(Busto de Demades)
Esto parece deducirse de las investigaciones de Plutarco, aunque de Demades se nos haya conservado muy poca obra, no siendo así en el caso de Demóstenes. De este dice aquel autor "que no era naturalmente facundo" y las fuentes están llenas de datos sobre los múltiples ensayos que Demóstenes hacía para preparar sus discursos, que primero escribía, luego declamaba, etc. En una ocasión Piteas, satirizándole, "le dijo que las pruebas de sus discursos olían mucho a lámpara", prueba de que pasaba las noches ensayándolos. Demóstenes le contestó una vez con acrimonia "pues a fe que la lámpara no sabe de mí y de tí las mismas cosas". También Plutarco habla de la "cobardía [de Demóstenes] para hablar de repente", es decir, improvisadamente, lo que no le ocurría a Demades.
De éste "todos convienen en que entregado a su genio, era invencible, y que hablando de pronto, confundía todo el cuidado y prevenciones de Demóstenes". Teofrasto, según nos informa Ariston de Quijo, emitió el siguiente juicio: Demóstenes "digno de la ciudad" y Demades "sobre la ciudad". Otros incluso consideran que Focion tenía más nervio en la elocuencia que Demóstenes, hasta el punto de que éste, cuando le tocaba hablar, refiriéndose al otro, decía: "Ya está aquí el hacha de mis discursos", pues consideraba que "una sola palabra, una seña de un hombre de probidad, tiene más fuerza que muchas y muy prolijas frases".
El propio Demóstenes reconocía que "no tanto he aprendido y conocido las cosas por las palabras, cuanto, tomado conocimiento de las cosas, ellas me han conducido a sabor las palabras". Creo que es una gran reflexión, ya que es la experiencia, el saber de qué se habla, lo que permite llegar a expresarse bien y con elocuencia, mientras que las palabras bien dichas pero sin algo realmente que contar, son hueras. En fin, Demóstenes se lamentó en más de una ocasión de ser superado por sun simple marinero, ya que Demades, antes de brillar en el campo de la oratoria, lo había sido. (A la izquierda, Filipo II de Macedonia, contra cuyas pretensiones expansionistas dio Demóstenes pruebas de su oratoria).
Parece que un discurso de Demades sirvió para condenar a muerte a Demóstenes, pero aquel también moriría por sentencia más tarde. O tempora, o mores!
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