A principios del siglo XIII antes de Cristo dos grandes imperios dominaban desde Anatolia al Nilo, pasando por Siria y Palestina. Los hititas se habían hecho fuertes desde hacía unos cuatrocientos años, siendo gobernados por reyes que se sucedían entre sí a base de traiciones, crisis dinásticas y alianzas con una u otra facción de la nobleza. Los egipcios tenían una brillante civilización desde hacía mil setecientos años, y se encontraban en uno de los momentos de máxima expansión territorial, con una serie de principados vasallos en Siria. Amurru era uno de ellos, pero también otras ciudades, situadas estratégicamente para el comercio con Mesopotamia, estaban bajo su control: Alepo y Karkemish.
La ciudad de Kadesh, en Siria, era una especie de frontera más o menos implícita que ninguno de los dos imperios se había atrevido a sobrepasar, pero el temor a que el expansionismo de uno fuese en detrimento del otro, hizo tensar las relaciones entre ambas partes. La lógica del momento -como en otros de la historia- fue asegurar la alianza de los principados del norte (para Egipto) e intentar sustraerlos a dicha influencia (para Hati). De ahí que en torno a Kadesh se librase una batalla realmente feroz, al lado del río Orontes, que sería cruzado por varias partes y en sus dos direcciones por los carros e infantes hititas y egipcios. (Abajo, relieve de dioses hititas en el desfiladero de Yazilikaya).
Los dioses de unos y otros se pusieron en movimiento; no porque lo quisieran, pues bien estarían en el limbo de su majestad, sino porque lo demandaban los reyes y generales de ambos ejércitos. Oráculos, ritos, preparativos, todo ello se amalgamaba mientras una enormidad de carros (se ha hablado de 3.700) y de infantes (unos 40.000) fueron movilizados por el rey hitita y sus aliados, una serie de ciudades y principados dependientes o no en la península de Anatolia. Por su parte, el rey egipcio hizo lo propio, aunque según las fuentes sus fuerzas fueron menores.
El ejército egipcio se fue situando al oeste de la ciudad, que se encontraba sobre un promontorio natural y amurallada, muy cerca del Orontes. Debían brillar las lanzas y las espadas, hacer un ruido enorme los carros, relinchar los caballos, levantarse gigantescas polvaredas, moverse agitadamente los infantes y embeberse en su autoridad los reyes, pero no debió de alejarse de ellos el temor por el estrépito y más por la posible derrota. A la postre, un ejército egipcio procedente del norte, que había bordeado la región de Kadesh por el Este, resultó ser definitivo, pero cuando se llegó al acuerdo de firmar la paz, Egipto cedió el control de los principados y ciudades sirias a Hatti. La frontera quedó establecida allí, y según las fuentes que se sigan, la victoria fue para unos o para otros. Ramsés II, incluso, llegó a hacer esculpir en los muros y en las columnas de los templos la leyenda de que él solo había vencido a todo el ejército hitita, que había actuado al frente de otros confederados. Muwatallis II, por su parte, regresaría a Hattusas con la noticia de haber vencido a un imperio que se sabía tan poderoso.
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Paisaje de Siria |
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Paisaje de Siria |
La geografía atravesada por las expediciones militares que se enfrentaron en Kadesh es diversa, como corresponde a un desplazamienento largo y penoso. Páramos, abarrancamientos, ríos y montañas, mesetas y estepas, campos de labor, llanuras y valles costeros. Para los confederados hititas el desplazamiento fue enorme, con las vituallas, la intendencia, las avanzadillas, los correos, los pajes y generales, los comerciantes que salían al paso. Para los egipcios el viaje fue más corto, pues el ejército de Ramsés salió de Pi Ramsés, en el delta, aunque muchos soldados venían de más al sur, incluso de Nubia y de Libia, atravesando el Sinaí, entrando por Gaza en Palestina, siguiendo el Oroentes y llegando a los confines del imperio.
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Ruinas cercanas a Damasco |
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Paisaje de Anatolia |
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Paisaje de Anatolia |
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Paisaje de los montes Taurus, al sur de Anatolia |
Me impresionan mucho las guerras de la antigüedad. Por la gran cantidad de soldados que agrupaban, por el desastre tan extraordinario que suponía para el perdedor, por esos combates "cuerpo a cuerpo" que nadie conseguía eludir. Y esa borrachera de sangre...
ResponderEliminarMuy interesante el post. Y que todos se sintieran ganadores... como aquí en las elecciones. Saludos cordiales.
En este caso debió de ser terrible, porque tanto las tablillas hititas como las fuentes egipcias narran la batalla como feroz, aunque siempre en un sentido hímnico, como era común en la antigüedad. Además, en este caso se trata del siglo XIII antes de Cristo, es decir, muy lejos todavía de púnicos, griegos, Roma...
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