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viernes, 21 de mayo de 2021

Búfalos y ferrocarril

 


Tras la guerra civil, el presidente Lincoln ordenó la construcción del ferrocarril transcontinental, que permitiría unir el Este con el Oeste en unas cuantas horas, cuando antes se precisaba medio año aproximadamente. Empezó entonces la colonización de anchas llanuras por parte de los blancos, pues ya existían allí comunidades indígenas que nos han llegado con el nombre de indios.

Fue necesario producir mucho acero y llevar a los lugares de trabajo inmigrantes irlandeses, chinos y de otras nacionalidades; también veteranos de la guerra de secesión terminada recientemente. Hubo que vencer múltiples obstáculos, sobre todo en las Montañas Rocosas y en Sierra Nevada, para lo que los ingenieros jugaron un papel fundamental. Dos empresas se encargaron de financiar y construir el ferrocarril, la Unión Pacific y la Central Pacific, que recibieron en pago terrenos del Estado.

La obra contó con otras dificultades, como los ventisqueros invernales, que provocaron muchas muertes y situaciones desesperadas, llegándose a practicar el canibalismo: se trataba de sobrevivir. Se usó nitroglicerina para construir túneles en las zonas montañosas, mucho más potente aquella que la pólvora, pero también muy inestable, por lo que las explosiones se cobraron también no pocas víctimas. Unas y otras fuentes hablan de 1.500 chinos muertos por las explosiones, los derrumbes, el trabajo extenuante u otras causas.

Pronto comenzaron las migraciones hacia las llanuras, construyéndose poblados; en un año 40.000 colonos en Nebraska, muchos de ellos mujeres solteras y antiguos esclavos. El calor del verano se hizo sofocante, pero también provocó incendios que hubo que combatir. La escasez de lluvia contribuyó a ello, pero también provocó las plagas de insectos y otros animales, como la de langostas en las Rocosas en 1874, que devoraban la vegetación.

La hostilidad de los indígenas se puso de manifiesto, pues se concedían sus tierras a las compañías constructoras del ferrocarril, así como lotes de tierra a los colonos. La falta de vegetación arbórea dificultó la construcción de casas, teniendo los colonos que conformarse con chozas muy elementales, lo que provocó que en 1892, desde Nebraska, muchos regresasen al Este, pero ya las llanuras se habían convertido en el granero de Estados Unidos.

Aquellos pioneros eran, por lo general, devotos, pero también los había pendencieros, aventureros, bandidos, como en cualquier sociedad, máxime en enormes espacios donde la acción individual primaba sobre todo. Por las llanuras galopaban y pacían miles de búfalos, que pronto fueron objetivo de los cazadores para hacerse con el cuero, vendido a industriales para la fabricación de zapatos y otros objetos. De vez en cuando los vientos azotaban y se producían tornados, provocando la ruina de las chozas y modestas casas que se habían ido construyendo.

En Minnesota, leñadores noruegos y naturales proporcionaron enormes cantidades de madera que se trasladaba en forma de troncos por los ríos, provocando en ocasiones atascos que eran combatidos por la experiencia de los que en España llamamos gancheros[i]. Nuevas talas se produjeron en Wisconsin en 1892.

Mientras tanto, cazadores adiestrados en el manejo de las armas durante la guerra civil se dedicaban a la caza del búfalo, proliferando entonces los rifles que han llevado a tener en la actualidad sus “amantes”. Las pieles se vendían en Kansas y otros estados, pero los indígenas dependían también de los búfalos para aprovechar sus tendones, piel y huesos, sobre todo cuando pudieron recorrer grandes distancias tras la domesticación del caballo en las llanuras.

Los trenes recogían huesos de búfalo para venderlos a las fábricas de botones, loza y piensos. En Texas se desarrolló una ganadería estante de vacuno que no evitó una manifiesta pobreza en los medios rurales. Estas manadas de ganado español y vacas inglesas eran cuidadas por esclavos liberados.

(Fotografía de dreamstime.com/photos-images/paisaje-de-nebraska.html).


