Mostrando entradas con la etiqueta imperialismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta imperialismo. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de abril de 2019

Los enemigos de Hatti

Puerta y muralla de Hattusa, capital hitita

El río Kizilirmak, conocido en época hitita como Marrassantiya, recorre el este y centro de la península de Antatolia a lo largo de más de 1.300 km. Su curso va primero en dirección suroeste, gira hacia el norte y desemboca en el mar Negro. Era la única frontera natural del imperio hitita, aunque fácilmente vadeable, y por lo tanto no evitaba invasiones y amenazas de pueblos enemigos de los reyes hititas. El imperio estuvo continuamente sufriendo amputaciones territoriales, pero reponiéndose también a partir de nuevas conquistas y sometiendo territorios y pueblos vasallos en Anatolia, Siria y más al este.

El segundo milenio a. de C. es el de los hititas, más concretamente los siglos XVII a XIII, aunque su civilización se prolongase por más tiempo. Durante dicho período algunos territorios hititas estuvieron ocupados por enemigos, sobre todo en el norte y nordeste. En la zona del Ponto, al norte, vivían los kaskas, conglomerado de grupos montañeses que invadieron el territorio hitita y lo ocuparon varias veces; fueron ocasión para grandes devastaciones que llevaron a pactos, intercambios y conflictos entre hititas y kaskas, de los que hablan las fuentes estudiadas por los historiadores[i].

Hacia el sudeste estaban los hurritas, que invadieron la frontera oriental hitita por lo menos durante el reinado de Hattusili I, en la segunda mitad del siglo XVII a. de C. En otras ocasiones continuaron amenazando los territorios hititas tanto en Anatolia como en Siria.

En el siglo XIV las conquistas de Suppiluliuma I dieron a los hititas cierta tranquilidad antes de que llegase el tiempo de la desaparición del imperio. Hacia el sudoeste estaba Arzawa, un territorio más o menos definido cuyos habitantes llegaron a ser vasallos de los hititas, pero con rebeliones frecuentes contra ellos e incluso invadiendo el territorio de Hatti.

Los reyes hititas tuvieron que defender con frecuencia el curso inferior del río Kizilirmak (cerca del mar Negro); en el sudeste, el llamado país de Isuwa, tapón entre Hatti y Mitanni, y en el sur de Anatolia el llamado país de Kizzuwadna, que cayó en manos de los hititas y de los hurritas en momentos distintos. En definitiva, el territorio imperial hitita variaba mucho y -en ocasiones- los habitantes de una región más o menos extensa eran tan solo vasallos nominales de Hatti. Los reyes hititas llevaron a cabo una política de repoblaciones en las zonas que habían sido devastadas, e incluso ocupadas en algún caso por los kaskas. La amenaza hurrita en el este y sudeste intentaron combatirla con operaciones militares y con la diplomacia.

Pero los hititas tuvieron gran número de estados vasallos en Anatolia y el norte de Siria, obra de empresas militares, que alcanzó su máximo desarrollo con las conquistas de Suppiluliuma I y de Mursili II en el siglo XIV. Los estados vasallos permanecían con sus gobernadores locales y el vasallaje se detallaba minuciosamente en los tratados que se imponían por parte de Hatti. Teóricamente estos tratados eran contratos entre dos personas, el rey hitita y el gobernador vasallo, de forma que cuando uno de ellos fallecía había de redactarse otro tratado. Los tratados obligaban a los vasallos a ciertas contribuciones militares, pero podían recibir ayuda de este tipo en caso de necesidad; lo más importante, sin embargo, era el pago del tributo anual por parte de los estados vasallos[ii]. Luego venía una alianza matrimonial entre el gobernador vasallo y una princesa de la familia real hitita, pasando a ocupar esta la primacía entre las demás mujeres del vasallo, lo que se manifestaba cuando llegaba el momento de la sucesión, que debía recaer en la estirpe de la princesa.

Si el trono hitita era usurpado, lo que fue frecuente hasta Telepinu (finales del siglo XVI a. de C.), el vasallo quedaba libre de las obligaciones contraídas, pero volvía a tener que cumplirlas si el rey hitita depuesto volvía al poder. En bastantes casos los gobernantes locales gozaron de lo que se llamó kuirwana, traducido a veces –según Trevor Bryce- como “protectorado”. Se aplicó a los reyes de Arzawa (al oeste de la península de Anatolia) antes de ser sometidos al vasallaje, y a los reyes de Kizzuwadna (al sureste) y de Mitanni. En teoría eran gobernantes independientes aliados, por lo tanto en una posición más ventajosa que la del gobernante vasallo, lo que se reconocía cuando llegaban a Hattusa para rendir homenaje al rey hitita. No pagaban tributos, pero en la práctica disponían de poca libertad para actuar por su cuenta y ni siquiera podían tener una política exterior propia.

Los fugitivos disidentes del régimen hitita eran perseguidos con saña, poniendo todo el empeño en recuperarlos para el castigo que les correspondía, y aquí cumplían un papel importante los gobernadores vasallos. Debe tenerse en cuenta que los reyes de Hatti sufrieron rebeliones con frecuencia hasta la estabilidad que consiguió Suppiluliuma I en Siria; Mursili II, por su parte, pudo dedicarse a la total conquista de Arzawa, lo que completó la tan deseada “estabilidad”.

Aunque hay mucho de reiterativo y formulario en los tratados, estos demuestran un buen conocimiento de la región de que se tratase, así como las particularidades históricas de los vasallos en cada caso. Hubo también virreinatos a partir de Suppiluliuma I en Siria: uno en Alepo y otro en Carkemish, al frente de los cuales estuvieron dos de sus hijos, Telepinu[iii] y Piyassili, que imprimieron la civilización hitita en estas regiones, perdurando varios siglos después del hundimiento de Hatti. Tarhuntassa, en el sur de Anatolia, fue un virreinato durante breve tiempo, y en el siglo XIII a. de C. fue puesto bajo la autoridad directa de un miembro de la familia real hitita.

Hatti fue llevado en no pocas ocasiones al borde del desastre por sus enemigos, entre los que se encuentran los luvitas (en el oeste y sudoeste) y los hurritas, sobre todo durante los tres primeros siglos. Los luvitas ocuparon extensas áreas del oeste de Anatolia desde principios del segundo milenio, y quinientos años más tarde ya se conocía la región como Luwiya, aunque dicha denominación no implicaba entidad política alguna, apareciendo luego otra denominación: Arzawa. Esta abarcaba cierto número de estados vasallos en el oeste y sudoeste de Anatolia; además de Arzawa propiamente dicha formaban parte de ese territorio Miza-Kuwaliya, el País del río Seha, Hapalla y Wilusa[iv].

Durante los siglos XV y XIV parecen haberse formado confederaciones en Arzawa[v], donde Arzawa propiamente dicha ejercía como primus inter pares respecto a los otros jefes, pero nunca se formó un reino unido, no obstante haber conseguido una profunda invasión en territorio hitita en el siglo XIV. Incluso a mediados del segundo milenio los habitantes de habla luvita habían ocupado buena parte de la costa sur de Anatolia.

Uno de los subgrupos de Arzawa fue el pueblo Lukka, aunque esta diversidad no está atestiguada antes del siglo XIII. Tampoco Lukka fue nunca una entidad política, no se conocen reyes ni tratados de vasallaje con el rey hitita, pareciendo tratarse de un conglomerado de comunidades independientes. Los habiru, por su parte, eran grupos nómadas o seminómadas que incluían marginados sociales, fugitivos y mercenarios que vagaban por las montañas y bosques de Siria.

