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domingo, 19 de mayo de 2019

Al-Binya

Al-Binya a la derecha

El “urbanismo doble” no era nuevo en el mundo islámico cuando el emir meriní Abu Yusuf mandó construir, ex novo, la ciudad palaciega de Al-Binya, al lado de Algeciras. Existían otros casos en Oriente, el Norte de África y al-Andalus, como son Tremecén-al-Mansura, Fas al-Bali-Fas al-Yadid, Ceuta-al-Afrag y Rabat-Salé; también, según Antonio Torremocha[i], Mansuriyya-Qairawan, al-Fustat-El Cairo y Córdoba-Madinat al-Zahra[ii].

Al-Binya fue construida entre los años 1279 y 1285, después de que, en el primer año citado, finalizase el cerco que los castellanos habían puesto a la ciudad de Algeciras por mar y tierra. El emir Abu Yusuf estableció en Al-Binya su propia residencia cuando estuviese en al-Andalus, con aljamas, alminares, alcázares, baños, acequias y puentes en los caminos. Esto mismo ocurría con Fez, a cuyo lado se construyó la ciudad de Fas al-Yadid; ambas eran ciudades palaciegas y ambas sirvieron de residencia a los miembros de la corte meriní y a sus tropas.

En 1285 ya estaba terminado el alcázar, con su sala de audiencias (mexuar) y la mezquita. Con anterioridad se había construido un recinto defensivo con foso y cuatro grandes puertas. Hasta el día de su muerte, Abu Yusuf pasó largas temporadas en al-Andalus y, por lo tanto, en Al-Biya. Según M. Acién, desde Algeciras entró en el reino de Granada el modelo de mexuar separado del alcázar.

Según Antonio Torremocha, la intención del emir meriní al construir Al-Binya a la orilla izquierda del río de la Miel, fue reforzar su prestigio personal, de la misma forma que, junto a Gibraltar, se había construido en 1160 otra ciudad. Se trató de una ciudad campamento para poder permanecer el al-Andalus todo el tiempo que fuese necesario, siendo su extensión casi el triple (27 Ha.) de la Algeciras de la época. Aunque los arqueólogos han dado muestras de dudas sobre si se construyeron los espacios vacíos que se dejaron para un futuro crecimiento, parece que dichos espacios aún existían cuando la conquista de la ciudad en época de Alfonso XI (1344), cuyo cerco había empezado en 1342.

Contrariamente a lo que se ve en la mayoría de las ciudades musulmanas de la Edad Media, en al-Binya se desarrolló un urbanismo palacial y programado, con calles anchas, y donde el emir dio las órdenes directamente a los arquitectos, canteros, alarifes (maestros de obras), carpinteros, etc. Fue una ciudad plurifuncional, con un origen portuario pero también mercantil, centro administrativo, base militar y naval que la hicieron muy próspera. La mezquita, como en toda ciudad musulmana, era el centro religioso, pero al mismo tiempo la sede de las magistraturas judiciales y el lugar donde se organizaba la enseñanza y se custodiaba el tesoro público; también se bendecían allí los estandartes antes de las expediciones militares, y se daban las noticias que interesaban al conjunto de la población. Según un autor del siglo X, ninguna madina podía ser tal si carecía de una mezquita aljama.

Al tiempo, como otras ciudades musulmanas, al-Binya tenía un espacio periurbano muy activo donde se encontraba la necrópolis. Los edificios más importantes estaban en lo alto de la colina donde se construyó esta ciudad, reservando algunos espacios para huertas, jardines y descampados, pero cuando se produjo la conquista cristiana se truncó el desarrollo de al-Binya y dio comienzo un proceso de decadencia.



[i] “Ciudades islámicas de nueva fundación en la orilla al norte del Estrecho”.
[ii] Un precedente antiguo puede ser el de Aqaba, fundada en 630 junto a la ciudad bizantina de Aila. Igualmente se puede decir de Wasit, actual Irak, para separar a los sirios del resto de la población. En 969 se fundó una ciudad palatina cuando fue conquistada al-Fustat, en la misma explanada donde se hallaba acampado el ejército.

viernes, 5 de abril de 2019

Viaje a Ciudad Rodrigo

El "ídolo" de Ciudad Rodrigo

A 658 m. de altitud sobre el nivel del mar, al suroeste de la provincia de Salamanca y cerca de la frontera portuguesa, se encuentra Ciudad Rodrigo, una plaza militar históricamente, hasta el punto que a la primitiva fortificación romana le siguieron otras sobre todo en los siglos XVII y XVIII.