[i] Particularmente en el río Tajo los gancheros conseguían hacer llegar desde el curso alto del río hasta las diversas poblaciones grandes cantidades de troncos.

lunes, 5 de marzo de 2012

Temprano intento de ferrocarril en Galicia


El 25 de octubre de 1852 se reunía el Pleno de la Diputación Provincial de Pontevedra para estudiar un informe por el que se pretendía construir "un ferrocarril en Galicia cuya gigantesca idea es debida a la Diputación Provincial de Ourense". Los diputados pontevedreses reconocen "el patriótico celo" de los orensanos "al agitar el examen de la posibilidad y oportunidad de llevar a buen término un pensamiento grandioso en sí mismo". Enseguida se constató que la obra sería costosísima y que "careciendo la provincia en el momento de su nueva creación en 1833 de un camino de ruedas regular y directo que la comunicase aproximándola a la corte [sic] y sobre a esta con uno de los mejores puertos de Europa como es Vigo, y el mejor sin duda de España sobre el océano...", debía acoger la idea con entusiasmo, dicen los diputados pontevedreses. Pero al mismo tiempo señalan que antes de acometer una obra ferroviaria debía emprenderse la carretera que uniese Pontevedra a otras villas de Galicia, además de "la conservación de la que baja de Pontecesures a Vigo". 

Se consideran entonces los "sacrificios que impone la obra de un ferrocarril completamente aislado por carencia de las vías locales que le han de dar nutrición. Cuatro años más tarde (1856) el Pleno de la Diputación Provincial de Pontevedra acuerda "conferenciar con el empresario de los estudios del ferrocarril desde Vigo a Valladolid...", entrando a nombrar a los señores Eduardo Chao, José Elduayen y el marqués de Valladares, verdaderos animadores de la vida política provincial en aquella época: el primero llegaría a ser ministro en las filas del republicanismo, y el segundo se eternizaría como diputado en Cortes conservador por Vigo.  

En el Pleno de 4 de mayo de 1861 la Diputación de Pontevedra trata "sobre la excitación del sr. Elduayen, relativa a la subvención suplementaria para obtener proposición a la construcción de la vía férrea de Vigo a Ponferrada". Se constata que "son notorias las dificultades para hallar una casa que se encargue de la construcción del camino de hierro que concluye en Vigo, y que en la de Sir Morton concurren circunstancias para poder acometer dicha empresa [se trata de la casa inglesa Sir Morton Peto y Compañía]. Pero -se lamentan los diputados pontevedreses- el presupuesto y la subvención del Estado no son suficientes para llevarla a cabo "porque la línea no reportaría beneficios a los accionistas...". Se pretenden entonces concernir a las demás Diputaciones de Galicia, particularmente a la de A Coruña, en el proyecto de ferrocarril a Galicia, preguntándose los diputados: "¿es justo que solamente las provincias de Ourense y Pontevedra hagan sacrificios para ver de conseguir se subasten secciones de un ferrocarril que también aprovecha a otras provincias de Galicia?". 

Se acordó en esa fecha crear un empréstito por valor de una parte de la subvención, "pagadera en los plzos más convenientes y la otra parte se incluirá con los intereses del empréstito en el presupuesto ordinario, de modo que siendo posible no se recargasen más los arbitrios provinciales".

Habrá que esperar a 1864 para que de nuevo el Pleno de la Diputación de Pontevedra acuerde "decir a la Compañía de ferrocarril de Medina del Campo a Zamora... que no entregaría en lo sucesivo cantidad alguna sin que la empresa le facilitase al mismo tiempo los títulos legales que acrediten sus acciones, acuerdo que no sólo está en prefecta consonancia con la ley [la de 1855 impulsada por el ministro Madoz] sino también con los estatutos de la misma Compañía" en su artículo 17. Luego se constata que "la empresa constructora del camino de hierro de Vigo a Ourense no ha podido hasta hoy cumplir lo prevenido en el artº. de la Ley de 11-7-1856 y sobre compañías concesionarias de obras públicas". 

Lo cierto es que a la ciudad de Pontevedra el ferrocaril no llegaría hasta el año 1887, prueba de las dificultades para comunicar a una región periférica con el resto de España, circunstancia que también se dio en otras regiones españolas. Cuarenta años del siglo XIX perdidos en guerras, una burguesía menos dispuesta que la de otros países europeos a invertir en otra cosa que no fuesen tierras (excepción hecha de algunos casos) y unos gobiernos -formados por miembros de dicha burguesía- que no tuvieron la capacidad para hacer de España un país moderno, hacen que en un aspecto concreto como es el de la construcción del ferrocarril a Galicia, el retraso y las dificultades aparezcan a poco que se indague en los papeles de los archivos. (Archivo de la Diputación Provincial de Pontevedra, Actas de plenos, libros 13.005, 13.008, 13.010, 13.011, 13.013 y 13.014).