¿Cómo gobernar un imperio con tantos peligros y con los medios del segundo milenio a. de C.? Es evidente que no se trata de un imperio como los que mucho después conoceremos.


[i] Trevor Bryce entre otros: “El reino de los hititas”.
[ii] En alguna ocasión el pago de tributos solamente se impuso con los vasallos sirios.
[iii] Obviamente es otro personaje distinto al que fue rey de Hatti.
[iv] Próximos a las costas del Egeo, en concreto Wilusa en el noroeste y, más al sur, el País del río Seha y Arzawa menor (el núcleo del país).
[v] El mayor asentamiento de luvitas.

miércoles, 19 de julio de 2017

Reservas indígenas en el norte de África




La gloria y mérito de la civilización romana contrastan, como en el caso de todos los imperios, con la miseria y el abuso contra los pueblos indígenas objeto de conquista y/o colonización. Como en los últimos siglos en Estados Unidos o en Sudáfrica, también Roma practicó una política de reservas indígenas como medio para pacificarles, dejándoles algunas tierras (no las más fértiles) pues los grupos nómadas y seminómadas más apartados de la costa mediterránea se oponían al expansionismo romano.

Antonio Chausa[1] ha hecho una recopilación de las muchas investigaciones que se han producido sobre este asunto. Los indígenas del actual Túnez y nordeste de Argelia se dedicaban al pastoreo e iban cambiando de hábitat según las estaciones del año. De lo que se trataba era de dominar los puntos de agua, y aquí es donde chocan los intereses de unos y otros. La lucha más fuerte se produjo en la zona oriental de la Mauritania romana y al suroeste de Numidia, ampliándose paulatinamente al conjunto del norte de África.

El pueblo más hostil a Roma eran los gétulos, que arrastraban a otros intentando formar confederaciones para oponerse a los legionarios. Junto a ellos destacan también los musulames y los garamantes. Los romanos llamaron al conjunto de todos ellos “mauri”, que debe de ser un nominativo plural, como en el caso de los keltoi o de los barbaroi. Lo que Roma consiguió fueron victorias parciales que no daban solución definitiva al problema, ya que los indígenas eran reacios a integrarse en las formas de vida romanas y para Roma, la zona era un granero fundamental cerealístico.

Así Roma estableció reservas con pueblos relativamente pacificados, teniendo su origen aquellas con Tiberio en la primera mitad del siglo I d. C. Tras la derrota sufrida por los musulames en el año 24, el emperador negoció con las tribus la posibilidad de cederles algunas tierras de pastoreo. Se trata de la primera reserva que será vigilada desde Ammaedara, un campamento de la Legión III Augusta, que permaneció en el norte de África durante más de dos siglos. En el año 75, Vespasiano trasladó el campamento militar a Theveste, mientras que Ammaedara pasó a ser colonia para veteranos del ejército. Con Tito (años 79-81) Theveste siguió como campamento militar pero con un contingente de la Legión en Lambesa, con lo que los historiadores han llegado a la conclusión de que Roma deseaba extenderse en dirección sur y se crean nuevas reservas para los suburbures y los nicives, forzándoles a la sedentarización.

Con Trajano (98-117) y Adriano (117-138) se da el apogeo colonizador de la forma que aquí explicamos, sobre todo en Numidia, creándose una colonia de veteranos: Thbursicu Numidarum, con la que linda la reserva para los nattabutes. Estos nativos podían conservar su organización en clanes, pero Roma creó un nuevo funcionario, el defensor citado en un epígrafe. Su función consistía en presentar a las autoridades romanas las quejas y peticiones de su pueblo, pero por encima de de los “defensores” estaban los praefecti gentium, documentados en fecha un poco anterior a Trajano. Algunos de estos prefectos habían nacido ya en África, como es el caso de Flavius Macer. Los prefectos hacían reclutas dentro de las tribus para integrar a los indígenas en las tropas auxiliares romanas.

Los emperadores Antoninos siguieron con esta política: reserva de Nybgenii que, creada con Tibernio, Trajano manda delimitar mejor. De la reserva de Tacapae se ha encontrado un hito donde se señalan los límites entre los tacapitanos y los nybgenios, pero han aparecido otros hitos de delimitación, e incluso algunas reservas limitaban con un fundo imperial. Con Adriano siguió esta labor asentando forzosamente a indígenas en Thala y Sufetula, siguiéndole Antonino Pío y Marco Aurelio, aunque ello no evitó nuevas revueltas de los que Roma llamó genéricamente “mauri”. 

(El mapa de arriba, anterior al asunto aquí tratado, permite ver la zona donde la política de reservas ha sido estudiada: en torno a Túnez y nordeste de Argelia actuales).                     


[1] “Modelos de reservas indígenas en el África romana”.

domingo, 6 de octubre de 2013

Amapolas de Vonnoh


Es quizá uno de los ejemplos más notables del impresionismo de Estados Unidos, aunque probablemente la obra fue realizada en Francia por su autor, que vivió entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX, por lo tanto en las décadas de madurez del impresionsimo. La influencia de la pintura francesa en Vonnoh es evidente, abandonando el neoclasicimo de su maestro, Gustave Boularger, con sus escenas en marcos clásicos y artificiosos. Vonnoh tiene más de Paul Delaroche, aunque la temática de ambos sea muy distinta: este con sucesos históricos reinterpretados a la manera romántica, mientras que el primero gusta más de los retratos y de los paisajes. En Vonnoh, como en todos los impresionistas la luz juega un papel fundamental, muy viva y colorista en su caso, contrariamente por lo tanto a lo que representó Sisley, por ejemplo. 

Algunas obras de Antoine-Jean Gros, que quizá conociese Vonnoh, también pudieron influirle. Aunque Gros osciló entre el neoclasicismo y el romanticismo y estuvo muy lejos del impresionismo (vivió entre los siglos XVIII y XIX) el colorido de algunos retratos de este pudieron impresionar a Vonnoh. Este, en ocasiones ha preferido los cielos nublados, pero en contraste pinta campos amarillos; a veces gusta del contraste entre la luz y la sombra, esta muy tenue, como es común en los impresionistas; las escenas del mundo rural, los árboles, los huertos...

La obra de arriba, titulada "Amapolas", fue realizada en 1888 y es un óleo sobre lienzo de 33 por 46 cm. que se encuentra en Museo de Arte de Indianápolis.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mentiras de Franco sobre Gibraltar

Wilhelm Canaris
Ya no es poco lo que se ha escrito sobre las relaciones del general Franco con Hitler durante la guerra civil española y durante los primeros años de la segunda guerra mundial. N. Godam, M. Séguéla, D. Detwiler, H. Feis, B. Gordon y A. Viñas son solo algunos de los especialistas que se han ocupado de este asunto. Por ellos y otros sabemos que el viejo mito de que Franco se resistió a entrar en la segunda guerra mundial al lado de Alemania a pesar de las exigencias de Hitler, se ha derrumbado en toda regla. Más bien fue al revés: en un primer momento los consejeros de Hitler (entre ellos Canaris) y él mismo no contemplaron la necesidad estratégica del noroeste de África, del estrecho de Gibraltar y de la propia España con vistas a la extensión de la influencia nazi. 

