"La autoridad y el juicio de la Iglesia no puden reemplazar la verdadera fe del creyente": son palabras de Calvino donde se muestra claramente luterano, en el sentido de que pone por delante la conciencia individual que la autoridad de la jerarquía eclesiástica. "Evidentemente yo no niego -dice- que, según es de grande nuestra ignorancia, muchas cosas nos resultan al presente implícitas y oscuras, y que lo seguirán siendo mientras que, despojados de este cuerpo mortal, no estemos mucho más cerca de Dios. En tales cosas confieso que lo mejor y más conveniente es suspender nuestro juicio, determinado a la vez que nuestra voluntad permanezca unida a la Iglesia". El joven Calvino, cuando escribe "La institución de la religión cristiana" (se cuidó mucho de no decir "católica") no ha roto con la Iglesia ni su autoridad; está reflexionando como un cristiano que no quiere traicionar su conciencia. Concede a la Iglesia un papel, cosa que también hizo Lutero en un primer momento, pretendiendo reformarla, y sobre todo al papado.
Pero a continuación hace una crítica al contentadizo, al que con tal de no complicarse pronuncia: "...si tal es la fe de la Iglesia, si la Iglesia lo cree así...". A los contentadizos les dedica las siguientes palabras: "de esta manera fingen que tienen la verdad en el error, la luz en las tinieblas, la ciencia en la ignorancia", invitando a los lectores a que cotejen las Escrituras con las enseñanzas de la Iglesia, y así podrán ver de donde salen tantas falsedades, tantas tradiciones, tantas novedades que no encuentran su correlato en el texto Sagrado.
Cuando habla de los significados diversos de la palabra fe se muestra como teólogo: la fe "formada" e "informe" de los católicos no es admitida por Calvino. Es una distinción que no acepta y que estaba en los pocos libros de teología que se podían haber publicado. La fe es una para Calvino, sin que se pueda distinguir en una fe "informe" del neófito y otra "formada" gracias al magisterio de la Iglesia.
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