Según Fernando R. de la Flor, pasada la primera mitad del siglo XVII se convierte en centro estratégico que va a llevar a esta ciudad a una dilatada historia militar, tanto durante la guerra de independencia portuguesa, como durante la guerra de sucesión a la corona de España y en la guerra de 1808. En un principio la arquitectura militar fue barroca y más tarde clasicista, de forma que la “fortificación real” rodea al núcleo primitivo de Ciudad Rodrigo.

Hoy, la mayor parte del caserío se extiende a un nivel inferior, fuera de las murallas. Al oeste del promontorio amurallado discurre el río Águeda, y en dirección contraria a su curso, una carretera local nos lleva al pueblo de colonización del mismo nombre: construido en los primeros años cincuenta del siglo XX, a los colonos les fueron entregadas casa y tierras por parte del Estado, que luego ellos, con el fruto de su trabajo, debían ir pagando. Así se formaron explotaciones agrarias de regadío, en medio de la depresión que es la comarca de Ciudad Rodrigo en el conjunto de la provincia de Salamanca.

Intramuros se encuentra la catedral, obra inicial del siglo XII, que consta de tres ábsides en la cabecera, correspondientes con las tres naves longitudinales. Orientado al oeste se encuentra el pórtico “del perdón” y en las dos fachadas del crucero otros dos, situándose al norte el claustro, uno de cuyos ángulos fue eliminado para la construcción de la muralla. En la fachada sur del crucero hay un friso esculpido con doce personajes bíblicos.

Asombra el pórtico del perdón, con capiteles vegetales e historiados y esculturas de los apóstoles. Como el estilo de la catedral es el románico tardío, en el curso de su construcción ya se incorporaron elementos góticos, como las arquivoltas apuntadas y un tímpano dividido en tres registros.

De época romana quedan tres columnas de fuste liso que sostienen un entablamento en esquina. La Plaza Mayor, en cambio, se configuró en el siglo XVI sobre la base de otra anterior, construyéndose la casa de Ayuntamiento, con dos torres de planta circular en las esquinas de la fachada y seis arcos carpaneles, tres en cada uno de los dos niveles (bajo y superior)[i]. La casa del marqués de Cerralbo también se encuentra en la Plaza Mayor, obra del siglo XVI con ornamentación plateresca, escudos y balcones.

La ciudad cuenta con otras plazas, como la del Buen Alcalde, del Conde, de Herrasti y de Dámaso Ledesma. En la primera hay soportales; en la del Conde se encuentra el palacio de los Ávila y Tiedra, con fachada renacentista que bien podría estar influida por el gusto manuelino del vecino Portugal. También está aquí el palacio de los Condes de Alba de Yeltes, apellido que coincide con el del río que recorre la comarca y donde se encuentran pueblos como Aldehuela, Alba, Villavieja, Villares, Puebla y Castraz, todos ellos con el añadido “de Yeltes”, al norte y nordeste de Ciudad Rodrigo.

La plaza de Herrasti se encuentra al lado de la muralla y la catedral, debiendo su nombre a un militar de dicho apellido que luchó contra el francés en la guerra de 1808, pero también se recuerda en ella a otros héroes populares. La plaza de Dámaso Ledesma recuerda a un musicólogo local, encontrándose en ella la casa de los Sánchez Robles, con escudos; y el Palacio de los Águila, obra del siglo XVI ampliada en el siguiente, tiene un patio renacentista con decoración plateresca, pero le falta un lado al haber sido ocupado por el muro de otro edificio. Otros edificios más o menos notables se despliegan por todo el recinto urbano, como torres, palacios y casas nobiliarias. La de los Velasco, contra lo que pueda parecer, es obra del siglo XX; la de los Miranda, en cambio, es del siglo XVI y cuenta en el exterior de uno de sus muros con una moldura en forma geométrica. La plaza de la marquesa de Cartago, construida a finales del siglo XIX, sigue el gusto modernista, y así podríamos seguir citando otras.