B. Gordon ha resumido que durante los meses de mayo a octubre de 1940, una vez vencida Francia con toda facilidad y firmado el armisticio que permitió la existencia de la Francia de Vichy como estado satélite de Alemania, los contactos entre Franco y Hitler fueron intensos, que el primero exigió para que España entrase en guerra al lado de Alemania armas, combustibles, Gibraltar y ciertas colonias francesas en África. El mismo autor, basándose en la bibliografía publicada y en investigaciones propias ha demostrado que Hitler nunca estuvo dispuesto a favorecer a la España franquista con más colonias en África de las que ya tenía, entre otras cosas porque la Francia de Vichy era aliada de Alemania y no iba a vestir a un santo desvistiendo a otro, máxime teniendo en cuenta que la España de Franco estaba totalmente en ruinas tras su guerra civil y de poca utilidad sería para los nazis. 

Al mismo tiempo se pone de manifiesto el antipatriotismo y la miseria del embajador de España en Francia, José Félix de Lequerica, que cambió de opinión en varias ocasiones según sus conveniencias y no según los intereses nacionales españoles. Por su parte Javier Tusell le califica de "inteligente, culto, cáustico y cínico", añadiendo que le caracterizaba "la absoluta impudicia con la que podía pasar a llevar a cabo una política que nada tenía que ver con su pasado... no tenía reparos ni en la adulación ni en asumir cualquier cambio de rumbo, incluso diciendo que España actuó igual en la política exterior ante la guerra mundial". Como embajador en la Francia de Vichy se empeñó con saña en perseguir a los españoles refugiados tras la guerra civil y como ministro de Asuntos Exteriores con Franco rompió relaciones con Japón tras la masacre cometida por el ejército nipón en Manila, donde murieron varios españoles: como la guerra tocaba a su fin, tocaba también ponerse al sol que más calentaba.

Barco de guerra francés en Dakar
El primero que entró en contacto con las autoridades nazis por orden de Franco fue el general Juan Vigón: era el 10 de junio de 1940 y llevaba una carta para Hitler. Cuatro días después España se apoderó de la zona internacional de Tánger y a finales de mes los nazis se plantearon la "Operación Félix", un plan para conquistar el norte de África francés y resarcir a Alemania de la pérdida de sus colonias durante la primera guerra mundial.

A comienzos de julio los nazis se plantearon la "Operación León Marino", consistente en la invasión de Gran Bretaña, algo que, como es sabido, nunca ocurriría. Por su parte el gobierno británico, ante la posibilidad de que los barcos franceses del norte de África cayesen en manos alemanas atacaron las bases de Orán y Mers-el-Kébir, con resultado de muerte para unos mil trescientos franceses. La respuesta de la Francia de Vichy fue bombardear Gibraltar, lo que ocurría sin contar en absoluto la opinión del general Franco, que había expresado durante la guerra civil española su intención de recuperar la plaza. Sin embargo Pétain seguía teniendo cierta autonomia, pues ante las exigencias de Hitler de que le cediese ocho bases aéreas en la región de Casablanca y la línea férrea Rabat-Túnez, entre otras cosas, aquel se negó a hacerlo y ahí quedó la cosa. Una muestra de que Hitler no estaba convencido del todo de la necesidad de intervenir en el noroeste de África, para lo que la intervención Española podía tener sentido.

B. Gordon señala que "en la segunda mitad de julio, los alemanes mostraron un mayor interés en Gibraltar y en conseguir que España participara en la guerra, de modo que el almirante Wilhelm Canaris, un veterano del equipo de apoyo alemán a Franco durante la guerra civil, fue enviado a efectuar un reconocimiento de Gibraltar y a obtener una completa descripción de las condiciones de España". Mientras tanto Franco, en su discurso del 18 de julio, cuatro años despúes del levantamiento que dio ocasión a la guerra, reclamaba Gibraltar y una gran parte del norte de África, anunciado que "dos millones de soldados están preparados para crear una nación y un imperio". Es evidente que no existían esos soldados y que España no tenía la mínima posibilidad de aportar algo útil a los nazis, mucho menos de recuperar Gibraltar, sobre cuya plaza Franco insistió a Hitler varias veces que debía ser tomada por tropas nacionales, a lo que Hitler señaló que serían soldados alemanes los que lo harían.

B. Gordon señala que Hitler llegó a aprobar el plan de ataque a Gribraltar y que el diario del general Franz Halder revela cómo la posición alemana sobre España coincide con la visión pesimista y desaprobatoria de Canaris: España no estaba preparada para ayudar a Alemania en la guerra y las palabras de Franco eran una superchería para consumo interno, aprovechando que no existía libertad de prensa para criticarlas. Según Helder España no tenía ni víveres ni carbón, había generales en contra de Franco y el clero no aprobaba otra guerra.


Cuando el 31 de agosto el gobierno británico envió naves desde Scapa Flow, en las islas Orcadas, llevando tropas fieles al general De Gaulle para desembarcarlas en Dakar, Pétain hizo lo mismo desde la base de Toulon, al sureste de Francia. Los barcos de guerra franceses pasaron por el estrecho de Gibraltar para llegar a Dakar y evitar el desembarco de las tropas gaullistas en Dakar, lo que consiguieron. Mientras tanto Serrano Suñer se reunía con Ribbentrop en Berlín intentando una vez más lo imposible: que Alemania aceptase la entrada de España en la guerra a cambio de armamento, territorios y dinero (España estaba pagando los 212 millones de dólares que debía a Alemania por su ayuda durante la guerra civil). Las dificultades fueron tales que España se vería obligada a enviar la División Azul cuando los nazis invadiesen la Unión Soviética, al tiempo que trabajadores españoles salían para trabajar en las industrias de guerra alemanas.

Poco después del 17 de septiembre Franco aceptó reunirse con Hitler en Hendaya: "por nuestra parte -dijo el español- llevamos preparando esta operación [la conquista de Gibraltar] durante mucho tiempo". Como es sabido Hitler no aceptó las exigencias materiales y territoriales de Franco, la armada de Vichy estaba fuerte hasta el punto de parar una embestida británica y la guerra en África tendría otros escenarios alejados de Gibraltar y de Marruecos hasta la iniciativa aliada en Casablanca, pero era ya noviembre de 1942 y Franco estaba desdiciéndose de todas las supercherías anteriores. No es difícil adivinar que si España hubiese entrado en guerra al lado de Alemania la península hubiese sido ocupada por tropas nazis, con el objetivo de Gibraltar o con otros.

sábado, 20 de octubre de 2012

Corinto en la guerra

La isla de Corfú, al noroeste de la actual Grecia
Parece que los corcirenses tomaron el nombre para su isla de la hija de un río y de una ninfa: así nació Córcira, la cual fue raptada por Poseidón llevándola a la isla que ahora es Corfú. Pero la realidad es muy otra y menos poética: Córcira fue una colonia de corintios hasta que los corcireneses, aliados con algunas tribus bárbaras de las costas occidentales de las actuales Grecia y Albania, quisieron independizarse de Corinto. Así empezaron las hostilidades entre metrópoli y colonia. 

