viernes, 27 de enero de 2012

El pintor de Róterdam

"El patio de una casa de Delft", 1658
Allá se fue nuestro joven pintor, a la ciudad de Haarlem, en el oeste de Holanda, en la costa si no fuese por el terreno ganado al mar. Pudo pasear por sus riberas, entre los campos sembrados, beber sus primeras cervezas, conocer los asilos privados donde se refugiaban las mujeres viudas, pobres, abandonadas; pudo pasear por la plaza del mercado en Haarlem, entrar en la catedral de San Bavón, inspirarse en los molinos de viento.

Su origen humilde no fue obstáculo, al parecer, para prosperar, pues a mediados de siglo (XVII) fue pintor y ayudante de un comerciante de paños de Róterdam. Conoció la cercana ciudad de Delft, La Haya antes de su esplendor actual y Leiden, rica gracias a su industria textil. En torno a 1667 se trasladó a Ámsterdam y allí el resto de su vida. Pero en Delft había realizado una obra importante con sus escenas populares, realistas y serenas, bajo la influencia de Fabritius, ante todo un retratista.

Hermann Bauer ha dicho de Hooch que los "patios con jardines, donce una suave luz se derrama sobre las figuras, dejándolas en suspenso, como si fueran objetos de una naturaleza muerta" es una de sus características. Otra, "la paleta más cálida que la de Vermeer, la utilización de la vista perspectiva, el escalonamiento espacial y las puertas abiertas". En Ámsterdam, cuando ya se codea con la sociedad refinada, los interiores que pinta cuentan con columnas de mármol, el mobiliario es lujoso y los colores son más fríos, como si quisiese dar a esas imágenes una solemnidad que no necesitaban sus cuadros de género anteriores.

También recibió la influencia de Vermeer en Delft, pintando "Los jugadores de cartas", un tema que tendrá seguidores y que había empezado quizá Caravaggio. Hooch se emarca plenamente en el barroco, no solo por pintar la realidad, aunque bajo un prisma pequeño burgués y tranquilo, propio de un país próspero desde hacía un siglo, sino por la técnica empleada, por los estudios de perspectiva, que habían comenzado los artistas del Renacimiento. La pintura de Hooch está exenta de dramatismo, contrariamente a la de los pintores barrocos españoles o Caravaggio; tampoco tiene el ambiente cetrino y nostálgico de Rembrandt, y en nada se parece al explosivo y vigoroso, al colorista Rubens. Sí obedece la pintura de Hooch a su época y a su país, pero una pátina personal es inconfundible en su obra.

Abajo, otra obra de Hooch con el tema de los jugadores de cartas:


"Jugadores de cartas" de Caravaggio
"Jugadores de cartas" de Cézanne
"Jugadores de cartas"

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