Viaje a la Maragatería

Solo nueve kilómetros separan Santiago Millas de Astorga, en el sur de la provincia de León. Desde Santiago Millas se pueden visitar pueblos con una personalidad extraordinaria, que mantienen la arquitectura y el urbanismo de hace siglos, que delatan un esplendor trabajoso de artesanos, pastores y arrieros. Algunos de estos pueblos son Morales, Val de San Lorenzo, Valdespino, Laguna de Somoza, Luyego, Quintanilla de Somoza, Pobladura de la Sierra, Lucillo, Santa Colomba de Somoza y Castrillo de los Polvazares. Por la proximidad a Astorga éste último es el más conocido, el que antes se ha empezado a conservar y el que presenta una vistosidad mayor, pero quizá peque de una "perfección" que los demás no tienen y que, por ello, les hace más atractivos. En Rabanal del Camino hay un pequeño convento cluniacense en medio del caserío, donde todavía se pueden ver (como ha sido recientemente) bodas maragatas. Los novios e invitados van ataviados con el traje regional; un músico toca, al mismo tiempo, el tambor y la flauta; se prepara un "maragato" o gran dulce con el que se convida a los presentes y se danza al son de la música. Santa Colomba presenta el urbanismo de un pueblo extenso donde las calles y plazas conservan los empedrados de antaño.

En Laguna de Somoza se puede ver un interesante retablo gótico y dos esculturas en piedra que han sido trasladadas al interior de la iglesia parroquial: una virgen románica y un pantocrátor de factura muy delicada. 

En Turienzo de los Caballeros hay una curiosa iglesia a cuyo campanario se accede por una monumental escalera exterior de piedra. En el lateral de la iglesia se abren dos ventanas románicas del más puro estilo, con relieves muy interesantes en los tímpanos: un ángel luchando contra un monstruo y motivos geométricos y florales.

Los pueblos han abierto pequeños museos sobre la industria textil de épocas pasadas, con fotografías antiguas, etnográficos y de variada naturaleza. Al oeste de la comarca se asoma el Teleno, cerca se encuentra la cruz de Ferro de Foncebadón, en pleno camino de Santiago; el páramo se combina con el monte bajo, el matorral y pequeños bosques de encinas y robles. Se ven tiierras "de pan llevar" pero también dehesas boyales que servían de complemento económico en otras épocas. La fisonomia de estos pueblos es singular, y estos mismos dignos de verse.

 

No faltan las muestras arqueológicas, sobre todo los petroglifos. Remitimos para una mejor información al excelente blog tierradeamacos.blogspot.com, a cuyo autor agradecemos el acierto de sus explicaciones y fotografías.