De dimensiones 1,95 por 1,60 por 3,18 metros, en el Museo Arqueológico de Estambul se encuentra esta obra de un artista desconocido, seguramente griego pero que conocía perfectamente el gusto persa. La obra está datada a finales del siglo IV antes de Cristo y podría ser el sarcófago de Alejandro o de algún rey por él nombrado para que gobernase uno de los muchos territorios del Imperio macedonio.
Está rematado por una cubierta a dos aguas que permite -como si de un templo se tratase- dos frontones decorados con altorrelieves. También son altorrelieves los que adornan los cuatro lados del sarcófago. Iconográficamente se representan luchas entre griegos y persas, animales que se abalanzan sobre los cazadores, banquetes y escenas cortesanas, estas últimas como detalles de algunos escudos, donde el artista ha querido plasmar un minucioso arte en bajorrelieve. El sarcófago estaba policromado, como otras muchas obras griegas, de lo que hoy quedan algunas muestras.
Se encontró en 1887 en una necrópolis de la antigua Fenicia, en Sidón, donde se había refugiado el rey Abdalonimo. El movimiento de las figuras, tipicamente helenístico, el tratamiento de los ropajes, griego; las proporciones y los detalles, como los cabellos, los rasgos faciales, los cascos de los équidos, las fauces de los leones, hacen de esta obra digna de admiración, seguramente de un solo autor por la uniformidad del estilo.
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