Aún no había comenzado la guerra del Peloponeso que ensangrentará Grecia durante las tres últimas décadas del siglo V a. de C. y ya Esparta estaba interesada en que Atenas no reconstruyese sus murallas, destruidas durante la guerra contra los persas décadas atrás, pero el conflicto entre las dos ciudades no pasó de ahí. Cuando los atenienses, que formaban parte de una liga panhelénica donde también estaba Esparta, dirigieron sus naves hacia las costas de Laconia para ayudar a los espartanos en su lucha contra los ilotas, aquellos, temerosos de que las intenciones de Atenas fuesen otras, repelieron a sus naves. Por lo tanto ya existía una desconfianza clara entre unas ciudades y otras, y en este contexto se produce el gran enfrentamiento naval entre corcirenses y corintios que Tucídides nos narra en su "Gerra del Peloponeso", aunque la misma no había empezado todavía. 

La victoria fue para los corintios, que deseaban retener bajo su dominio a los corcireneses, mientras estos deseaban la independencia de su metrópoli. La batalla naval fue de tal amplitud -la mayor hasta ese momento en el mar de los griegos, dice Tucídides- que se dio una gran confusión, hasta el extremo de que los corintios atacaron naves propias al confundirlas con las de los enemigos. Los cautivos y los muertos fueron numerosos. Los corintios llevaron a los cautivos corcirenses al puerto de Sibota (hoy Sivota, frente a la costa sur de Córcira) cerca de donde estaban los bárbaros que habían venido en ayuda de los corcirenses. Tucídides dice de este puerto que era "desierto", en la región de Tesprátide. 

Una vez esto, los corintios se dirigen a Córcira, pero los corcirenses que había quedado les siguen, ayudados ya por algunas naves atenienses. Se trataba de evitar que los corintios desembarcaran en la isla, al tiempo que los atenienses comenzaron a cantar el Peán, canto a Apolo, que Homero cita en la Ilíada como dios que cura las heridas, pero también se entonaban estos cánticos antes del comienzo de una batalla previsible. Es el momento en que las naves corintias dan la vuelta y comienzan a embestir a las atenienses, dirigidas por Glaucón, hijo de Leagro, y Andócides, hijo de Leogoras. Los corcirenses, por su parte, tenían un punto de apoyo en Leucimna, a donde llegaron confundiendo a los corcirenses de tierra, pues había llegado la noche y les parecían naves corintias. Luego continúa Tucídides:

Al día siguiente... salieron de este puerto de Leucimna, y vinieron a velas desplegadas al puerto de Sibota, donde estaban los Corintios para ver si querían volver a la batalla. Mas los Corintios, cuando los vieron venir, levantaron áncoras y alzaron velas, salieron del puerto en orden, fueron a alta mar y allí estuvieron quedos sin querer trabar pelea, viendo las naves que habían venido de refresco de los Atenienses, sanas y enteras; que las suyas estaban maltratadas y empeoradas de la batalla del día anterior; que tenían bien en que entender, en guardar los prisioneros que llevaban cautivos en las naves, y que no podían encontrar lo necesario para rehacer sus naves en el puerto de Sibota... por ser lugar estéril y desierto. En definitiva, querían volver a su tierra. Parecioles buen consejo -continúa Tucídides- enviar algunos de los suyos en un barco mercante sin faraute (1) ni trompeta a los Atenienses para que espiasen y tentasen lo que determinaban hacer. Entonces comenzó un parlamento entre los enviados de los corintios y los que mandaban las naves atenienses:

Grande injuria y sin razón nos haceis -empezaron los corintios- varones Atenienses, en comenzar contra nosotros la guerra, rompiendo la paz y alianza que teníamos [ambas ciudades formaban parte de la liga panhelénica], queriendo estorbar que castiguemos a los nuestros, y para ello tomando las armas contra nosotros. Si os parece bien todavía impedirnos que naveguemos hacia Corcira o hacia otra parte donde nos pluguiere y quebrantar la confederación y alianza declarándoos enemigos nuestros, comenzad primero en nosotros, y prendednos, y usad de nosotros como de enemigos. Los corcirenses, que estaban oyendo estas palabras, comenzaron a dar voces diciendo que los prendiesen y matasen, pero los atenienses contestaron de esta manera: Ni nosotros comenzamos la guerra, varones Corintios, ni menos rompimos la paz y alianza que teníamos con vosotros; antes venimos aquí por ayudar y socorrer a estos Corcirenses, que son nuestros amigos y compañeros: por tanto, si quereis navegar para otra cualquier parte, navegad mucho en buena hora; mas si navegais hacia Corcira, o hacia otro cualquier lugar de su tierra para hacerles mal y daño, sabed que os lo hemos de estorbar con todas nuestras fuerzas y poder.

De sobra sabían los atenienses que Córcira era colonia corintia, pero lo que querían era impedir que lo continuase siendo, es decir, que continuase creciendo en el conjunto de la Hélade, pues ya estaba en marcha desde hacía tiempo la lucha por la hegemonía en aquel espacio. Atenta a los acontecimientos estaba Esparta, que tampoco quería el engrandecimiento de Atenas, por lo que esta batalla es uno de los prólogos a la gran guerra del Peloponeso. 
-------------------
(1) Puede tratarse del encargado de llevar y traer mensajes después de hacer una pesquisa. 

lunes, 27 de agosto de 2012

El monte Gurugú

Pintura de Mariano Bertuchi
Al suroeste de Melilla se encuentra el monte Gurugú, cerca del cual sufrió el ejército español una serevera derrota en 1909, en el barranco del Lobo, muriendo cientos de soldados. Ello desencadenó la "semana trágica" de Barcelona; miles de soldados reprimieron las ruidosas protestas de la población, que no quería mandar a sus hijos a morir a África, mientras los de los ricos se libraban de ello pagando una cantidad de dinero. La población humilde barcelonesa había formado barricadas en varias calles, había incendiado iglesias y otros edificios religiosos, había recurrido a una violencia desatada como consecuencia de un sistema injusto. 

El ministro de la Guerra era Arsenio Linares Pombo ¿Como concebía él la ocupación del Rif por parte de España? ¿Como justificaría que el territorio se defendiese por reservistas que no podían pagar su redención para no ir a la guerra? ¿Como justificaría los errores militares que se produjeron? Fue sustituido por el versátil Agustín de Luque, que después de ciertas veleidades republicanas y de su participación en varias conspiraciones antimonárquicas, llegó a formar parte del Gobierno de Su Majestad por primera vez en 1905.

Desde los blocaos defendían los soldados españoles las diversas plazas. Son fotificaciones de madera que se arman y desarmarn según sea necesario. En las paredes se hacían huecos pequeños para ver y disparar con sus tercerolas. Fue durante el calor del mes de julio y ya en las estribaciones del monte Gurugú se tuvo que producir el primer repliegue de los españoles mientras que en los próximos días las cabilas producían numerosísimas bajas en una tropa que, al parecer, no estaba preparada para la lucha, aparte los episodios de heroísmo que se produjeron.

