Si se viaja desde Zagreb en dirección a Belgrado, se llega, muy pronto, a cruzar el río Sava, que nace en Eslovenia, atraviesa el centro de Croacia, forma frontera con Bosnia y pasa por el norte de Serbia antes de desembocar en el Danubio. A unos cien kilómetros desde Zagreb en esta dirección econtramos el monumento que se ha erigido en memoria de las víctimas durante la segunda guerra mundial, que fueron exterminadas en número indeterminado en el campo de concentración de Jasenovac, a orillas del río, uno de tantos lugares de muerte que el siglo XX ha conocido.
Se trata del campo de exterminio donde más personas murieron en la Croacia ocupada y colaboracionista con el régimen nazi, y su obra corresponde al partido ultranacionalista y pro-nazi Ustasa, siendo su dirigente más notable Ante Pavelic, militar croata. El campo fue fundado en 1941 y alli murieron sobre todo serbios (recordar el genocidio llevado a cabo por dirigentes serbios hace unos años es oportuno) a quienes se hizo responsables de la colaboración con las potencias occidentales: históricamente Serbia ha sido aliada de Francia, mientras que Croacia lo ha sido de Alemania (la rapidez con que Hemut Khol, canciller alemán, reconoció a Croacia como estado independiente a principios de los años noventa pasados es también oportuno).
Gentes de toda condición, ya por su raza, cultura, nacionalidad, ideas, resistencia a la opesión, fueron víctimas, que se calculan, hasta 1945, entre 400.000 y 700.000 (la enorme diferencia entre estas dos cifras no hace menos trágica la masacre). Los judios, esparcidos por toda Europa, también fueron víctimas en gran número, gitanos y musulmanes (dada su presencia en los Balcanes por la dominación otomana hasta 1918) eslovenos, bosnios y milicianos resistentes a la ocupación nazi y al régimen criminal de Ustasa.
Si nos desviamos algo de esta ruta llegaremos a Sisak, donde había campos para niños y mujeres. En realidad Jasenovac, como ocurre en otros campos de Polonia, Alemania, Austria, etc. es el nombre que reciben un grupo de campos, siendo el mayor el de dicho nombre. Se ha calculado que la crueldad practicada en él supera a la de otros, siendo de los primeros por el número de víctimas.
Hoy reina un silencio apacible; la tensión la pone el ánimo del visitante, contrastando con el ruido de fusiles y pistolas, golpes y gritos que durante cuatro años asolaron el esapacio y las vidas. Abajo, una de las entradas al campo de exterminio de Jasenovac.
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