martes, 24 de enero de 2012

Mileto traiciona a Naxos

La isla de Naxos. Mileto en la costa de Jonia
Naxos está en la isla de su nombre y Mileto en la costa occidental de Anatolia, gozando ambas, a principios del siglo V a. de C., de gran prosperidad. Pero antes de esta etapa los milesios habían tenido que llamar a hombres justos de la isla de Paros para que pusiesen orden en su vida pública. En cuanto a Naxos era famosa por su vino y por su mármol verde. Pero no todo era prosperidad: el bajo pueblo se sentía explotado y le levantó, en más de una ocasión, contra los más ricos, especialmente en Naxos, algunos de cuyos dirigentes ya estaban en Susa en poder del rey persa Darío, pues el poderoso estado de los aqueménidas ya había intervenido en la zona.

El gobernador de Mileto, Aristágoras, recibió a los ricos de Naxos expropiados por la plebe, pero no les pudo ofrecer la ayuda militar que pedían: "No me hallo yo, señores, en estado de poderos dar un número de tropas que sea suficiente... Mas no quiero con esto deciros que no piense con todas veras en auxiliaros..., antes bien se me ofrece ahora un medio muy oportuno para serviros con eficacia. Sé que Artafernes es mi buen amigo y favorecedor, y sin duda sabeis quien es Artafernes, hijo de Ilistaspes, hermano carnal de Darío, virrey de toda la marina general de los grandes ejércitos del mar y tierra...". El de Mileto acude a un persa para ayudar a los ricos de Naxos, luego no es tan simple la historia como se ve en algunos librillos, según los cuales griegos y persas fueron encarnizados enemigos: más bien fueron enemigos los griegos pobres de los griegos ricos, y así en todas las sociedades. Obviamente, el imperialismo persa representó dos guerras en las primeras décadas del siglo V a. de C. contra formidables coaliciones griegas, pero la intervención de los reyes persas en los asuntos griegos fue, a veces, a iniciativa de éstos últimos.

Sardes, ciudad lydia desde donde los persas controlaban Jonia
Así se fue Aristágoras a Sardes donde se entrevistó con Artafernes, diciéndole que Naxos, entre otras riquezas, tenía un buen número de esclavos. Le explicó a continuación las ventajas para él de intervenir en Naxos: que se le pagaría con mucho dinero dicha intervención; la otra que podría apoderarse de Naxos, de Paros, de Andros y de las otras islas Cícladas. "Y dando este paso, bien fácil os será acometer desde allí a Eubea, isla grande y rica, nada inferior a la de Chipre, y lo que es más, es fácil de ser tomada". Artafernes contestó que no haría nada sin consultar a Darío.

El rey persa daría el visto bueno para el ataque a Naxos y a toda cuanta agresión fuese posible con la colaboración de Mileto (en realidad de Aristágoras y sus colaboradores) pero una afrenta sufrida por un general persa, a manos de Aristágoras, puso a éste en evidencia, de forma que los mismos persas avisaron a los de Naxos de la traición de su supuesto colaborador. Y esta es una de esas refriegas que van a dar con el levantamiento de las ciudades jonias contra el imperialismo persa, pero ya se ve que no solo por ello, sino por la ambicion, contradicciones y desavenencias entre las mismas ciudades griegas.

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