Cuando Cicerón se animó a dedicarse a la política (ya había tenido una corta experiencia) consultó a un oráculo sobre la forma de actuar, el cual contuvo el ímpetu del orador para que no desperdiciara su talento. La pitia, al mismo tiempo, le aconsejó que no se comportase como le dijese la gente, sino tal y como era su naturaleza. Por otra parte Cicerón mantuvo siempre una actitud de pasos lentos hacia las magistraturas.
En una ocasión se encontró en Campania con un amigo, y creyéndose ya famoso en Roma le preguntó qué se hablaba de él. "¿Pues donde has estado este tiempo Cicerón"? le contestó el amigo, lo que hizo que nuestro hombre rebajase mucho su ambición.
Destinado en Sicilia, donde fue cuestor, se ocupó de la la acusación a un tal Verres (los romanos llamaban verres al puerco no castrado, pero esto es harina de otro costal) que había sido pretor en la isla y cometido mil excesos, haciéndose acreedor de persecución por los sicilianos. Cicerón hizo que se le condenara, pero no lo consiguió mediante brillantes discursos, sino permaneciendo callado. Los pretores eran favorables a Verres y hablaron todo lo que pudieron en su favor, pero de tal forma lo hicieron que Cicerón consideró que no era necesario hablar para contradecirles. Hasta aquí lo que se puede consultar en Plutarco: "Vidas paralelas".
Pues bien, los ejemplos de la Roma del siglo I antes de Cristo los podemos comparar con la actualidad: no consultan a oráculo alguno nuestros políticos para ser orientados acerca de sus méritos, suponiendo que los tienen sin más; se dejan llevar por la demagogia, lo contrario de lo que la pitia dijo a Cicerón, aconsejándole que se dejase llevar por su naturaleza y no por lo que la gente desea oir, con lo que hoy podemos encontrar políticos que mienten más que hablan. A más de uno debiera ocurrirle el episodio que protagonizó Cicerón en Campania, para ver si se le bajan los humos, pues no han demostrado ni una sola luz y ya se creen el dios sol.
En cuanto al caso del corrupto Verres, tenemos émulos sobrados: prevaricadores, ladrones, falsificadores, cohechadores, delincuentes comunes, ambiciosos de dinero y fama... Pero no quisiera hacer un "discurso" contra los políticos y la política, sino contra los que todos tenemos "in mente", que ascienden en las magistraturas tan rápido como se enriquecen con el erario público (al contrario que Cicerón). Ya hubo regímenes en España donde la "política" era vista con malos ojos para poder hacer y deshacer a su antojo unos cuantos esbirros de este o aquel dictadorzuelo. La política es un noble arte si se concibe para servir al común; pero se convierte en un vicio nefando si se agota en la meta personal para no trabajar en otro oficio.
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