El monte Gurugú forma parte de una pequeña alineación montañosa de norte a sur, separada por un valle donde se encuentra la ciudad de Nador para, más al este, otra alineación montañosa y el valle de Badja. En el monte Gurugú se encuentran todavía algunas fortalezas de la época española: una en ruinas con la torre de planta circular, bastante enhiesta; el castillo de Basbel, con una estética mudéjar; la fortaleza conocida como Cola de Caballo, con sus muros de mampostería agrietados, en un paraje solitario desde el que se alcanza a ver el mar Mediterráneo y la ciudad de Melilla.


miércoles, 18 de julio de 2012

Esclavos (y 4)

Sierra Leona y Haití son dos casos singulares en la historia de la esclavitud. La primera fue una colonia británica fundada en la costa oeste de África para asentar a esclavos negros que habían participado en la lucha contra los colonos norteamericanos al lado de la Corona británica: los negros leales, se les llamó por esta causa. El hecho de que la ciudad fundada para asentar a dichos esclavos liberados se llamase Freetown, revela las intenciones iniciales, aunque las condiciones materiales de la población devuelta a África siguíó siendo mala. Lo cierto es que lo que hoy conocemos como Sierra Leona fue un importante centro negregro explotado sobre todo por comerciantes ingleses.

En el caso de Haití el abandono de la parte occidental de la isla La Española por los españoles, hizo que cazadores y otro personal francés se fuesen asentando allí, de forma que en 1697, ante la evidencia de los hechos, la Corona española cedió a la francesa la parte de la isla que hoy conocemos como Haití. El trato que recibieron los negros que fueron llevados allí está relatado en la obra de un negro que vivió las condiciones de la esclavitud pero tuvo la destreza y la fortuna de salir de ella: "La narrativa interesante de la vida de Olaudah Equiano", que así se llamaba el negro, ex-esclavo y autor, cuya primera edición es de 1789, un año muy representativo, pues las ideas de la Ilustración, y luego de la Revolución Francesa, llegarán a Haití como al resto de América. 

La explotación del azúcar fue la principal fuente de riqueza en Haití pero también la caza, y como había cerdos cimarrones que presentaban dificultades para ser cazados, se llamó cimarrón al esclavo rebelde, que a la postre protagonizará la gran revolución haitiana de 1791 que se prolongará hasta principios del siglo XIX.

Los dirigentes británicos se olvidaron pronto del agradecimiento que debían a los negros leales y ocuparon los territorios que rodeaban a Freetown, planteándose un conflicto que se prolongará hasta el siglo XX ante el deseo de los nativos de crear un estado independiente y verdaderamente libre y la metrópoli británica que, en pleno imperialismo decimonónico, no estaba dispuesta a ceder Sierra Leona.

Paisaje de Haití
La revolución haitiana de 1791 comenzó algo antes con la participación de hacendados blancos, libres, libertos y negros, pero en cuanto las cosas empezaron a ir bien para los anhelos de independencia surgió -como en tantas otras ocasiones- la diferencia de clase: los intereses de los hacendados chocaron con los de los esclavos negros, ambos grupos aliados contra la Francia colonialista. Comenzó entonces otra lucha: la de los esclavos cimarrones contra los hacendados, ya en el marco de un Haití independiente pero, evidentemente, no libre para todos. 

La independencia de Sierra Leona no se alcanzó hasta 1961, mucho más tarde que la haitiana, pero no por ello los conflictos entre razas y clases desaparecieron de la región con montañas que aparentan dientes de sierra, como le pareció a algún explorador portugués, o el oleaje de sus costas como rugidos de leones. La población criolla quiso agarrarse a sus privilegios como propietaria, desoyendo los deseos de participar en la renta nacional de las diversas comunidades indígenas. La propiedad, esa institución que ha proporcinado tanta riqueza, ha sido, al mismo tiempo, el factor (en manos de unos pocos) de su terrible y desigual reparto.




martes, 10 de julio de 2012

Mujeres cacicas

El cacique o la cacica era, como es sabido, el "jefe o señor natural" de los indios, y de hecho podemos considerar que eran sus vasallos. Si existían antes de la llegada de los españoles, con estos se consolidaron, pues fueron un factor para el sometimiento de la masa indígena al poder español. Si se llegaba a un acuerdo con el cacique o cacica los indios de ellos dependientes quedaban asi mismo sometidos. En Perú se les llamó curacas y se sucedían unos a otros hereditariamente, aunque algún conquistador español pretendió elegirlos al desaparecer los anteriores. La legislación española respetó la figura del cacique en la medida en que la consideró como necesaria para el control de la población indígena. Si en ocasiones el cacique se rebeló contra la ocupación hispana muchas más veces colaboró con los conquistadores, integrándose en el entramado legislativo y tenían encomendado el nombramiento de alcaldes y regidores de indios.

Las cacicas Estefanía Titusunta y María Lema sirvieron a la monarquía española en su control de los indios saquisilí, pujilí y pallaganta, en el centro del acutal Ecuador. Estas cacicas vivieron en el siglo XVIII, pero las hubo anteriores. Tomasa Titu, también del siglo XVIII, se opuso a los españoles y pagó con su vida. 

Anacaona, en el siglo XVI, también se enfrentó a los españoles y fue ahorcada en la isla Española; Ayunga, sin embargo, colaboró con los conquistadores. Se tienen más noticias de las cacicas del siglo XVIII, cuando las primeras aspiraciones a la independencia hagan su aparición. Hay que tener en cuenta que, en la medida en que estaban integradas en la administración española, pero no habiendo abandonado su relación con los indios (en realidad sus iguales, aunque aupadas a la autoridad) se enfrentaron con frecuencia a los abusos que los administradores hispanos cometían. 

La quechua Micaela Bastidas, probablemente mestiza de india y negro, combatió en los Andes peruanos, y Jacienta Juárez y Lorenza Peña en la gran revuelta ecuatoriana de 1803. Rosario Coronel señala que "estas mujeres pertenecientes a familias de linaje no fueron las únicas. En el Archivo Nacional de Quito reposan muchos juicios entablados por cacicas, entre la segunda mitad del siglo XVII y el transcurso del siglo XVIII, que dan cuenta de la existencia de otras mujeres, que buscaron reafirmarse en sus poderes al disputarse parcialidades de indios, en momentos de la desestructuración cacical". 

La presión tributaria fue una de las causas más comunes de la rebelión de las caciques y los caciques contra la administración española: un caso particular es el de Lorenza Avimañay, y las muestras de violencia de que hicieron gala llegan al espanto. En realidad una respuesta a siglos de dominación despótica, por más que el fenómeno del mestizaje se extendiera por amplias zonas de América, quizá uno de los aspectos de la etnología americana de mayor interés humano.

(Ver: servindi.org/actualidad/3570 y http://es.scribd.com/doc/58495562/19/Cacicas-y-caudillas.

lunes, 9 de julio de 2012

"Móvense as catanas"

A golpe de machete (catana) se levantaron los miembros de la UPA (Unión de los Pueblos de Angola) contra la dominación portuguesa en torno a la región de Dembos, en el noroeste del país. Con ayuda congoleña, en cuyo territorio tenían sus bases los miembros de la UPA, el 15 de marzo de 1961 y los siguientes días se produjo una matanza de varios miles de angoleños y portugueses que se considera como el inicio de las hostilidades en el marco de la independencia de Angola de la metrópoli portuguesa. Los dueños de las haciendas, sus gerentes, los colaboradores negros, las mujeres portuguesas y angoleñas, los niños, todos fueron víctimas del odio acumulado durante años. La acción no tuvo nada de revolucionaria, pero sí explica el fanatismo que había hecho mella en un sector de la población angoleña dirigida por Holden Roberto. La represalia portuguesa se cobró unas 50.000 vidas.

