En uno de los inviernos durante la guerra del Peloponeso se reunieron los atenienses, siguiendo antiguas costumbres, para hacer exequias públicas en honor de los que habían muerto en la guerra. La ceremonia distinguía el caso de los que yacían como cadáveres en presencia de todos y de aquellos cuyos cuerpos no habían sido hallados. Pelicles, hijo de Jantipo, fue elegido para pronunciar el discurso.
Se lamenta primero el estratego por tener que hablar ante la multitud en momento tan triste, pero dice que lo hace por obedecer a las leyes, porque es justo y conveniente dar honra a la memoria de aquellos que primeramente habitaron esta región... defendiéndonos así contra los Bárbaros como contra los Griegos. Luego se extiende en consideraciones sobre lo que distingue a Atenas de otras ciudades griegas: Pues tenemos una república que no sigue las leyes de las otras ciudades vecinas y comarcanas, sino que da leyes y ejemplo a los otros, y nuestro gobierno se llama Democracia, porque la administración de la república no pertenece ni está en pocos, sino en muchos... Para mitigar los trabajos tenemos muchos recreos, los juegos y contiendas públicas, que llaman sacras, los sacrificios y aniversarios...
En los ejercicios de guerra -añade Pericles- somos muy diferentes a nuestros enemigos... De esto es buena prueba que los Lacedemonios jamás se atrevieron a entrar en nuestra tierra en son de guerra sin venir acompañados de todos sus aliados y confederados... No pudo ser más inoportuno Pericles en esto, pues sabido es que Atenas sería derrotada inmisericordemente por Esparta en la guerra.
No necesitamos al poeta Homero ni a otro alguno para encarecer nuestros hechos con elogios poéticos, -el que habla es un miitar- pues la verdad pura de las cosas disipa la duda y falsa opinión, y sabido es que, por nuestro esfuerzo y osadía, hemos hecho que toda la mar se pueda navegar y recorrer toda la tierra, dejando en todas partes memoria de los bienes o de los males que hicimos... A mi parecer -continúa- el primero y principal juez de la virtud del hombre es la vida buena y virtuosa... Toda la tierra es sepultura de los hombres famosos y señalados...
Tengo para mí que estas palabras son más bien de Tucídides, que en su "Guerra del Peloponeso", en la cual participó, las expresa de esta manera. Pericles pudo haber presidido las exequias para honrar a los caídos en las batallas, pero creo que es Tucídides quien da forma al discurso del estratego.
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