lunes, 21 de noviembre de 2011

Heródoto viaja por Egipto


Yo mismo allá en Menfis lo oía de boca de los sacerdotes de Vulcano, si bien los griegos, entre otras muchs fábulas y vaciedades, añaden que Psamético, mandando cortar la lengua a ciertas mujeres, ordenó después que a cuenta de ellas corriese la educación de las dos criaturas [que habían sido apartadas en la cabaña de un pastor a muy corta edad hasta que dijeron los primeros vocablos]... Otras noticias no leves ni escasas recogí en Menfis conferenciando con los sacerdotes de Vulcano; pero no satisfecho con ellas, hice mis viajes a Tebas y a Heliópolis con la mira de ser mejor informado y ver si iban acordes las tradiciones de aquellos lugares con las de los sacerdotes de Menfis, mayormente siendo tenidos los de Heliópolis, como en efecto lo son, por los más eruditos y letrados del Egipto...

Decían haber sido los egipcios los primeros en la tierra que inventaron la descripción del año, cuyas estaciones dividieron en doce partes o espacios de tiempo, gobernándose en esta economía por las estrellas. Y en mi concepto, ellos aciertan en esto mejor que los griegos, pues los últimos, por razón de las estaciones, acostumbran intercalar el sobrante de los días al principio de cada terecer año; al paso que los egipcios, ordenando doce meses por año, y treinta días por mes, añaden a este cómputo cinco días cada año, logrando así un perfecto círculo anual con las mismas estaciones que vuelven siempre constantes y uniformes. 

Añade Heródoto en su "Euterpe" que los egipcios se atribuían los nombres de los doce dioses que luego tomaron los griegos, añadiendo que Menes fue el primer hombre que reinó en Egipto; aunque el Egipto todo fuera del Nomo Tebano (provincia cuya capital era Tebas) y que por aquellos tiempos era un cenagal (se refiere a los tiempos de Menes), de forma que nada parecía igual que cuando Heródoto visitaba Egipto en el siglo V antes de Cristo, una vez que se habían hecho las obras de irrigación, canalizado el río Nilo y modificado la naturaleza acorde con las necesidades de los riegos y los peligros de las crecidas; citando luego al lago Meris río arriba.


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