La UPA era un movimiento nacionalista pero de ideología conservadora, que intentaba agrupar a los angoleños contra la ocupación portuguesa del país. Cuando hace su aparición el Movimiento para la Liberación de Angola (éste sí de carácter izquierdista y que tuvo el apoyo de la Unión Soviética) liderado por Agostinho Neto, la UPA no tuvo inconveniente, ante un contrincante que no le era afín, colaborar con las autoridades portuguesas.

Para dichas autoridades, que dirigían una dictadura, el mantenimiento de las colonias de ultramar era la fórmula para que Portugal no fuese un país pequeño. Oliveira Salazar lo dijo en repetidas ocasiones, pero esta concepción no fue exclusiva del salazarismo, sino también de los principales dirigentes de la I República portuguesa instaurada en 1910. El pueblo portugués, en su conjunto, veía con naturalidad que su país gobernase desde Minho hasta Timor, un vasto territorio en su mayor parte fuera de los límites de la metrópoli. 

Más tarde surgió la UNITA (Unión Nacional para la Indepdencia Total de Angola) lidereada por el antiguo miembro de la UPA Jonás Savimbi. Como luego se demostró, el objetivo no era solo la independencia de Angola, que era deseada en mayor o menor medida por los diversos grupos bantúes que poblaban el país e incluso, en el sur, etnias no bantúes. Como en tantas otras ocasiones el objetivo tenía que ver con el control de la economía, el café sobre todo en aquella época, cuyas plantaciones estaban en manos de portugueses y otros europeos. Poner a los poblados y ciudades nombres de portugueses, a la postre, no sirvió de nada: Carmona, Salazar, Henrique de Carvalho, Sa de Bandeira, Silva Porto...

En medio de un clima internacional favorable a la descolonización, Portugal se mantuvo firme en la posesión de sus colonias, lo que costó al país guerras que parecían interminables, unos 300.000 portugueses mueertos y un número indefinido de angoleños, guineanos y mozambiqueños, que siguieron el ejemplo. Latitudes tropicales y ecuatoriales, vegetación profusa en la mayor parte de las regiones, zonas pantanosas (sobre todo en Guinea), ríos y selvas, sirvieron de marco a la masacre. El fuego, los paracaidistas, los campamentos, de nada sirvieron las estrategias militares. Unida la dictadura a la causa de las guerras coloniales, cayó con ellas, pero la independencia de Angola no sirvió par que cesase la guerra: desde 1975 un largo conflicto enfrentó a los angoleños entre sí, encuadrados en los tres movimientos de distinto signo e intereses: el Frente Nacional para la Liberación de Angola (resultado de la antigua UPA), el MPLA y la UNITA.


sábado, 7 de julio de 2012

Muhammad Ibn 'Abd al-Karim al-Khattabi


Década y media de guerra mantuvo este rifeño contra el ejército español, invasor en tierra que no le pertenecía salvo por un acuerdo entre potencias imperialistas desde 1906. Entonces los españoles explotaron algunas minas, después de que lo hubieran hecho los franceses, sin que el jerife marroquí pudiese hacer nada por evitarlo, muy al contrario, prefirió claudicar a cambio de mantener su posición de privilegio. 

El territorio que recibió España en el norte de Marruecos equivale a unos 20.000 km2 de montañas donde vivían en cabilas o tribus los habitantes rifeños. Pero una cosa fue el Tratado de Algeciras y otra la ocupación real del territorio por parte de España. Contra esta ocupación estuvo la población rifeña, o parte de ella dirigida por 'Abd al-Karim (Abd el-Krim), nacido en 1882 y estudiante en Fez. Luego fue profesor en su cabila y más tarde cadí o juez para los indigenas rifeños, mientras trabajaba para la administración española. Cuando se rebeló contra la situación fue procesado y encarcelado, pero ya su vida había dado un vuelco. Regresó a su aldea y empezó a dirigir una guerrilla que lucharía con mucha inteligencia y valentía durante años.

Monte Arruit al este, al oeste Larache, Tánger y Tetuán; en la costa Alhucemas. Cerca de Melilla, el barranco del Lobo
En España los hijos de los ricos no iban a la guerra, pues podían pagar, mientras que los pobres se estrellaban en Marruecos contra la resistencia rifeña. Ya en 1908 el socialista Pablo Iglesias lo había denunciado, encomiando la labor de los rifeños resistentes. En el barranco del Lobo se estrellaron los españoles; luego vino la "semana trágica" de Barcelona, donde la conflictividad social se tiñó de protesta contra la guerra de África. La ejecución de Ferrer Guardia sin justificación alguna, la denuncia de Julián Besteiro, que consideró crímenes los que estaba cometiendo España en el Rif. Por su parte los marroquíes exhibían, cuando podían, las cabezas cortadas de los españoles presos. Al comprender que tal situación era injusta, el jerife declaró una yihad.

Recogiendo cadáveres en el barranco del Lobo
Con 'Abd al-Karim a la cabeza, los españoles se estrellaron en Alcazarquivir y en Tetuán, como más tarde lo harían el coronel Silvestre y Gómez Jordana (1915); Dámaso Berenguer en 1919 y, al año siguiente, los españoles tuvieron que refugiarse en su base de Melilla. La sequía hacía estragos en ocasiones, mientras la lucha seguía en torno al río Amekrane. En 1921 vendría lo que se ha conocido como el desastre de Annual, donde miles de españoles perdieron la vida a manos de unos rifeños conocedores del terreno, aguerridos y bien dirigidos. Silvestre se mata. 

Los españoles, que no obstante mantuvieron su control sobre el territorio, fueron cercados en el monte Arruit, donde tuvo que rendirse el general Navarro. Aquello había sido una carnicería, mientras que los rifeños se habían hecho con cañones, ametralladoras, fusiles y presos, algunos de los cuales serían liberados por Abd el-Krim para causar desconcierto entre los españoles. Al mismo tiempo contaba con la complicidad de los habitantes. Abd el-Krim es hoy considerado un patriota marroquí, capaz de dirigir una guerrilla en condiciones de inferioridad con respecto al ejército español hasta 1925 (Alhucemas). Organizó a sus soldados preparándolos con alimentos para ocho días, adiestró a otros en el aprendizade de los radiotransmisores, recibió a corresponsales extranjeros para iniciar una moderna guerra psicológica; no pudo sino emplear a curanderos para atender a sus heridos e intentó institucionalizar la independencia del Rif. 

Al noroeste, Annual y fuera del mapa, a la izquierda, Alhucemas
Consiguió cierta superación del tribalismo mientras los notables rifeños colaboraban con España; se negó a conversaciones con las autoridades españolas, como quería el jerife, consciente éste de la enorme cantidad de vidas humanas que España se cobraba en las batallas. Se enfrenta, pues, a la máxima autoridad indígena y rehusa la promesa de autonomía que, timidamente, le hace Primo de Rivera.

Otras batallas llevaron al corte de la carretera de Tánger a Tetuán, el aislamiento de Larache y, por fin, el acuerdo entre Francia y España para atacar conjuntamente a los rebeldes. En las operaciones de Alhucemas estuvieron aliados Pétain y Primo (un dictador futuro y otro del momento); con el apoyo aéreo francés y un ejército de 280.000 aliados, que utilizó masivamente la artillería y la aviación, los rifeños no pudieron más, pero habían sentado un precedente para la futura independencia de Marruecos... treinta años más tarde.

