viernes, 14 de octubre de 2011

Stankevich


En el oeste de Bielorrusia, si se viaja entre las pequeñas ciudades de Navahrudak y Lida, no muy distantes entre sí, llega un momento en que a mano izquierda se extiende un bosque característico de los climas continentales, que soporta nevadas invernales, pocas lluvias y un sol tibio durante la mitad del año. En el mes de agosto, sin embargo, pueden subir las temperaturas más de los treinta grados. Los cielos de nubes grises en ocasiones, en otras lo suficientemente altas como para que arborescencias y hojarasca se dejen bañar por la luz.
En este bosque, a partir del verano de 1941, tuvo lugar una lucha sorda y callada por la supervivencia, que se acentuó a partir de la masacre de unos 5.000 judíos a manos de los oficiales nazis, en el mes de diciembre. En el bosque se encuentra la aldea de Stankevich (mejor dicho, se encontraba, pues sus pocos habitantes o han muerto o se han ido a las ciudades). Allí tenía su propiedad la familia Bielski, formada entre otros por tres hermanos que empeñaron sus esfuerzos en salvar a más mil personas de morir a manos de los ocupantes nazis. En el bosque se formó un poblado con todo lo necesario para sobrevir en tiempos de guerra y de crímenes. Los hermanos Bielski se las ingeniaron para conseguir armas con las que se practió la guerrilla contra algunos cuarteles nazis en los pueblos cercanos. También consiguieron los alimentos necesarios para sobrevir más de dos años, una población que superó en ocasiones las 1.500 personas, antes de que Alemania tuviese que replegarse ante el avance el ejército soviético. La vida comunitaria fue posible, como si se tratase de un milagro, en medio de una Europa ocupada y en guerra.


Visitar el bosque de Stankevich puede ser un homenaje a quienes resistieron, sobrevivieron, lucharon contra un enemigo cruel y miserable. Es una de las muestras de heroismo de las que no se suele hablar, porque permaneció conocida solo para los más próximos, pero hoy reconocemos los valores de aquella lucha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario