos cuentan de los escitas en este punto, no son los escitas, sino los masagetas los que lo hacen, entre los cuales no se conoce el pudor; y cualquier hombre, colgando del carro su aljaba, puede juntarse sin reparo con la mujer que le acomoda. No tiene término fijo para dejar de existir; pero si uno llega a ser decrépito, reuniéndose todos los parientes le matan con una porción de reses, y cociendo su carne, celebran con ella un gran banquete. Este modo de salir de la vida se mira entre ellos como la felicidad suprema, y si alguno muere de enfermedad, no se hace convite con su carne, sino que se lo entierra con grandísima pesadumbre de que no haya llegado al punto de ser inmolado. No siembran cosa alguna, y viven solamente de la carne de sus rebaños y de la pesca que el Araxes les suministra en abundancia. Su bebida es la leche. No veneran otro dios que el sol, a quien sacrifican caballos; y dan por razón de su culto, que al más veloz de los dioses no puede ofrecerse víctima más grata que el más ligero de los animales.
Si damos por cierto lo que dice Heródoto sobre el único dios de los masagetas, aquí tendríamos a un pueblo monoteísta cuando los israelitas estaban en proceso de abandonar a sus antiguos ídolos para tener solo a Yaveh. El río Araxes, que tiene el mismo nombre que el que discurre por Navarra y Guipúzcoa, en España, es el actual Aras, al sur del Cáucaso, que desemboca en el mar Caspio.
(El río Araxes al que hace referencia Heródoto)
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