Uno de los mejores miradores, en el borde de la muralla, es el que permite asomarse al río Águeda, bien encajado en un surco del terreno. Por esta comarca hay vestigios de los vettones, pueblo protohistórico que fue sometido, como otros, por las legiones romanas. Más o menos cerca se encuentran los yacimientos de Lerilla, Irueña, La Genestosa[ii] y Las Merchanas[iii], por citas solo algunos.

De época visigoda se han encontrado no pocas pizarras numerales, muy propias de esta zona y del Sistema Central. El canónigo Serafín Tella[iv], interesado en la arqueología, “recopiló una importante colección de objetos, entre los cuales destacaron las pizarras numerales[v] de Lerilla, que entraron a formar parte de la colección arqueológica del obispado de Ciudad Rodrigo".



[i] A principios del siglo XX se añadió, formando un ángulo, otro edifico de parecida factura, pero los arcos tienen menos luz que los renacentistas.
[ii] Fue ocupado por romanos en los siglos I y II d. de C. y los trabajos que se llevan a cabo buscan una villa.
[iii] Se encuentra más al norte, en el municipio de Lumbrales. Aquí la muralla es de gran interés.
[iv] 1880-1948
[v] Para cierta contabilidad.

martes, 26 de marzo de 2019

Las villas gallegas en el siglo XVIII



A finales del siglo XVIII había en Galicia quince villas o ciudades que superaban los 2.000 habitantes: ocho de ellas costeras (Viveiro, A Graña, Ferrol, A Coruña, Muros, Pontevedra, Vigo y A Garda), cinco interiores (Tui, Allariz, Ourense, Santiago y Lugo) y dos muy próximas a la costa (Betanzos y Padrón).

El profesor Isidro Dubert, en un trabajo sobre el mundo urbano gallego en el siglo XVIII[i], dice que, en 1787, solo un 7% de la población de Galicia vivía en estas villas[ii], lo que permite decir que estamos ante un ámbito débilmente urbanizado, “más aún que el constituido por aquellas otras áreas regionales europeas que en su día obtuvieron una consideración semejante. Y esto se podría decir de todo el norte de España, en donde por las mismas fechas, un 7,6% de habitantes vivía en enclaves con más de 2.000 habitantes. Pero estos enclaves –dice el citado profesor- articularon y formaron uno o más sistemas urbanos, los cuales jugaron un papel capital en el desarrollo socioeconómico de las comarcas más septentrionales de la península.

Esta situación llegará casi intacta hasta el siglo XX, pero Isidro Dubert establece una diferencia: la región vasco-cantábrica estaba aislada de la asturiana por grandes espacios vacíos; en Galicia aparecían las pequeñas villas de Ribadeo, Viveiro y Mondoñedo, además de los puertos de Ferrol y A Coruña. Más al sur se encontraban otras villas que no tuvieron la complejidad de las vasco-cantábricas.

El mundo rural –y las villas que aquí se estudian participaban en buena medida de él- estaba formado por los núcleos situados a más de 500 m. sobre el nivel del mar, estaba muy fragmentado y tenía dificultades de comunicación entre sí y con la costa. La economía, aquí, se basaba en el cultivo del centeno, el aprovechamiento del monte y la ganadería, además de las zonas de viñedo en las riberas orensanas y lucenses de los ríos Miño y Sil: era la Galicia menos urbanizada. Los rendimientos agrarios eran bajos, el poblamiento era disperso y, no obstante, aparecieron “fórmulas protoindustriales” vinculadas al textil tras 1770. Así, la densidad de población no llegaba a 30 habitantes por km2.

Otro era el caso de las villas que estudia Isidro Dubert, dedicadas a actividades comerciales y pesqueras si se encontraban en la costa, pero a finales del siglo XVIII eran de inferior nivel que dos centurias atrás. Estas villas se beneficiaron de la introducción del maíz en el siglo XVII y la agricultura era más evolucionada, apareciendo una temprana ganadería estabulada. La mayor parte de estas villas estaba en la fachada atlántica y la densidad de población de las comarcas donde se encuentran superaba, a mediados del siglo XVIII, los 80 habitantes por km2. Solo A Coruña, Ferrol y Santiago, en 1787, superaban los 5.000 habitantes, aunque por razones distintas: capitalidad, puerto y universidad respectivamente.

Los puertos gallegos, al comenzar el siglo XVIII, habían quedado reducidos a funciones secundarias y a ser descarga de la pesca de bajura. Se ve, por tanto, una acusada dualidad costa-interior, pero la primera era netamente dependiente del su entorno rural, lo que impidió a las villas periféricas desarrollar una diversidad de funciones con respecto a sus alfoces.

En las décadas de 1750-1760, ciertas decisiones políticas favorecieron a las villas de A Coruña, Ferrol y Vigo, que junto con las que no disfrutaron de esas ventajas, siguieron jugando un papel jurídico-administrativo que permitió formar una trama urbana gallega[iii].



[i] “Las dinámicas demográficas de las pequeñas villas gallegas a finales del Antiguo Régimen”.
[ii] Cita al profesor Eiras Roel.
[iii] El presente resumen está hecho a partir de la obra citada en la nota i.

miércoles, 27 de febrero de 2019

Ciudades romanas en Francia e Inglaterra

Restos de la muralla romana de Silchester
(Inglaterra) (1)
Lugdunum (Lyon) fue la capital administrativa de las Galias, fundada en el año 43 a. de C.; probablemente fue una idea de César, que fue llevada a cabo por Munatius Plancus[i]. Según Pierre Grimal[ii] es fácil discernir la intención de los fundadores: en el punto donde se cruzaban dos de las más importantes rutas de las Galias, la del Rin al Mediterráneo y la del Leman[iii] al Atlántico. Lugdunum estaba llamada a ser una colonia que fuese capaz, a la vez, de ser un puesto avanzado de romanidad y encrucijada del mundo céltico unificado en el seno de la “paz romana”.

Desde los últimos años que precedieron a la conquista, Vienne[iv] había sido la más septentrional de las grandes ciudades del valle del Ródano, pero los comerciantes romanos que se instalaron en ella fueron expulsados en una revuelta, y pidieron asilo a los galos segusiavos[v], que los acogieron en la confluencia del Saona con el Ródano. Fue en este núcleo romano donde se apoyó César en los inicios de su intervención en las Galias, con motivo de la campaña contra los helvéticos en el año 58 a. de C. El valor estratégico y comercial del lugar fue de esta manera puesto en evidencia, incluso antes de que las Galias fueran anexionadas. Solamente existía entonces en la colina que ahora llamamos de Fourvière, al oeste de Lyon, un poblado celta. La primera preocupación de los fundadores fue la de rodear la colina con una sólida muralla que siguió el contorno triangular de aquella. Esta muralla no ha sido encontrada, aunque sí la localización de sus puertas, pasando por ella los convoyes que iban y venían de las diferentes regiones de las Galias a Italia.

 El foro se edificó en una terraza que lo situó por encima del decumanus y el cardo, con los que se comunicaba solamente por dos rampas. El emplazamiento del Capitolio y de otros edificios públicos no se conoce, ya que la ciudad medieval y moderna se han superpuesto. De la colonia de Lyon, propiamente dicha, solamente conocemos con detalle el teatro de Fourvière, descubierto por los arqueólogos y restaurado. Allí podían tomar asiento unos 10.000 espectadores y en un odeón muy cercano cabían unos 3.000. Al pie de las murallas de Fourvière se instalaron muy pronto barrios populares y de comerciantes, cuyo recuerdo es conservado en la epigrafía.

Fue en la isla formada entonces por el Saona y el Ródano donde se construyó el barrio de las Cabanas, agrupados en él los comerciantes del vino con sus almacenes. En la orilla derecha del Saona se encontraban los “nautas”, es decir, los patronos de los buques de transporte, cerca del puerto y los depósitos. Aguas arriba, en el mismo ángulo de la confluencia, el barrio de Condate, donde a partir del 12 a. de C. se construyó un santuario consagrado a la divinidad de Roma y de Augusto. Este altar, donde venían a sacrificar cada año representantes de diversas partes de las Galias, exigió la ampliación del barrio con un templo y un anfiteatro.

La historia de Lugdunum diseña fácilmente el desarrollo de las funciones para las que fue creada la ciudad: puesto avanzado romano, transformado en una encrucijada comercial, estratégica y fluvial, y muy pronto centro espiritual de la nueva provincia. Nuevos barrios fueron surgiendo para responder a las necesidades que se iban creando, por lo que no hubo planificación desde una nueva planta, y así Lyon tuvo una duradera prosperidad.

Vaison (la ciudad de los voconces), es un ejemplo de lo que fue una ciudad galo-romana, donde las sucesivas excavaciones han puesto de relieve barrios antiguos y, sobre todo, mansiones privadas muy propias de la Narbonense. Encontramos en Vaison ejemplos de casas con atrium y peristilo de tipo tradicional, especialmente en la casa conocida como “del Busto de plata” o la “de los Messii”, en la colina de Puymin, en la Provenza. La primera está bastante bien datada a finales del siglo I de nuestra era, y es interesante ver en ella la supervivencia del atrium, pero tendía a imponerse ya otro tipo de vivienda privada, el de la insula. No lejos de la Casa de los Messii se han descubierto edificios, en muchos casos comparables a mansiones de Ostia y Roma que, en lugar de estar orientadas hacia los patios interiores, se abren a la calle, y de esta partían las escaleras que conducían a los pisos superiores. Algunos barrios de las urbes romanas de las Galias –los más populares- se parecían, pues, a algunas de las actuales ciudades viejas de Génova o Niza. A medida que nos vamos alejando del Mediterráneo, las casas particulares tomar formas diferentes.

En la actual Gran Bretaña se ve que las viviendas privadas presentaban un aspecto muy diferente del las mediterráneas. Una primera diferencia la encontramos en que, en Gran Bretaña, no ocupaban completamente toda una manzana, sino que estaban rodeadas de un gran jardín. De ello se deduce que su planimetría no estaba determinada por el terreno, formando las casas más simples una especie de corredor o hall, cuya fachada estaba rodeada por una varanda. El interior, dividido en compartimentos transversales, formaba habitaciones distintas que se comunicaban entre sí mediante la varanda anterior. A veces, en un extremo de la casa, una habitación formaba un saliente que dominaba la varanda. En las mansiones más amplias, a menudo eran dos los halls que estaban dispuestos en forma de escuadra, con lo que tenemos así el esbozo de una casa con patio, donde las habitaciones de la vivienda estaban simplemente dispuestas en torno a un espacio dejado libre.

Finalmente, a veces este espacio se cerraba sobre sí mismo y se transformaba en un verdadero patio, lo que nos recuerda la casa africana, pero completamente diferente por sus orígenes. En una ciudad como Silchester existían menos casas verdaderamente “urbanas” que viviendas rurales trasladadas a la ciudad y adaptadas, bien que mal, a las necesidades del urbanismo romano. Aquí vemos formas arquitectónicas extrañas a la tradición italiana, salvaguardando las tradiciones locales. Es quizá por esta razón que Roma pudo permitirse, según los climas, las necesidades sociales y económicas, y también el genio particular de cada uno de los pueblos “acogidos” en el Imperio, aceptar tantas particularidades.




[i] Vivió entre 87 y 15 a. de C., desarrollando funciones políticas y militares cambiando de bando continuamente.
[ii] “Las ciudades romanas”.
[iii] Lago al norte de los Alpes.
[iv] Al sur de Lyon y a orillas del Ródano.
[v] César los sitúa en el ángulo entre el Ródano y el Saona. Junto con otros, fronterizos con la provincia narbonense, de forma que Lugdunum se fundó en territorio de estos segusiavos.

(1) https://www.tripadvisor.com/LocationPhotoDirectLink-g186363-d948655-i17835988-Silchester_Roman_City_Walls_and_Amphitheatre-Reading_Berkshire_England.html

domingo, 24 de febrero de 2019

Cuicul: una ciudad romana en África

Restos romanos de Cuicul 

Algunas ciudades romanas importantes de África, las Galias y Gran Bretaña, permiten a Pierre Grimal[i] aportar importantes datos sobre este aspecto de la civilización latina. La fundación de Cuicul (actualmente Djemila)[ii] se remonta al año 97 después de Cristo y fue obra del emperador Trajano, que deseaba crear una posición estratégica en el punto en que se encontraban la gran ruta de Cirta (Constantina) en Sitifis (Setif) y la del sur, de Djiejelli a Lambese[iii]. En este lugar se levantaba antes una aldea indígena poblada de númidas. Cuicul se encontraba en la confluencia de dos valles por donde transcurrían los caminos. Cuicul nunca fue una ciudad cuadrada, solamente conoció un esbozo de decumanus y la muralla seguía las líneas del terreno presentando una forma triangular, pero pronto esta muralla resultó insuficiente.

La riqueza de las tierras vecinas, la abundancia de recursos, la facilidad de las comunicaciones con el interior de una provincia cada vez más próspera, condujeron al desarrollo de la ciudad. Tres cuartos de siglo después de su fundación se edificó en Cuicul un teatro a unos 150 metros al sur de las murallas, y veinte años más tarde se edificaron las termas del sur, que recordaban por su magnificencia y distribución a las grandes termas del norte de Timgad. Los arquitectos, al elegir estos emplazamientos para los nuevos monumentos, no habían hecho más que seguir las líneas maestras del lugar, sin preocuparse a priori de ningún rigor geométrico. Previeron que la ciudad se iría desarrollando en la meseta en forma de abanico, resultando ciertas sus predicciones. Pero al mismo tiempo reservaron en el emplazamiento de lo que había de ser el centro de la ciudad, el espacio necesario para un nuevo foro, que fue obra de los Severos. Para situarlo se limitaron a seguir la orientación de las viejas murallas, que fueron la base de su plan director. Dos arcos, uno sobre la calle que conducía al teatro (levantado a partir del año 161 d. C.) y el otro a la salida del nuevo foro (año 216) significaban que, en estos puntos, empezaba una zona monumental. La extensión de la ciudad se encontró así limitada y también por el mismo terreno- de este a oeste.

Más tarde la ciudad continuó su crecimiento, incluso en medio de la inseguridad que marcó el siglo III de nuestra era y, cuando triunfó el cristianismo, fue en el barrio sur donde se instaló la comunidad cristiana con sus basílicas, sus baptisterios y su palacio episcopal. De esta manera la evolución de Cuicul presentó, como podemos comprobar actualmente, una señalada unidad. Su cardo no era axial, como lo requería la regla, sino que formaba un bulevar bordeado de pórticos a lo largo de las murallas del oeste. Más tarde se sustituyó el viejo decumanus por una terraza que dominaba el foro de los Severos, y en todas partes se colocaron fuentes, una detrás del arco de Caracalla y otra a alguna distancia de las termas del sur, en la prolongación del cardo.

La exedra central de la terraza que dominaba en nuevo foro estaba adornada con una fuente, así como el mercado de Cosinius, en las cercanías del Capitolio. Los patios de las casas particulares estaban también alegrados por el agua: gracias a los ingenieros romanos, los africanos comprendieron la necesidad de situar en todas partes el frescor de las fuentes.  

Las casas de Djemila (Cuicul) mantienen el patio central rodeado de columnas (peristilo) pero con diferencias respecto de las casas pompeyanas. La casa con atrium está caracterizada por una hilera axial de apartamentos; primero se entra en un vestíbulo de dimensiones reducidas y luego directamente en el peristilo, que es el patio de la mansión. A lo largo de sus cuatro lados están dispuestas las habitaciones, algunas de las cuales no son más que estrechas celdas, y otras, más adornadas, representan salas de ceremonial. No encontramos aquí el atrium de Italia, pero no existe ninguna razón para suponer que nunca fuera exportado a África. En la época en que fueron construidas las grandes ciudades africanas, el atrium ya no era en la misma Roma más que un recuerdo, y las casas africanas eran más parecidas a las mansiones helenísticas que se pueden ver en la isla de Delos y que se remontan al siglo II a. de C. Este modelo se mantendrá en todo el Oriente y en el Mediterráneo meridional, dando nacimiento a la casa árabe, de forma que desde los primeros siglos la ciudad romana ya estuvo marcada por la huella de los países africanos.



[i] “Las ciudades romanas”.
[ii] Al nordeste de la actual Argelia.
[iii] Todas estas ciudades se encuentran al nordeste de Argelia.

lunes, 5 de enero de 2015

Ambato y Riobamba


Ambato y Riobamba son ciudades que se encuentran en el centro de Ecuador, ambas a una altura media de 2.500 metros sobre el nivel del mar, en medio de la cordillera andina. La placa del Pacífico ha jugado a estas y otras ciudades andinas malas pasadas: terremotos que las han destruído y que ha puesto a prueba la capacidad de urbanistas ilustrados para su nueva construcción. El río Ambato describe acusados meandros antes y después de bordear la ciudad y adentrarse en los valles del oeste. El terremoto que obligó a la reconstrucción de Ambato tuvo lugar en 1797, hablando las fuentes de que se hundieron las montañas.

Aquí entra en juego el francés Bernardo Darquea Barray, ilustrado que había trabajado en España en las nuevas poblaciones de Sierra Morena, con Pablo de Olavide como inspirador de esas obras. A aquel corresponden los últimos proyectos urbanos realizados en América, según Jesús Paniagua (1), después de haber conocido y estudiado el "Fuero de Población" redactado por Campomanes (con aportaciones de José Moñino y Pablo de Olavide).

En el caso de Ambato, Darquea hizo el plano de la nueva villa y dirigió los trabajos públicos que comprendieron puentes, molinos de agua y caminos. "Siguiendo la línea tradicional de muchas ciudades hispanoamericanas [Ambato] fue trazada a cordel, en torno a una plaza mayor y complementado todo ello con algunas plazoletas... La mayor novedad tuvo que ver con la anchura con la que se realizaron las calles y que estas contaron con hileras de sauces... cuestión que también le preocupó en las entradas y salidas de la población...". En el borde del río mandó hacer una alameda, como ya se venía haciendo en América y en Europa durante el siglo XVIII. La nueva Ambato contó con iglesias y edificios públicos, entre ellos una cárcel, todo lo cual se llevó a cabo con una diligencia extraordinaria, previendo incluso el abastecimiento de agua a la ciudad y todo ello "sin gravar al vecindario", por lo que los de Riobamba, que también había sufrido el terremoto de 1797, lo quisieron al frente de la nueva ciudad.

Pero en este caso el proyecto de Darquea no llegaría a ejecutarse, pues este propuso una de esas "ciudades ideales" que se inspiraron en las ideas de Vitruvio, aunque sus dibujos son realización de autores posteriores a partir del texto, que sí se nos ha conservado (2), Serlio (3) o la ciudad de Palmanova, en el extremo nordeste de Italia, en realidad una ciudadela o fortaleza de finales del siglo XVI. Después de decidirse la ubicación que hoy ocupa Riobamba, empezaron a trabajar los agrimensores Mariano Oñagoitia y Miguel Ramos. "Comprobada la idoneidad del terreno... se hizo una misa de acción de gracias... después de haber delineado lo que debería ser la plaza mayor de la nueva Riobamba". 

El proyecto de Darquea para esta ciudad fue diferente al de otras ciudades hispanoamericanas y al de Ambato, siempre en cuadrícula; pero Darquea, que conocía la obra de Campomanes, quiso acercarse a su Sinapia, que aparece descrita en un texto anónimo de finales del siglo XVII y que conservó el ilustrado asturiano, una utopía de lo que debiera ser la ciudad para hacer felices a sus habitantes. Darquea planteó la nueva Riobamba como una ciudad radial, lo que no fue autorizado por las autoridades, que alegaron se debía respetar lo señalado en las Leyes de Indias sobre el particular: a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor y sacando desde ella las calles a las puertas y caminos principales y dejando tanto compás abierto que, aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma. 