(Ver  http://www.youtube.com/watch?v=D4yIxqrjZ0s).


viernes, 6 de julio de 2012

Árabes y británicos contra otomanos


En el marco de la primera guerra mundial el conflicto en Arabia tuvo dos motivaciones: el alineamiento del imperio Otomano con Alemania, que había intervenido en la economía y adistramiento militar de los turcos, y los deseos de independencia de las tribus árabes del oeste, particularmente la máxima autoridad de La Meca y Medina, ciudades emblemáticas para los árabes, Husayn ibn Ali. 

El levantamiento del clan hachemí, que se consideraba parte de la tribu quraish (a la que perteneció Muhammad) se produjo en 1916 con ayuda británica, la potencia imperialista más interesada en garantizar el paso por el canal de Suez y el mar Rojo. El jefe religioso recibió así ayuda británica en su lucha contra los otomanos, de los cuales había estado cautivo hasta 1908. Uno de los objetivos bélicos en la zona (oeste de Arabia) era impedir la circulación del ferrocarril que con técnicos y capital alemán se había construído y que ya estaba en funcionamiento al menos en 1914. Unía Medina con Damasco, pero poco antes de esta ciudad se bifurcada hacia el oeste (Acre) y hacia el este. Los ataques árabes y británicos contra el ferrcarril fueron varios, en los que participó, junto a otras operaciones, Lawrence de Arabia, así llamado más tarde por su identificación con la causa árabe, traicionada sin embargo. 

La región insurrecta, en un principio, fue Hiyaz, en la costa oeste y cercana a La Meca. Luego se sumaron clanes y tribus que poblaban unas y otras regiones de la península, pero la mayor parte de la misma, en el interior, estaba gobernada por los saudíes, descendientes de Ibn Saud, con el nombre de sultanato de Nechd. El caso de Arabia muestra -como otros en la historia- que no siempre los agentes determinantes en un logro son los que se consagran posteriormente. 

El ferrocarril pasaba por entre el desierto (al este) y las montañas cercanas a la costa del oeste; muy cerca de Petra, entre el Sinaí y Palestina meridional, para adentrarse luego en Jordania y llegar a Damasco, en la actual Siria. Cuando la guerra terminó con la derrota de los otomanos, los intereses imperialistas de Francia y Gran Bretaña prevalecieron sobre las aspiraciones de las familias aliadas con esta última. Un acuerdo bipartito anterior, que confirmó la Sociedad de Naciones, repartió en forma de "mandatos" Líbano y Siria para ser administradas por Francia, y Palestina, Transjordania e Iraq por Gran Bretaña. El hijo de Husayn, Faysal, fue nombrado efímeramente rey de Siria en 1920 y luego de Iraq, como si de una pieza de ajedrez se tratase (1921-1933) hasta que Gran Bretaña, con un estatuto espeical, reconoció la independencia de Iraq. 

En Arabia, la antigua rivalidad entre las autoridades de Hiyaz y los saudíes favoreció a estos últimos, que a la postre establecieron la dinastía actualmente reinante a partir de su antiguo sultanano. Contra el mito de la oposición islam-occidente, el ejemplo que aquí señalamos consistió en una alianza árabe-británica (musulmanes y occidentales) contra una potencia también musulmana, el imperio turco declinante. Y es que no son tanto razones religiosas o étnicas las que han condicionado muchas veces la historia, sino la simple ambición de poder.

sábado, 30 de junio de 2012

Imperialismo vergonzante

Playa Girón

Si algún imperialismo es bueno -y estoy a la espera de que se demuestre- hay imperialismos que han demostrado la zafiedad más burda de sus mentores y ejecutores. Personalidades políticas tan distintas, y tan distintamente juzgadas por la posterioridad, como el presidente Eisenhower y el presidente Kennedy, protagonizaron el intento de derribar al gobierno cubano, establecido desde 1959, dirigido por Fidel Castro, y que en 1961 ya había llevado a cabo nacionalizaciones y medidas que afectaban a los intereses de empresas estadounidenses. Hasta entonces el régimen cubano no pasaba de ser un populismo más, pero desde entonces, sin mayor preparación, los líderes cubanos se inclinaron hacia el comunismo soviético, viendo que era la única alianza posible en un mundo dividido en bloques irreconciliables. 

Playa Girón está en la bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba, y allí llegaron los pretendidos invasores en abril de 1961 para ser derrotados por el ejército cubano en una de las muestras de mayor inutilidad, indignidad y ridiculez en que imperialismo alguno haya incurrido. La Central de Inteligencia (CIA) con el presidente Eisenhower había preparado la invasión, pero ésta sería llevada a cabo por cubanos opositores al régimen castrista: podemos imaginar que habría de todo, desde terratenientes, banqueros, adversarios ideológicos, incluso delincuentes y personas que creían actual bien, que se valieron de cubanos entrenados por Estados Unidos para invadir Cuba. Los elementos con los que contaron fueron camiones y otros vehículos, cañones, morteros y otro armamento transportado en varias embarcaciones, aviones, tanques y bombarderos. Si los preparativos comenzaron en 1960 el intento de invasión se produjo en abril de 1961, y duró unos pocos días. 

El presidente Kennedy no se pudo sustraer -o no quiso- a lo que su predecesor le había legado, y embarcó en la operación a los incautos cubanos, que morirían en el intento en un número superior a a cien; más de mil serían capturados y algunos de ellos condenados a muerte y ejecutados. Otros serían canjeados por alimentos y dinero con Estados Unidos. Pero el hermano del presidente, Robert Kennedy, intentó una nueva invasión valiéndose del dictador nicaragüense Anastasio Somoza (ambos morirían asesinados). La operación resultó otro fracaso, porque los invasores confundieron un barco español con otro cubano y lo bombardearon. Error tras error, invasión fallida tras invasión fallida, que solo se entiende en el clima de "guerra fría" que vivía el mundo; pero las intervenciones de Estados Unidos en América latina se remontan al siglo XIX, mucho antes de la "guerra fría": es una constante de la política exterior estadounidense en el continente. Es una constante de las clases más pudientes con respecto a los países de América latina, de la que se creían dueñas.

El caso de Playa Girón es un ejemplo de imperialimo vergonzante, porque se utiliza a descontentos cubanos para enviarlos a la muerte, independientemente de la naturaleza del régimen instaurado en Cuba desde hacía poco. Es una muestra de la miseria moral que personas obligadas a respetar el derecho, han preferido el delito. Nunca la justicia internacional les condenó, como tampoco condenará los crímenes de Castro y sus adláteres. Buenos ejemplos -creo yo- para aprender de la historia.

lunes, 25 de junio de 2012

El "garrote" del norte

Un tren atraviesa una plantación guatemalteca

Nueve años antes de que los guerrilleros castristas entrasen en La Habana y se hiciesen con el poder en Cuba, Guatemala había tenido una experiencia democrática al frente de la cual estuvo Jacobo Arbenz. Había participado en un golpe de estado contra la dictadura de Jorge Ubico, aunque éste ya habia sido sustituido por Federico Ponce en 1944. No se trató de una simple operación militar, sino que en ella participaron elementos civiles y populares. 

