sábado, 14 de enero de 2012

"Atrasado para la virtud"


Como el hierro, pues, ablandado por el fuego, después con el frío vuelve a comprimirse, y sus partes se aprietan entre sí, de la misma manera cuantas veces Alcibíades disipado por el lujo y la vanidad volvía a las manos de Sócrates, conteniéndole éste y refrenándole con sus razones, le hacía sumiso y moderado, reconociendo que estaba todavía muy falto y atrasado para la virtud. ¡Cuantos, hoy, necesitarían un Sócrates!

El mismo Alcibíades quiso en una ocasión visitar a Pericles, y llamó a su puerta; mas se le informó que no se hallaba desocupado, sino que estaba viendo cómo dar cuentas a los atenienses; y entonces se retiró diciendo: "¿Pues no sería mejor ocuparse en ver cómo no darlas?". ¡Esto último hacen muchos irresponsables hoy! 

Tenía un perro [Alcibíades] celebrado de grande y hermoso, el que había comprado en setenta minas, y fue y le cortó la cola, que era bellísima. Reprendiéronselo sus amigos, diciéndole que todos le roían y vituperaban por lo hecho con el perro; y él, riéndose, "eso es, les respondió, lo que yo quiero; porque quiero que los atenienses hablen de esto, para que no digan de mí cosas peores". Muchos, hoy, aún no conociendo a Alcibíades, le imitan a maravilla.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario