viernes, 14 de octubre de 2011

Agricultura y Roma republicana


Cuando se llega a la segunda mitad del siglo II antes de Cristo puede decirse que la península Itálica está fuertemente explotada por la República romana. La agricultura, con mucho la principal fuente de riqueza en ese momento, pasaba por una situación de crisis que a la postre desembocó en una crisis social, haciendo bueno el análisis marxista de que la economía lo condiciona casi todo. Los agricultores que trabajaban sus propias tierras empezaron a no poder competir en materia de precios con los productos venidos de otras provincias: Sicilia, África e Hispania en particular. El resto de las explotaciones agrarias estaban en manos de la clase senatorial (los latifundios) y de aquellos propietarios que -siendo absentistas como la clase senatorial- arrendaban las tierras que habían conseguido de manos del Estado, como acreedores de él, a campesinos dependientes (estas tierras eran el "ager publicus").
Es cuando irrumpen en la vida política romana dos personajes muy importantes desde el punto de vista de las reformas que intentaron llevar a cabo, pero conviene decir que dichos personajes estaban muy limitados por las instituciones romanas, por la legalidad republicana y por sus relaciones con las clases ricas de la sociedad romana. Tiberio Sempronio Graco y su hermano Cayo, intentaron llevar a cabo reformas importantes en la agricultura que repercutirían en la estructura social en Italia, pero en ambos casos fracasarían porque se oponían a los intereses oligárquicos de la clase senatorial, que siempre se las arregló para desbaratar las reformas.
Es un ejemplo de lucha de clases aunque en este caso -como otros en la historia- la parte débil de la lucha estuviese capitaneada por riquísimos propietarios, como eran los Graco. Esto no les impidió ver el grado de injusticia que existía y los riesgos sociales que se corrían. Quizá la formación estoica de Tiberio influyó en su forma de ver las cosas, con una moral que tantos buenos frutos ha dado en la historia de la humanidad. Fue elegido tribuno de la plebe en el año 134 antes de Cristo, una magistratura que estaba para nivelar, en cierto modo, el poder de los cónsules (dos por año) y del Senado, este último en clara ventaja y símbolo institucional de la República romana.
El Senado rechazó su "lex agraria" por la que se repartiría tierra pública entre los ciudadanos más pobres (nada de esclavos, que no eran ciudadanos). Tuvo apoyos, como es el caso de Publio Licinio o Apio Claudio, pero no fueron suficientes. Según Graco la tierra públia debería ser repartida a razón de 30 "iugera" (algo más de 7 Ha.) a cada ciudadano sin tierra. Estos no pasarían a ser propietarios de la tierra, que continuaría siendo "ager publicus", sino colonos obligados a pagar un pequeño canon. La prueba de que ser tribuno de la plebe no significaba automáticamente estár del lado de la plebe es que otro tribuno se dejó convencer o sobornar por el Senado para que vetase la ley de Graco. Ante el empuje de este y sus reformas el Senado no tuvo inconveniente en urdir su asesinato y asunto concluido. Una prueba evidente de que en la lucha de clases no hay límites en según que circunstancias.


La obra de Tiberio la siguió su hermano Cayo, que fue elegido tribuno de la plebe en 123 antes de Cristo. Como el resto de los miembros de su familia, era un gran propietario. Ello no fue obstáculo para comprender que eran necesarias las reformas. Quiso reforzar el poder tribunicio como paso previo para poder llevarlas a cabo, hizo aprobar leyes judiciales contra la arbitrariedad en la aplicación de las leyes, estableció precios agrarios bajos para que la plebe no pasase necesidades, propuso que los jueces se eligiesen entre los órdenes no senatoriales, en un claro intento de restar poder a este grupo, planteó reformas administrativas y electorales, reformas militares, toda una política de obras públicas en Italia... pero otro tibuno de la plebe se alzó contra él también por instigación del Senado. Al perder Cayo su tercera elección para el cargo tribunicio -una tercera elección era algo anómalo pero no ilegal- intentó imponerse por la fuerza (estos datos son contradictorios entre varios historiadores) y ello sirvió de excusa o justificación para perseguirlo. Huyó, pero viéndose perdido, mandó a un esclavo suyo que le diese muerte (otra costumbre muy estoica). El Senado tuvo entonces el camino expedito para deshacer toda la obra de los Graco.

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