El hecho de que Arbenz intentase modernizar Guatemala (que había empezado dicho proceso en 1944), con medidas fiscales que gravaban las rentas más altas, con medidas legislativas que repartían la tierra entre los campesinos, con una democratización sin precedentes en la historia de Guatelama, le ganó la enemiga de Estados Unidos (en plena "guerra fría"), de la United Fruit Company y de la Iglesia católica, que veía en la merma de sus privilegios y en la liberación de la mujer la mano de ideólogos socialistas, comunistas y anticlericales. Por su parte, los políticos estadounidenses que más insistieron en luchar contra las reformas de Arbenz estaban directamente relacionados con los intereses de la multinacional frutera, que controlaba amplias extensiones de plantaciones guatemaltecas. Los terratenientes, poseedores de tierras cultivadas y sin cultivar, no aceptaron que un gobierno elegido pudiese arrebatarles (mediante indemnización) las tierras que hasta entonces habían sido suyas.

A mediados del siglo XX había empezado a germinar un sentimiento antiimperialista en el mundo (India se había emancipado en 1948, la Conferencia de Bandung tuvo lugar en 1955...) pero América era otra cosa, era terreno exclusivo, desde hacía más de un siglo, de los Estados Unidos. De ahí que el presidente Eisenhower no tuviese inconveniente en autorizar la invasión de Guatemala, preparada por la CIA, en el año 1954. ¿Como aceptar que un país mesoamericano tuviese una Constitución democrática, elecciones libres -con el peligro de que fuesen elegidos gobernantes indeseables- derechos sindicales, reparto de la riqueza y, en definitiva, posibles infiltraciones de ideas socialistas y comunistas? 

La invasión se produjo por el sudeste, aprovechando el descontento campesino en uno de los centros de religiosidad más acendrada de América, Esquipulas; campesinos que fueron facilmente manipulados por las autoridades religiosas y por las personas influyentes para sumarse a la protesta contra el gobierno de Arbenz. Con base en éste descontento quedaba "legitimada" la intervención estadounidense, que en realidad defendía intereses estratégicos pero sobre todo económicos de unos cuantos miembros de su gobierno y de las empresas norteamericanas en Guatemala. 

No es el único caso a partir de entonces (antes de la segunda guerra mundial ya Estados Unidos había intervenido "manu mimilitari" en América latina) por lo que no es extraño que cuando los guerrilleros castristas tomen La Habana en 1959 se apresuren a solicitar ayuda económica de Estados Unidos (viaje oficial de Castro), pero negándosela, llegaron a acuerdos con la Unión Soviética, tensando al máximo las relaciones internacionales entre las dos superpotencias. 

Estados Unidos colocó al frente de Guatemala a un militar, Castillo Armas, que ya había intentado acabar muy pronto con la obra de la década (1944-1954), aunque sin éxito, por lo que había sido apartado del puesto que oucpaba en el régimen democrático. Desde entonces los intereses de los terratenientes, de la Iglesia y de las multinacionales quedaron salvaguardados; Estados Unidos explicó al mundo que el peligro comunista había sido conjurado en América y hasta la próxima. Por su parte los colaboradores internos nombraron al Cristo Negro de Esquipulas "comandante" de su acción.


domingo, 17 de junio de 2012

Imperialismo en El Chaco


El mapa refleja los límites entre Bolivia y Paraguay sobre los que solo hubo acuerdo en 2009 con el arbitraje argentino. Desde la independencia hasta la década de los veinte del siglo XX el Gran Chaco habia permanecido sin explorar en la mayor parte de sus 850.000 km2 (téngase en cuenta que España tiene 505.000 Km2 en números redondos). Hoy nadie duda de la intervención de dos grandes empresas petroleras en la instigación mayor o menor de la guerra del Chaco por intereses puramente económicos e imperialistas. 

Después de la imposibilidad de que Bolivia tuviese una salida al Pacífico, que se truncó por la negativa de Perú y Chile, el acceo al Atlántico podría realizarse si Bolivia obtenía la soberanía sobre una porción del Chaco, que le permitiría enviar sus mercancías por el río Paraná. Ante la oposición de Argentina a la construcción de un oleoducto, la opción que le quedó a Bolivia era el acceso al río Paraguay. Los gobiernos de Bolivia y Paraguay mandaron a sus soldados a luchar en una guerra que tenía, no obstante, otros intereses muy ajenos a los de ambos pueblos. La norteamericana Standard Oil (hoy Exxon) fundada en 1870, con el apoyo de las autoridades bolivianas y brasileñas, se interesó por la solución del conflicto en favor de Bolvia, mientras que la Royal Dutch Shell, de capital inglés y holandés (fundada en 1907), apoyó las pretensiones paraguayas y argentinas. 

Los gobiernos paraguayos de Eusebio Ayala y Rafael Franco, así como los bolivianos de Daniel Salamanca, José C. Tejada, Germán Busch y J. Daniel Toro no fueron más que instrumentos de intereses muy poderosos ajenos a los de los bolivianos y paraguayos. La mayor parte del Chaco es de soberanía argentina, siguiéndole Paraguay, Bolivia y Brasil, pero la contienda enfrentó a los ejércitos boliviano y paraguayo, en una contienda muy cruel y cruenta que se llevó la vida de miles de personas, militares y civiles, mientras los dos nacionalismos -alimentados sobre todo por los militares- estaban ciegos sobre los intereses petroleros de aquellas empresas.

Es interesantísimo el libro de Julio José Chiavenato titulado "La guerra del petróleo", porque no otra cosa fue, mientras los pueblos actuaron como agentes ciegos de un destino que ellos no marcaron. Y no lo hicieron porque las oligarquías nacionales de Paraguay y Bolivia estuvieron más atentas a un patrioterismo caudillista que al esfuerzo para buscar una solución negociada al conflicto. No eran tiempos para remilgos: los fascismos estaban en alza en Europa ¿por que no extenderlos a América? Las tentaciones totalitarias se impusieron, los militares gobernaron de facto -como en otras muchas ocasiones en América- y los grandes accionistas de Standard Oil y Shell, expectantes, alimentaban a éste o aquel bando en espera del botín. 

El Gran Chaco era una región bastante inhóspita, pero muy variada en cuanto a su vegetación y pasiaje. Zonas lacustres, vegetación tropical, desierto... Pero bajo el suelo se encontraba el petróleo objeto de disputa. No fue pues, la guerra entre 1932 y 1935 un conflicto por el control de un vasto territorio tan solo; fue una guerra por intereses en los que no estaban -entonces- los pueblos sometidos al hambre, a la dictadura y, eventualmente, a la muerte.

La victoria de Paraguay en la guerra se vive en el país como una reafirmación de su nacionalidad, mientras que en Bolivia se pone el acento en la valentía de sus soldados. ¿Puede hablarse de guerra civil? Simón Bolívar sí lo habría hecho, pero lo cierto es que, contrariamente a las colonias atlánticas de Gran Bretaña y Portugal, que agrandaron su territorio a partir de sus respectivas independencias, las colonias españolas de América se divieron en múltiples estados rivales entre sí. La gran extensión meridiana de las colonias españolas, donde los pueblos no se conocían entre sí, los particularismos de las oligarquías locales, que fueron las que fijaron fronteras en función de sus intereses, hizo que hoy hablemos de Bolivia, Paraguay, Perú, Colombia..., en vez de unos Estados Unidos de América Latina, objetivo que, si se planteó alguna vez, no pasó del papel de algún idealista, incapaz de imponerse a una realidad terca y distante. Al fin y al cabo ¿hubiese sido posible un gran estado desde Tierra del Fuego hasta Nuevo México?

Ver