La plaza, pues, debía ser cuadrilonga "y las calles a imitación de las de Quito" según las Nuevas Ordenanzas de Población de la época de Felipe II. Lo cierto es que -según el autor al que venimos citando- la nueva Riobamba se construyó sin tener del todo en cuenta esta norma, ni por supuesto el proyecto de Darquea. "La ciudad que se construyó siguió el plano tradicional de casi todas las ciudades hispanoamericanas anteriores y posteriores a las Nuevas Ordenanzas... Se volvió a reproducir la monotonía de un damero casi perfecto en el que las plazas se consiguieron retranqueando algunas esquinas de las manzanas, salvo la plaza mayor que, como era tradicional se consiguió por medio de la eliminación de una de estas manzanas".

De los muchos claroscuros que hubo en la colonización de América, posiblemente una de las mejores realizaciones de los españoles fuesen las ciudades, desde las que se irrradió la cultura, se administraron los bienes, se ejerció el poder... Cerca de Riobamba se yergue el Chimborazo, un volcán y montaña de más de 6.200 m. de altura sobre el nivel del mar; algo más al norte Ambato, en el mismo altiplano flanqueado por las alturas, más elevadas al oeste. No son ciudades pequeñas; de media algo más de trescientos mil habitantes, pero siempre amenazadas por los temblores de la tierra.
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(1) "El proyecto de una ciudad ilustrada para América. El diseño de Riobamba (Ecuador)", Polígonos, número 9, 1999.
(2) "Cesare Cesariano".
(3) "Los siete libros de arquitectura".

sábado, 29 de diciembre de 2012

Villas fortificadas en torno al Miño

Plano de Tui en el siglo XVIII (al sur, el Miño)

Aunque existe la idea de que las ciudades de época clásica se levantaron sobre la base de las ideas urbanísticas romana y helenística, regulares y obedeciendo al patrón de un campamento militar, el historiador Juan Juega ha sugerido una interesante idea, basándose en los planos de algunas ciudades y villas medievales, aunque las reformas sucesivas vendrían a desfigurar lo que se pretendía en las Partidas de Alfonso X. El plano de Viana do Castelo, por ejemplo, está organizado en cuadrícula, y a lo largo del río Miño hay una serie de villas -señala el autor citado- que se amurallaron durante la Edad Media como consecuencia de los conflictos fronterizos entre la naciente monarquía portuguesa, a mediados del siglo XII, y la leonesa y/o castellano-leonesa: A Guarda, Caminha, Tui, Valença do Minho, Salvaterra, Monçao, Monterrei, Chaves.

"La refundación de Tui por Fernando II, en 1170, tras la victoria sobre Afonso Enriques en Cedofeita (Pontevedra) y Badajoz, es altamente expresiva de la necesidad de dotar a la frontera con Portugal de una serie de plazas fuertes". El mismo rey obligó a un cambio de emplazamiento de la ciudad, situándola en el lugar que ahora ocupa, dominando el río Miño, que pasa encajado sobre la cota de la población. "En oposición a Tui surge del lado portugués Contrasta, durante el reinado de Sancho I", y más tarde Afonso III la reconstruye y amplía sus muros, con un nuevo foro en 1262, cambiándole el nombre por el de Valença do Minho. 

Salvaterra se sitúa en el lugar donde antes estaba la villa de Lazoiro, propiedad de la mitra compostelana. "La villa de Lazoiro se cita por última vez en 1170". Frente a ella se encuentra la también amurallada portuguesa de Monçao, que recibe foro en 1261. La denominación de A Guarda (La Guardia) parece hacer alusión a la necesidad de tener que "guardar" la desembocadura del Miño, frente a la portuguesa Caminha.

Baiona recibió foro en 1201, pero esta fue fortificada más tarde y para guardar la entrada en la ría de Vigo, algo más al norte. Las ciudade fronterizas gallegas no tienen una planimetría tan claramente reticular como las portuguesas, si exceptuamos Salvaterra de Miño, pero este trazado es ya del siglo XVII, tras la ocupación durante un tiempo de la plaza por Portugal. Fuera de Galicia también cabe hablar, como hace Torres Balbás, de la Guernica vizcaína, cuya zona vieja tiene también un plano regular.