Paisaje del alto Atlas marroquí |
En el siglo XII el norte de África era un hervidero de tribus bereberes que se coaligaban o se enfrentaban entre sí según los momentos y las circunstancias. No muy distinto a lo que estaba ocurriendo en Europa entre cristianos. Desde antiguo habían sido llevados a la costa atlántica marroquí negros subsaharianos que impregnaron el islam de la zona con ritos y quizá creencias animistas. Mantener una doctrina en la más absoluta ortodoxia no ha sido tarea fácil nunca: el judaísmo, el cristianismo, el islam (por hablar de tres grandes religiones monoteístas y reveladas) tuvieron sus problemas siempre y los siguen teniendo ahora.
Paisaje del alto Atlas marroquí |
El dominio de la zona en ese siglo XII era de los almorávides, una agrupación religiosa que en su origen estuvo formada por monjes-soldados (salvando las distancias, con la misma filosofía que las órdenes militares en España) que habían conseguido aunar a buena parte de las tribus bereberes hasta el Sahara, en el actual Marruecos, bajo la escuela malikí de derecho coránico, en realidad sunní en tanto que mayoritaria. Estos almorávides, habiéndose hecho fuertes en África, pasaron a al-Andlus a finales del siglo XI, continuando allí su expansión. El hombre santo para los musulmanes, Muhammad ibn Turmat se convirtió en lider religioso en el alto Atlas marroquí, una zona poco apta para establecer una ciudad y una capital, por lo que, cuando se forme la confederación almohade a partir de la tribu masmuda, la obsesión será conquistar Marraquech, al norte de Marruecos.
Estos masmuda eran sedentarios y practicaban una agricultura muy sufrida, estando sus jefes en la localidad de Agmat (alto Atlas) al sur de Marruecos. Pero para que la confederación almohade se haga fuerte han de unirse a los masmuda los pueblos zenata, bereberes luego de haber sido nómadas, que incluso habían formado efímeros reinos en Tlemecén (al noroeste de Argelia), Fez (al norte de Marruecos) y Kairuán (en el actual Túnez). Al frente de estos zenata estaba quien se proclamará califa, sabiendo que se le consideraba heredero de las ideas religiosas de Tumart y que contaba con una fuerza militar importante. Será el azote de los almorávides, de los ziríes (bereberes de la Cabila, zona montañosa en Argelia) y de los hamnadíes (bereberes del norte de Argelia). Etos almohades -aparte ambiciones políticas de sus líderes- lo que querían era volver a la pureza del Corán primitivo, acusando a los almorávides de haberse relajado en las costumbres musulmanaas. Lo cierto es que el movimiento almorávide también había surgido con un fin purificador y ortodoxo.
Alminar almohade de una mezquita en Rabat |
El momento de los almohades será la segunda mitad del siglo XII y buena parte del XIII, aunque en la segunda mitad de éste ya muy mermada su posición en al-Andalus. Es fácil imaginar aquellas comunidades partícipes del rigorismo que acompaña a todo movimiento religioso cuando empieza, en los valles inaccesibles casi del alto Atlas en el sur de Marruecos; así empezaron -convencidos de su fe- una guerra de guerrillas que se transformó luego en expansionismo hasta el norte de Marruecos, el paso a Sevilla y luego a Murcia, hasta la extensión de su yihad, o esfuerzo, a la capital almorávide, Marraquech y al resto de al-Andalus. La batalla de Alarcos, librada en territorio manchego, cerca de la línea con la actual provincia de Jaén, en 1195, marcó un hito, aunque desde 1212 el declive de los almorávides en al-Andalus sea evidente. Su capital, Marraquech, fue convertida en una ciudad cosmopolita, sus alrededores se cultivaron y se realizaron obras de infraestructura para el riego (canales subterráneos para desviar el agua que se captaba en las montañas).
Restos de la fortaleza de Alarcos |
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