jueves, 17 de noviembre de 2011

Las tribulaciones de Alejandro

 (Arriba, paisaje de las Puertas Caspias)

Los grandes personajes de la historia han sido objeto, frecuentemente, de una mitificación que conviene deshacer. El gran viaje de Alejandro guerreando y destruyendo todo lo que encontraba a su paso, provocando muerte y desolación, no se suele explicar de esta manera, sino solo como gran general que dirigió a su ejército en muchas victorias. Sin embargo, su figura tiene puntos oscuros que convendría plantease aunque no se disponga de pruebas definitivas. 

La muerte de Filipo II a manos de Pausanias de Orestis en 336 antes de Cristo le favoreció objetivamente, aunque no tenemos ni una sola prueba de que Alejandro, muy joven entonces, estuviese implicado en el crimen. Además también otros personajes se pudieron alegrar de dicha muerte, particularmente Demóstenes, el gran opositor a que las polis griegas del sur cayesen bajo la dominación macedonia. En el año 330 llegó Alejandro con su ejército a Persépolis y mandó quemar el palacio de Jerges, lo que era innecesario, pero muy conveniente en una época de símbolos: era una forma de demostrar la superioridad sobre los persas y sus autoridades, reduciendo a cenizas el palacio desde donde se tomaban las decisiones contra Grecia. Hoy no podríamos aprobar dicha acción, pero lo cierto es que el siglo IV antes de Cristo era otra cosa.

En el mismo año el general Beso traicionó a su rey, Darío, dándole muerte, y se convierte luego en Artajerjes V. ¿Tuvo algo que ver Alejandro en ello? No tenemos pruebas para asegurarlo; solo que también salió beneficiado porque la personalidad de Darío era muy superior a la de Artajerjes V. El crimen se produjo en las Puertas Caspias, entre dicho mar y las montañas del Cáucaso, donde se habían construído fortificaciones contra las posibles invasiones de pueblos del norte. 

Alejandro también tuvo opositores en sus propias filas: en 330 a. de C. dos altos mandos militares, uno de ellos Parmenio, conspiraron contra él en Proftasia, la actual Farah (al oeste de Afganistaán), provocando la ira de Alejandro, que ordenó su ejecución.  En 327 antes de Cristo tuvo que hacer frente a la conjura contra él por parte de algunos miembros de su séquito, haciendo ejecutar a su hermano adoptivo Clito y al hijo de Parmenión y sobrino de Aristóteles, Filotas Calístenes, algo que demuestra muy poca clemencia por parte del joven rey y general. Esto ocurrió mientras Alejandro asediaba la roca Sogdiana, entre los actuales Uzbekistán y Tadzykistán, una fortaleza donde se encontraban refugiados los familiares del rey de Bactriana, Oxiartes. La dificultad de la operación fue llevada a cabo por experimentados guerreros que perecieron en número de varias decenas. (Abajo, en rojo, el territorio donde se encontraba la roca Sogdiana):


Alejandro fue herido en el asalto a la ciudad de Malos en 325 antes de Cristo, cerca del Indo, cuando su ejército se enfrentó a los sidracas o malos. Pausanias lo relata de la siguiente manera (99.4 y 99.5): en este momento, Peucestas, uno de los escuderos, tras subir por una escala, escudó el primero al rey y, después de él, muchos otros, tras presentarse y espantar a los bárbaros [cabe preguntarnos quienes eran más bárbaros en el Indo, además de más bárbaros en las formas de guerra], salvaron a Alejandro; una vez tomada la ciudad por la fuerza, los macedonios fueron eliminando a todos los que se encontraban llevados por su coraje en defensa de su rey y llenaron la ciudad de cadáveres. Mientras el rey dejaba pasar muchos días para curarse, los griegos instalados por Bactria y Sogdiana soportaban con dificultad ya hacía mucho tiempo su instalación entre los bárbaros y entonces, tras llegarles el rumor de que el rey, tras ser herido, había muerto, se soliviantaron contra los macedonios. 

En el desierto de Gedrosia el ejército de Alejando tuvo que soportar penalidades hasta que llegó a Pura, al norde del Índido y al Este del golfo pérsico (325 a. de C.). Estas son solo algunas de las muestras de que estamos ante un general victorioso, sí, que pagó con su propia vida una osadía que en buena lógica ha de considerarse absurda; solo comprensible, pero nunca justificable, en el marco de una sociedad guerrera como era la del mundo antiguo, sobre todo entre los grupos dirigentes. Su juventud le hizo cometer herrores, se vio en apuros mil e hizo sufrir a sus colaboradores, que se rebelaron contra él. 

La ventaja -creo yo- es que la cultura griega se llegó a conocer en el interior de Asia, pero el coste fue demasiado grande, mostrándose toda la miseria del ser humano que el propio Alejandro comandó en no pocas ocasiones.(Abajo, posible busto de Pausanias):




No hay comentarios:

Publicar un comentario