miércoles, 11 de enero de 2012

La batalla de Alesia

Dibujo del promontorio de Alesia
El enfrentamiento que tuvieron las legiones romanas con los ejércitos de galos en Alesia, en el centro de Francia, se puede comparar con la resistencia numantina en España, si bien en este caso fue mucho más prolongada la lucha (unos veinte años) mientras que en Alesia la victoria de Julio César fue más rápida. El ataque a Numancia, además, se produjo en las décadas centrales del siglo II antes de Cristo, mientras que la batalla de Alesia un siglo más tarde, concretamente en el año 52 antes de Cristo.

Ya venía César de guerrear en Lugdunum, el actual Lyon, y en Bribacte, algo más al sur de Alesia y al oeste del Ródano medio. El caudillo galo Vercingétorix le había vencido en Gergovia, un oppidum en el centro-este de Francia, aunque César venció al caudillo galo en Avaricum, otro oppidum, actual Bourges, en el centro del país. 

Hay algún otro parecido entre Numancia y Alesia: César estableció un asedio con una doble muralla con soldados alrededor de la plaza fortificada, siendo esta doble fila atacada tanto desde el esterior (galos que venían en socorro de los sitiados) como del interior: los habitantes de Alesia salieron para romper el sitio. No lo consiguieron por ningún medio, teniendo Vercingétorix que rendirse. Los saqueos fueron generalizados, algunas fuentes hablan de que un tercio de la población masculina, entre los nativos, resultó muerta, los tributos fueron impuestos a sangre y fuego. El propio César lo cuenta en De bello Galico (LibroVII).

Asesinato de César
Entre la llamada guerra social y las diversas guerras civiles (creo que es un error reducirlas a dos) los conflictos nunca afectaron a la ciudad de Roma: el valle de Toleno, el asedio de Aesernia, la Campania, Apulia y Lucania (todos ellos territorios italianos); el Ponto y Numidia en la "primera guerra civil"; Dirracium, Farsalia, el sitio de Brindisi, Ilerda, Egipto, Tapso, Munda... y no digo todas porque resulta innecesario. Las provincias fueron tomadas por los ambiciosos generales romanos para dirimir sus diferencias. A salvo quedaba la capital del imperio, donde el Senado jugaba cada vez un papel menos relevante, eso sí, salvaguardando los intereses de las clases adineradas. 

He pensado que la lucha entre los republicanos romanos y los partidarios de un poder personal fue para imponer una de las dos fórmulas negativas, pero no era la población menuda la que decidía, sino un grupo cada vez más reducido, aunque a veces tuviese que contar con una población que quería pan, circo y no pagar impuestos.

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