Existe una corriente historiográfica que considera que, en su momento, el islam fue concebido como un nuevo cisma del cristianismo, y un ejemplo de ello lo tenemos en Juan Damasceno (s. VIII). En el siglo VI la comunidad arábigo-nestoriana de los 'ibad (siervos de Dios) fue una especie de preludio de la comunidad originaria islámica. De hecho el judaísmo y el cristianismo fueron elementos que impulsaron a los árabes a un cambio espiritual. Las comunidades nómadas y sedantarias de Arabia no podían seguir con sus ídolos mientras poco más al norte, con quien mantenian relaciones comerciales y culturales (sobre todo con Siria) se habían desarrollado desde hacía siglos confesiones monoteístas superiores.
Muhamad fue considerado en un principio como un "hanif" más (uno de tantos predicadores que existían entonces). Algo parecido al "Mesías" cristiano: Jesús se presenta a las comunidades judías como tal, pero otros también lo habían hecho y lo siguieron haciendo. La diferencia es que Jesús tuvo la fortuna de tener seguidores y, según los evangelios, que en mucho son fuentes históricas, una actividad que otros no fueron capaces de llevar a cabo. Como en el caso del primitivo cristianismo, las predicaciones de Muhamad no solo perjudicaban a las creencias politeístas locales, sino -se creía- al lucrativo negocio de las peregrinaciones, y de hecho los hebreos de Medina discutieron a Muhamad.
Al principio la religión islámica se impuso no solo por la convicción de los fieles, sino mediante luchas contra los opositores y el particularismo de las tribus. Cuando la religión islámica llega a la Persia sasánida se impone, pero no la lengua árabe ni la cultura en general, que prevalece gracias a su riqueza, el persa. Tal circunstancia ha podido influir en las diferenes concepciones religiosas dentro del islam chií (persa) y sunní (fuera de Persia) si bien encontramos chiíes también en Irak y otras modernas naciones.
(Patio de la principal mezquita de Damasco)
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